Si te gusta la velocidad, elige un monumento y salta

Josep Camós

9 de noviembre de 2008

Cuando hablamos sobre la velocidad, topamos con un problema de comunicación. Para comenzar, nos expresamos en una unidad que no da una idea precisa y concreta de lo que estamos contando. ¿Cuánto son realmente 50 Km/h? ¿Es mucho? ¿Es poco? ¿Cuál es la equivalencia para que esa cifra nos diga algo realmente?

Echando mano de la calculadora, sabemos que recorrer 50 kilómetros en una hora viene a ser lo mismo que pasar 13,89 metros en un solo segundo (aproximadamente). Eso ya es algo más plástico. Y práctico. Si sabemos que recorremos unos 14 metros por segundo, quizá valoremos más lo que hacemos en cada segundo, no vaya a ser que nos pasemos 14 metros de largo en el peor de los momentos.

De forma parecida, tenemos tendencia a considerar que tanto da que circulemos a 50 Km/h como a 70 Km/h. Algunos conductores consideran que si las condiciones son favorables no hay por qué limitar la velocidad a 120 Km/h cuando ellos se sienten capacitados para circular a 160 Km/h sin mayor dificultad.

Vaca de plástico en mitad de la carretera

El problema viene cuando toda la energía cinética que acumula un vehículo al desplazarse no puede disiparse de forma gradual y progresiva con los frenos, sino que se disipa en fracciones de segundo como consecuencia de una colisión contra un elemento imprevisto, como la vaca de plástico que algún gracioso colocó en mitad de una carretera. Y suerte que era de plástico…

Cuando un vehículo colisiona, su energía cinética, producto de multiplicar su masa por el cuadrado de la velocidad a la que se desplaza y dividir el resultado por la mitad, se disipa con tal violencia que podemos equiparar esa reacción a lo que supondría lanzarse al vacío desde una determinada altura. A mayor velocidad, mayor sería la altura desde la que caeríamos sin casco ni arnés.

Esa altura se puede obtener mediante la fórmula h = v2/2g, donde g equivale a 9,8m/s2, que es la fuerza de atracción que ejerce la Tierra sobre todo bicho viviente.

Siendo así las cosas, podemos establecer dos equivalencias. De un lado, podemos ver qué distancia recorreríamos en un segundo a cada velocidad que normalmente denominamos en Km/h. Por otra parte, podemos comparar la magnitud de la tragedia en caso de colisión con una caída al vacío desde algunos monumentos famosos.


Puente romano, en Mérida53 Km/h
Cuando un vehículo colisiona a sólo 53 Km/h (14,72 m/s), es como si se precipitara desde unos 11 metros, que es más o menos la altura del Puente romano de Mérida. Un lugar que seguramente es precioso para visitarlo, pero no para lanzarse al vacío.

A 53 Km/h, en un solo segundo recorremos el espacio de tres coches puestos en fila.


Puerta de Alcalá, en Madrid70 Km/h
Cuando chocamos a una velocidad de 70 Km/h (19,44 m/s), la violencia de la colisión equivale a caer desde una altura de 19 metros, algo más de lo que mide la Puerta de Alcalá de Madrid. Una nota curiosa: los tests de choque del EuroNCAP se realizan a unos 64 Km/h.

A 70 Km/h, cada segundo pasamos de largo una cancha de voleibol.


Acueducto de Segovia85 Km/h
Una colisión a 85 Km/h (23,61 m/s) equivale según este cálculo a una caída libre desde algo más de 28 metros, que es como tirarse desde lo alto del Acueducto de Segovia. Estaréis de acuerdo conmigo en que hay maneras mejores de admirar este magnífico monumento.

A 85 Km/h, en un segundo dejamos atrás el tamaño medio de una ballena azul.


Cristo redentor, en Corcovado100 Km/h
Tener un encontronazo a 100 Km/h (27,78 m/s) supone escalar hasta lo más alto del Cristo Redentor de Corcovado, en Brasil, y lanzarse al vacío desde sus 40 metros de altura. La vista será impresionante, pero no sé yo si compensa el morrazo que nos pegaríamos.

A 100 Km/h, recorremos la longitud de una cancha de baloncesto en un segundo.


Torre de Pisa120 Km/h
Chocar a esa velocidad a la que algunos dicen que se duermen cuando circulan por autopista, 120 Km/h (33,33 m/s), es equivalente a subir a la Torre de Pisa y una vez arriba, saltar sin ningún tipo de miedo ni reservas hacia el suelo. 54 metros de caída libre para reflexionar si realmente era poca la velocidad a la que circulábamos. Y es que los sentidos nos engañan cuando varían nuestras referencias visuales. Cosas de la percepción.

A 120 Km/h, cada segundo recorremos la longitud de un avión Airbus A-319.


La Giralda de Sevilla160 Km/h
Los amantes de la velocidad sin límites estarán contentos de saber que chocar a 160 Km/h (44,44 m/s) tiene las mismas consecuencias que lanzarse en picado desde unos 100 metros de altura, que son algo más de lo que mide la Giralda de Sevilla. Ahí es nada.

A 160 Km/h, cada segundo se recorre prácticamente medio campo de fútbol.


Dicho todo esto, hay que tener en cuenta que cuando un conductor choca no lo hace a la misma velocidad que venía viajando, sino que suele frenar con anterioridad al golpe y así los daños ocasionados en el siniestro tienden a ser menores de lo que podrían llegar a ser. Sin embargo, lo que no cambia es que si el conductor tarda casi un segundo en reaccionar ante un imprevisto, la distancia que recorra puede ser excesiva si circula a una velocidad inadecuada. Y en cualquier caso, nunca está de más tener en cuenta estas equivalencias para considerar si en un momento dado vale la pena pisar el acelerador o bien preferimos llegar sin sustos a nuestro destino.

Foto | SCT, Kain Road cul de sac, teclasorg, exfordy, Toni Castillo, Phillie Casablanca, PictFactory, Paco Abato