Se te va la pinza, del cinturón

Jaume

30 de diciembre de 2011

Hará un par de días, en una divertida tertulia que calentaba las frías tardes de diciembre, surgió el tema de las modas incomprensibles que se extienden entre la población que podríamos llamar garrula. Una de estas tendencias concernía directamente a la seguridad vial, y me gustaría ponerla a debate con todos vosotros.

Concretamente, me refiero a la incipiente costumbre de colocar una pinza sobre el cinturón de seguridad justo antes de uno de sus anclajes (normalmente el que va cerca del hombro) para evitar que esté tan tenso. Una costumbre, por cierto, sobre la que el lector ds19tiburon ya nos avisó en un comentario cuando Josep nos hablaba hace unos meses sobre Cuándo abrocharse el cinturón.

Quiero pensar que, aunque no valoren su vida lo suficiente como para ponerse bien los pantalones, por lo menos no desean que termine de forma inminente y dramática. Por lo tanto, esta extraña actitud debe deberse (valga la redundancia) a la creencia de que, en estado flácido, el cinturón sigue siendo igual de efectivo. Veamos por qué no es así.

Cinturón de seguridad, probablemente mal colocado

Supongo que no descubro nada nuevo si digo que la finalidad del cinturón de seguridad es detener de forma adecuada el movimiento de nuestro cuerpo cuando el vehículo sufre una desaceleración pronunciada, por ejemplo en un accidente. Por el principio de inercia, aunque el vehículo esté perdiendo velocidad rápidamente, nuestro cuerpo tiende a seguir hacia adelante, a la misma velocidad.

En consecuencia, si algo no detiene nuestro cuerpo, lo más probable es que acabemos de bruces contra el salpicadero, el parabrisas. Aunque puede que la respuesta sea obvia, dejadme formular la siguiente pregunta: ¿por qué es malo colisionar con los elementos sólidos de nuestro vehículo?

Todo se reduce a la archiconocida segunda ley de Newton. Viene a decir que la fuerza necesaria para provocar una aceleración (en este caso, deceleración) es igual a la masa del cuerpo en cuestión multiplicada por la aceleración. Es decir, cuanto mayor sea la (des)aceleración, se aplicará una fuerza tanto mayor Las fuerzas elevadas son más bien aciagas, nuestro cuerpo no las soporta muy bien. Tiende a romperse y deformarse.

Si chocamos contra un elemento sólido, por ejemplo el volante, con una diferencia de velocidades grande (el volante se está deteniendo, nuestro cuerpo no), nuestro cuerpo sufrirá la pérdida de velocidad de forma brusca; el espacio disponible para detener el cuerpo se deberá únicamente a la deformación del volante. Y como el volante es sólido, se deformará poco: habrá poca distancia para perder la velocidad, con lo que la aceleración será enorme. En proporción, la fuerza será descomunal, con lo cual el que se deformará será nuestro cuerpo. En definitiva, nos partimos la crisma.

Crestas ilíacas, o máquina cortadora de fiambres

El cinturón de seguridad es diferente en muchos aspectos. Claro, sino no sería un elemento de seguridad. En primer lugar, está diseñado para deformarse. No lo parece a simple vista, ya que las deformaciones que sufre no son elásticas. Si lo fueran (es decir, si volviera a la forma original), entonces al recuperar la forma devolverían al cuerpo toda su energía cinética, lo cual estropearía lo ganado. Este es el motivo por el que es necesario cambiar los cinturones tras un accidente en el que han cumplido con su cometido. Como la deformación plástica se produce a lo largo de mayor distancia, las fuerzas son menores.

En segundo lugar, como el cinturón va ajustado al cuerpo, empieza a actuar enseguida, cuando la diferencia de velocidades entre el cinto y el cuerpo aún es pequeña. Aquí es donde entra la pinza que destensa el cinturón. Si está flácido, no empezará a actuar desde el principio. Como en el caso del volante, colisionaremos contra el cinturón, por lo que hará mucho peor su trabajo.

En tercer lugar, gracias a su anchura, el cinturón dispersa las fuerzas sobre una superficie mayor del cuerpo, disminuyendo en gran medida la presión. Y, además, lo hace sobre las zonas adecuadas y resistentes del cuerpo, directamente sobre el esqueleto: la resistente caja torácica y las crestas ilíacas, los huesos de la cadera que tienen forma de la máquina cortadora de fiambres que vemos en las charcuterías (y que, al retozar con según que mujeres, cortan igual…).

En conclusión, no sólo es de vital importancia que el cinto esté bien tenso, sino que esté colocado de la forma correcta sobre el cuerpo. Y supongo que todo lo dicho es más o menos obvio para la mayoría, pero si no saben ni subirse los pantalones, ¿qué van a saber de cinturones? Quizá estos vídeos pueden ayudarles a ponerse bien el cinto de seguridad

En Motorpasión | Cómo ponerse el cinturón de seguridad (sin ropa), según Citroën
Fotos | Saaby, Julija…!, Girl Interrupted Eating