La visibilidad es la cualidad de la percepción que nos permite ver los elementos que nos rodean en la vía a una distancia suficiente. En un vehículo, una buena visibilidad es imprescindible para una correcta toma de información y para una adecuada toma de decisiones en un tiempo de reacción mínimo.
Para que esa visibilidad sea posible, en los vehículos contamos con materiales transparentes —típicamente, superficies acristaladas— y con espejos retrovisores. Esos son los elementos que nos permitirán contar con una entrada de información constante mientras el vehículo avanza. Por lo tanto, el factor de riesgo que encierran es su descuidado mantenimiento, sobre todo en cuanto a la limpieza.

Lunas, elementos transparentes del coche
En cuanto a los materiales transparentes que incorpora el vehículo, estos no deben deformar de modo apreciable los objetos que observamos a su través ni producir confusiones entre los colores utilizados en la señalización vial. La superficie acristalada debe permitir una visibilidad diáfana.
Para que eso sea posible, el cristal debe permanecer limpio, tanto en su cara exterior como en la parte que queda por el interior del habitáculo. La limpieza de la cara exterior se realiza en movimiento por medio de los limpiaparabrisas y lavaparabrisas, cuya instalación en los vehículos matriculados en España sólo es obligatoria en el parabrisas, o cristal frontal.
En la parte exterior debe evitarse accionar los limpiaparabrisas con los cristales secos a fin de no rayar su superficie, lo que conllevaría un riesgo de falta de visibilidad e incluso deslumbramiento al incidir sobre él la luz solar o el haz de luz de los vehículos. Conviene usar el lavaparabrisas también en días de lluvia, ya que ayudaremos a retirar la suciedad que levanten otros vehículos a su paso.
Como es lógico, debemos revisar que el depósito del lavaparabrisas no se quede vacío y jamás accionaremos el mando del lavaparabrisas si detectamos que no hay líquido en el depósito, ya que podríamos estropear la bomba que lo impulsa. Además, las escobillas de los limpiaparabrisas deben cambiarse periódicamente, normalmente una vez al año, si es posible antes de las épocas con mayor concentración de lluvias.
Un adecuado lavado de todos los cristales realizado con cierta periodicidad nos dará la visibilidad que precisamos más allá del uso de los elementos de limpieza dinámica que incorpora el vehículo. Por la cara interior de las lunas será necesario realizar una limpieza muy cuidadosa con un producto adecuado.
En cuanto al líquido lavaparabrisas y a los productos de limpieza, conviene tener en cuenta que las preparaciones comercializadas se formulan de forma específica para lunas de coche. Por ese motivo, se desaconseja expresamente el uso de limpiacristales domésticos, que pueden dar lugar a cercos y brillos que dificultarán la visibilidad además de dar posibles problemas, como el resecamiento de las gomas.
Retrovisores
Ray Harroun inventó en 1911 el retrovisor como se inventan muchas cosas: por necesidad. Se disponía a correr en la primera edición de las 500 millas de Indianápolis con su Marmon Wasp prescindiendo de un elemento que era habitual por aquel entonces: un mecánico que, situado en la parte trasera del vehículo, controlaba los adversarios que corrían situados por detrás.
Cuenta la leyenda de Harroun que aquel día su mecánico no estaba disponible, y que en su lugar se dispuso a participar con un espejo montado en el coche. Tras vencer las reticencias de los jueces de carrera, venció la carrera circulando a una velocidad media de 120 km/h y se retiró con el mérito de haber pasado a la Historia de la Automoción como el inventor del espejo retrovisor.
Si las lunas del vehículo deben estar limpias, no hay razón por la cual no se deba prestar una atención similar a los espejos retrovisores. Cada vez son más los coches que incorporan retrovisores exteriores calefactados con resistencias que calientan los espejos y ayudan a eliminar el agua de su superficie. Sin embargo, sólo una buena limpieza —similar a la que realicemos con las lunas del vehículo— acabará con cualquier resto de suciedad que pueda molestarnos al observar a través de ellos.
Una particularidad de los retrovisores que no encontramos en las lunas del vehículo es que la superficie de los espejos puede ser plana o convexa. En el espejo retrovisor interior acostumbramos a encontrar espejos planos o con poca convexidad, lo que da lugar a un campo de visión reducido pero fiel a la realidad que muestran. Lo que vemos en el espejo interior es lo que hay.
En cuanto a los retrovisores exteriores, tenemos varias particularidades. De entrada, en España sólo es obligatorio por ley el espejo exterior izquierdo a no ser que el espejo interior no pueda proporcionarnos un campo de visión de 60 metros de profundidad por 20 metros de anchura. Si el espejo interior no nos da esa visibilidad, pasa a ser obligatorio el espejo exterior derecho.
La segunda gran particularidad de los espejos exteriores es que suelen fabricarse con superficie convexa para proporcionar el mayor campo visual posible y reducir en lo posible el ángulo muerto. Esa característica, sin embargo, conlleva el problema de que los objetos que refleja el espejo pueden parecer más pequeños y alejados de lo que realmente están, por lo que conviene reeducar la mirada para conseguir que estos elementos claves para la visibilidad cumplan con su función.
Diccionario de sistemas de seguridad del automóvil
Visibilidad, superficies acristaladas y retrovisores
Cualidad de la percepción que nos permite ver los elementos que nos rodean en la vía a una distancia suficiente, garantizada por los elementos transparentes y los retrovisores.
También denominado:
Cristales, parabrisas, luneta, ventanilla, vidrio templado, vidrio laminado, espejos, ‘retros’
Relacionado con:
Lunas
Inventor / Año:
Vidrio templado: Ruperto del Rin – Rudolph Seiden / 1660 – 1930
Vidrio laminado: Edouard Benedictus – John C. Wood / 1903
Retrovisor: Ray Harroun / 1911
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