Stop Accidentes presenta un código deontológico para las informaciones sobre seguridad vial

Josep Camós

12 de junio de 2008

Si creemos que la educación es la base de una buena salud vial, no podemos olvidar el papel que tienen los medios de comunicación en todo el proceso. Ciertamente, el trato que dan los medios a la seguridad vial es determinante a la hora de crear un estado de opinión sobre el problema de la carretera y sobre cómo nos afecta a todos.

La asociación Stop Accidentes ha redactado, en colaboración con la DGT, un código deontológico sobre cómo deberían elaborarse las informaciones sobre seguridad vial. Editado por Etrasa, el código hace una lista de varios puntos que son ciertamente interesantes a la hora de plantearse cómo informar acerca de un suceso, unas estadísticas, un informe que tengan que ver con el mundo de la circulación.

¿Afectan estas pautas solamente a los periodistas? Yo creo que no. Si vivimos en plena era de la información, es lógico pensar que todo el mundo, tanto quienes elaboran los contenidos de los medios como quienes los consumen, deberían ser conscientes de la necesidad de una ética de las formas a la hora de hablar sobre asuntos relacionados con los males de la carretera.

Entre las observaciones reseñadas en ese código, están todas estas, que quizá se podrían argumentar como sigue:

1. No confundir siniestro con accidente
Porque cuando hablamos de un accidente nos acercamos semánticamente al concepto del azar, mientras que una muerte en la carretera se acerca más a la imagen de algo siniestro, infeliz, funesto o aciago. Cada colisión, cada muerto, cada daño tiene unas causas, unos responsables y unas circunstancias que los envuelven. No son fruto de la casualidad, sino de una más o menos compleja causalidad.

2. Potenciar la expresión violencia vial
Porque quien se enzarza en un pique, quien conduce borracho, quien se lía a hacer adelantamientos vengan o no a cuento y poniendo en riesgo a los demás es una persona violenta que utiliza la vía para dar rienda suelta a sus más salvajes instintos. Y porque cuando se habla claramente, sin eufemismos, es cuando comenzamos a derribar las barreras dialécticas que demasiadas veces separan a las personas.

3. Informar más acerca del conductor homicida (con nombres y apellidos) y dignificar la información sobre las víctimas
Porque los muertos en la carretera también tienen nombre y una historia detrás, no puede ser que su involuntaria presencia en medios se limite a un frío número estadístico. Un número se olvida; una cara, un nombre, una historia, no. Si los medios nos venden la idea de que debemos conocer cualquier nimiedad sobre las personas más irrelevantes del país, que pasan por famosas, lo menos que podemos exigir es conocer la realidad que deja un siniestro para la víctima y para sus familiares y allegados.

4. Explicar correctamente las causas del siniestro y ser rigurosos con las fuentes
Porque conocer la base del problema es comenzar a buscarle una solución. Y porque escamotear las razones de un siniestro es sentar la base para que mañana tengamos el mismo panorama que hoy.

5. No publicar imágenes de cuerpos sin vida
Porque no aporta nada, absolutamente nada, ni a la información ni a la educación de las personas. En la actualidad, resulta mucho menos impactante la visión de un cuerpo sin vida a través de los medios que el testimonio bien estructurado de una víctima de la carretera. Y, dejando de lado la parte más educativa del asunto, porque la víctima no merece ese trato. Así de sencillo.

6. Contextualizar las noticias
Porque pese a la mejoría de resultados obtenidos en España, nuestras cifras están a la cola de Europa. Y porque la estadística es la herramienta perfecta para la simplificación interesada, tanto de políticos partidistas como de periodistas sensacionalistas.

7. Evitar la apología de la velocidad
Porque ensalzar la velocidad es incitar a la desmesura. Ya sabemos que entre nuestros conductores hay pilotos experimentados que controlan soberanamente sus actuaciones al volante. Pero siempre hay que pensar en el pobre desgraciado que, creyéndose un as del motor, acaba empotrándose contra un conductor y una familia que no tenían nada que ver con él.

8. Evitar el tono sensacionalista cuando se habla de un siniestro
Porque no aporta nada. Y porque ni la víctima ni sus familiares se merecen el trato vejatorio que supone convertirse en carroña mediática para el consumo compulsivo por parte de personas a las que en realidad les importa un pito los detalles escabrosos de la noticia mientras tengan algo de fondo para dormitar en el sofá.

9. Transmitir valores cívicos a los colectivos de riesgo, como los jóvenes
Porque sin una buena dosis de civismo no hay futuro posible.

10. Hacer seguimiento de las noticias en el tiempo
Porque la falta de seguimiento lleva a la banalización y al olvido de la realidad. Aunque, ojo, el extremo opuesto, el de la saturación, lleva al mismo punto muerto por la necesidad de autoprotección que sienten las personas cuando se exponen machaconamente a unos contenidos determinados.

11. Informar sobre las víctimas a través de las asociaciones
Porque la comunicación, bien canalizada, gana en eficacia. Y porque quien dispone de información de primera mano tiene muchos elementos para erigirse en un buen canal para la comunicación de esa información.

12. Dejar de lado la neutralidad para concienciar a la sociedad
Porque hace ya años que pasó a la historia la máxima de C.P. Scott según la cual «los comentarios son libres pero los hechos son sagrados». El periodismo actual, y más con el auge del periodismo ciudadano, contempla la unión de hechos y opinión en un todo que debe ser tratado con la máxima cautela, pero también con la mayor fuerza cuando hablamos de un interés común como es el de preservar la vida de las personas.

13. Aumentar la importancia y presencia de la muerte en carretera en los medios de comunicación
Porque luchar contra la banalización supone exponer el alcance real de la tragedia diaria que sufren miles de personas en nuestro país.

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Nota: las justificaciones que siguen a estas notas no han sido elaboradas por la asociación que ha promovido el código deontológico, sino que se trata simplemente de una serie de reflexiones hechas a modo de comentario como complemento a la información principal.

Vía | PRNoticias