Vamos a poner los puntos sobre las íes en un tema que me viene dando vueltas en la cabeza pero que no me acabo de aclarar sobre sus razones. Es simplemente no saber por qué hay tantas dificultades (de forma generalizada, estoy seguro de que aquí nos reunimos un nutrido grupo de excepciones) para entender la diferencia entre prohibición, límite y recomendación. Lo primero es que todas esas diferentes acepciones se encuentran recogidas debajo del gran paraguas de la norma, así que en teoría (y solo en teoría) todo debería estar meridianamente claro y ser además algo que cumplamos habitualmente por pura lógica. Si participas en el juego, tendrás que saber la mecánica del mismo.
Parece un eterno debate el de las normas, el sentido común y la autocapacidad de muchos conductores para practicar un «Easy Rider» en cuanto tienen oportunidad. Rebeldes sin causa o no, la realidad es que a diario se encuentran ejemplos de relax de las prohibiciones, conducción al límite (entiéndase límite impuesto por las señales verticales) y oídos sordos a las recomendaciones. El mundo al revés es el mundo real, y muchas veces es posible que no lo entendamos, pero todo tiene sus razones.
Prohibición
De la RAE:
prohibir.
(Del lat. prohibēre).
1. tr. Vedar o impedir el uso o ejecución de algo.
Las prohibiciones son como un caramelo para el cerebro, que inmediatamente reacciona con eso, una reacción. Es mucho mejor una obligación que una prohibición. De todas maneras, hagamos un experimento. Ahora mismo, cuando lo diga, no penséis en la playa. Imposible no hacerlo, es más, para cumplir lo que comento hay que pensar, necesariamente en la playa. Es una de las reacciones más simples, la única posible que tenemos para procesar el «no». El «no» no es natural, es algo notoriamente más complejo que el «si», y para los niños se revela como un arma poderosa a poco que empiezan a hablar. También para los niños, recibir un «no» por respuesta suele significar que quieran darle la vuelta y convertirlo en un «si». No es plato de buen gusto para nadie porque significa que hay una barrera que no nos permiten rebasar, y eso va contra natura.
No somos niños cuando nos ponemos al volante, pero cualquier imposición se convierte en una especie de luz brillante que atrae a las polillas. «Prohibido estacionar»: bueno, estacionar no es, solo voy a por el periódico. «Prohibido adelantar»: es que justo empecé a adelantar antes de la señal, ¿me tengo que quedar en el otro carril?. «Prohibido superar los 120 km/h»: los radares y la tolerancia de mi velocímetro hacen que pueda ir a taytantos por hora sin que nadie me multe. Simples excusas mentales para saltarse siempre que se pueda la prohibición.
En el caso de un niño, su propia naturaleza le impulsa a experimentar, equivocarse, buscar variaciones y volver a experimentar. En el caso de un conductor no sabría decir qué le impulsa a recelar de las prohibiciones. No es el mismo caso que los niños porque no se trata de prohibiciones morales, o de convenciones sociales, si no de un sistema complejo (no digo el mejor) que trata de regular las acciones combinadas de millones de conductores en una sola red viaria.
Límite

Coincide muchas veces, si no todas, con una prohibición (la de no rebasar dicho límite o, en el otro lado, la de circular por encima del maltratado límite inferior de velocidad). Nos restringimos, eso sí, a la velocidad. Entre pitos y flautas en España se ha liado bastante parda con el tema de reducir a 110 km/h el límite superior en autovías y autopistas. Un día hay que ahorrar, otro día se vuelve al origen y entre tanto se gastan casi 500.000 euros en pegatinas para la primera y la segunda vez que se modifica. Sin contar la mano de obra.
De todas formas, los límites son necesarios siempre. Un límite puede permitir perfectamente la libertad de acción (dentro de él) y nunca hay que confundir límite con libertinaje. El libertinaje significa hacer lo que uno quiera con independencia de lo establecido. Es una especie de anarquía, algo fuera del sistema. Significa por si fuera poco, en la mayoría de las ocasiones disminuir o perjudicar la libertad de los demás. En el caso de los límites de velocidad está claro que existen porque existen normas que los regulan, y esas normas están basadas en otros límites: los de las infraestructuras viales (y no me meto en más honduras, si no que comento lo que hay).
Existe la completa libertad para circular a cualquier velocidad dentro de los límites inferior y superior, por ejemplo en autovía (60 y 120 km/h a partir del 1 de julio, hoy todavía es 110 km/h). Dependerá de las condiciones de la vía, las condiciones psicofísicas del conductor y el contexto en el que circulemos, pero no está mal circular a 80 km/h en una autovía si existen razones para ello. Razones que pueden ser las de las personas que quieren seguir ahorrando combustible circulando a 100 km/h, o 90km/h o 110 km/h.
Por resumir, superar un límite de velocidad implica desobedecer una prohibición y además imponer nuestra libertad personal (más bien libertinaje), pudiendo poner en riesgo a otros (disminución o perjuicio de su propia libertad) o a nosotros mismos (término no encontrado).
Recomendación
De la RAE, otra vez:
recomendar.
1. tr. Encargar, pedir o dar orden a alguien para que tome a su cuidado una persona o un negocio.
2. tr. Hablar o empeñarse por alguien, elogiándolo.
3. tr. Aconsejar algo a alguien para bien suyo.
4. tr. Hacer recomendable a alguien. U. t. c. prnl.
Las recomendaciones son consejos. Los consejos se admiten o no, eso queda dentro de las capacidades de cada uno, pero lo que sí es cierto es que suelen ser mensajes de advertencia ante ciertos peligros, situaciones excepcionales, situaciones condicionadas por fenómenos meteorológicos, etcétera. La práctica demuestra que muchas veces las recomendaciones son descartadas inmediatamente «porque no son prohibiciones». Ese es el problema de las recomendaciones y el porqué de que existan tantas prohibiciones. Recomendar utilizar el cinturón de seguridad no es efectivo para que la mayoría lo utilice. Recomendar circular a 30 km/h en ciertas calles no es efectivo. Recomendar extremar las precauciones ante un paso de cebra (aunque realmente es una regla) no significa nada para los apurados que aceleran porque todavía no has pasado el primer carril. Incluso la recomendación de precaución de la luz amarilla del semáforo es un acicate para no cumplir la prohibición de seguir adelante cuando llega la roja.
Creo que las recomendaciones son lo mejor que nos puede pasar, lo que más deberíamos aceptar en la carretera (amén de cumplir los límites y observar las prohibiciones), pero parece que no lo tenemos del todo aprendido. O simplemente puede que se trate de un problema de solución incierta. Lo que sí es seguro es que vale la pena seguir las indicaciones y las recomendaciones para llegar a buen puerto, y ahora en verano esto es más cierto que nunca. Con tanto lío (virtual, porque no debería haberlo) entre prohibición, límite y recomendación es natural que tengamos que seguir, día a día, razonando sobre ello.
Fotos | Wikipedia, monicasecas, imageshack, juglar del zipa