Después de leer varios artículos anteriores sobre el rebufo me quedo con una explicación que escuché hace tiempo: «Vacío que deja un vehículo a su paso y que es aprovechado por el vehículo que circula detrás». Es un buen ejemplo para los que no entendemos mucho sobre competiciones de velocidad pero que aplicado a la conducción, con nuestro automóvil, nos da a entender que se trata de un fenómeno que puede ser utilizado interesadamente por unos e ignorado por otros.
No hace falta ser un entendido en la materia para llegar a la conclusión de que circulando con nuestro vehículo detrás de otro de igual tamaño o superior, el precedente hace el esfuerzo de apartar el aire y echarlo hacia los lados. De todas maneras, Jaume con la explicación que aportó sobre los principios físicos del rebufo lo dejó bastante claro. Pienso que esta conducta, fuera de un circuito de velocidad, puede traer consigo graves consecuencias para los usuarios de la vía sobre todo, si intervienen vehículos de dos ruedas y hay por medio desplazamientos o cambios de carril. Veamos por qué.
Entre las características más importantes de los vehículos de dos ruedas (como son las bicicletas, ciclomotores y motocicletas) pueden destacarse que son más inestables al apoyarse sobre dos ruedas, son más frágiles al carecer de carrocería y no son tan visibles. Por eso, su manejo requiere una preparación especial conjugando teoría y práctica como vemos en el video sobre la conducción segura en motocicletas.
En cuanto a la influencia de la vía sobre los accidentes de vehículos de dos ruedas puede destacarse: la nueva construcción de un resalto convertido en paso de peatones, los pequeños badenes «parrillas» que nos advierten de la proximidad de un cruce, las deficiencias en el suelo como por ejemplo la existencia de un socavón, etcétera. Si a esto le añadimos: velocidad, obra no señalizada, inexperiencia, pintura del paso de peatones deslizante por lluvia… etcétera, tenemos lo que se llama la antesala del accidente.
De los tres factores que intervienen en los accidentes, el conductor, el vehículo y la vía, es el conductor, el que tiene mayor protagonismo porque exige al vehículo más de lo que puede dar, al acelerar, frenar, accionar los mandos de la dirección, en relación con las posibilidades de evitar un accidente ante una situación de riesgo como son las corrientes de aire originadas por un adelantamiento sin guardar la distancia lateral o el hecho de cruzarse con otro vehículo igual o de distinto tamaño.
Si circulamos con un vehículo de dos ruedas tenemos que tener muy en cuenta el peligro que el viento lateral representa para nuestra seguridad, ya que puede producirse el vuelco del vehículo e incluso sufrir una salida de vía. Para ello, en el momento de prever «entrar en rebufo» debemos reducir la velocidad según sea la corriente de aire para mantener la trayectoria del vehículo sin brusquedades y sin crear situaciones peligrosas para los demás.
Poner en riesgo nuestra vida y la de los demás al colocarnos detrás de un camión o autobús para que nos aparte el aire y así bajar nuestro consumo de combustible es una conducta temeraria que puede ocasionar un grave accidente tanto para el que comete la infracción, al no guardar la distancia de seguridad, como al conductor del vehículo que desconoce que está siendo utilizado. Imaginaros si el vehículo que va delante tiene que aminorar su marcha o frenar ante cualquier imprevisto.
Finalmente comentar que el rebufo como causa de accidente no existe, a no ser que las corrientes de aire hayan sido provocadas por condiciones ambientales o por la propia naturaleza. Contra esto no podemos hacer nada; sin embargo, son muchas las circunstancias que pueden servir de indicio o aviso para que como conductores adoptemos las debidas precauciones y evitar el posible conflicto, como por ejemplo:
Desplazamiento de carril y adelantamientos
Ante los cambios de carril o desplazamientos laterales el conductor de un vehículo de dos ruedas tiene que tomar una precaución extrema por ser el vehículo menos visible y vulnerable tanto en carretera como en ciudad. Los conductores de las motocicletas se han ganado a pulso su inseguridad vial al utilizar los arcenes para evitar la congestión del tráfico.
La ocupación de la parte derecha del carril cuando ya está siendo utilizado por otro vehículo o la utilización de los arcenes para ponerse los primeros en la línea de salida ante un semáforo en rojo son maniobras frecuentes de ciclomotores y motocicletas. La circulación urbana tiene unas reglas y como usuarios debemos de cumplirlas si no, ¿para qué se hacen las normas?
Actualmente, se enseña a los nuevos alumnos aspirantes a obtener su autorización para conducir que, en casco urbano, hay que utilizar el carril que más convenga a su destino. Una norma que se implantó al disponer las avenidas de más de un carril para el mismo sentido y para poder permitir al mismo tiempo los cambios de dirección a la izquierda o a la derecha. Todo un avance que da licencia a los conductores de vehículos de dos ruedas a cambiar libremente de carril.
Una novedad, que fue necesaria, para dar mayor fluidez a las corrientes circulatorias dentro de los planes de urbanismo y que ayuda a una mejor ordenación del tráfico cada vez más denso. Pero como toda norma, sino se explica debidamente está destinada al fracaso. Particulamente comparo algunas novedades que se hacen del reglamento de la circulación como las que se produjeron en su día con la liberación del teléfono móvil o el destape en televisión allá por los años 70. Esos excesos de cobertura vial son difíciles de controlar después. Por eso, la cuestión es saber diferenciar el trasfondo de la norma y como en todo, tener en cuenta los efectos secundarios.
De la norma de circular por la derecha, que sigue siendo la norma general, existe la salvedad de poder utilizar el carril que mejor convenga a nuestro destino siempre que la calzada disponga de más de un carril para el mismo sentido y que no seamos un obstáculo para la circulación de los demás vehículos. Además, el carril que escojamos no debemos abandonarlo más que para prepararse a cambiar de dirección, adelantar, parar o estacionar.
Todo hasta aquí es muy bonito, pero llevarlo a la práctica puede resultar bastante complejo si esas cuatro maniobras que he mencionado antes la realizan cuatro conductores que circulan al mismo tiempo y en el mismo sentido. Por tanto, la fluidez y ordenación del tráfico no puede estar reñida con el uso y compatiblidad del carril limitado por su anchura a un sólo vehículo y no por varios como ocurre en el caso de la circulación de vehículos de dos ruedas.
Ante los desplazamiento de carril y adelantamientos por ciudad o carretera con doble sentido de circulación lo mejor es, conducir sujetando el volante del coche o manillar del vehículo de dos ruedas sin rigidez pero con firmeza, valorar la situación así como el tiempo que emplearemos en la maniobra, moderar la velocidad al aproximarnos a otros vehículos u obstáculo y por supuesto aumentar la distancia de seguridad tanto a nuestro frente como en los espacios laterales para los casos de adelantamiento.
Foto | Min Master, Amio Cajander, Flox Papa
Video | motociclismo
En Circula Seguro | El rebufo (y3): sus consecuencias