Miquel Bort: “Entre todos estamos salvando vidas… y esto merece la pena”

Josep Camós

6 de enero de 2009
El mosso d’esquadra es autor del libro ‘Cómo evitar un accidente de tráfico’

No todos los días se levanta uno con la posibilidad de interrogar a un agente de la Policía, así que cuando se me presentó la oportunidad la aproveché. Él es Miquel Bort, cabo de los Mossos d’Esquadra especializado en asuntos de Tráfico y autor del libro Cómo evitar un accidente de tráfico, editado por la Fundación José Pons y por Silva Editorial en su versión en lengua catalana. Ese trabajo le ha valido varios premios y menciones, entre otros la Medalla de Honor de la Carretera que sostiene con orgullo en la imagen que acompaña a estas líneas.

Bort vive la Seguridad Vial en primera persona y la transmite a los demás con la misma pasión con que la siente. Se dedica a ese cometido en los numerosos talleres sobre Seguridad Vial que imparte allá donde le llaman. La próxima cita es el día 15 de Enero en Madrid. Cuando le hablan sobre el tema, con sólo unas palabras es capaz de romper la barrera psicológica que tantas veces separa al policía del ciudadano común. Sabe llegar a las personas, y quizá por eso se siente como pez en el agua cuando le paso algunas de las muchas preguntas planteadas por varios lectores de Circula Seguro con ocasión de esta entrevista.


Parece que últimamente el problema vial está calando en la opinión pública e incluso comenzamos a tener unas reducciones de la siniestralidad bastante llamativas frente a lo que sucede en países como Estados Unidos, por ejemplo, donde la mortalidad casi nos duplica y nadie parece tomar cartas en el asunto. ¿Cómo ve la situación actual de la seguridad vial en nuestro país? ¿Detecta ya un cierto nivel de concienciación cuando habla con la gente?

Tal y como usted comenta, las cifras “hablan” y nos dicen que en los últimos años se han reducido los accidentes mortales. Ahora mismo acaban de salir en todos los medios de comunicación que en este pasado 2008 se han reducido los accidentes mortales respecto al año 2007 un 20% en España y que la reducción con datos comparativos de lo que sucedía a inicios del 2000 es nada más ni nada menos que un descenso por encima del 50%.

Personalmente, estas noticias son motivo de orgullo para toda la gente que, de una forma u otra, luchamos contra los accidentes. Aunque, a mi parecer, esto ha sido fruto de muchas intenciones aportadas no sólo por la Administración, que en sus decisiones ha contribuido y mucho. También hay que halagar el gran trabajo del sector del automóvil, que invierte cada vez más en seguridad y en una publicidad más responsable, o a los medios de comunicación que han dado interés a todo lo referente al tráfico, o a las asociaciones de víctimas del tráfico que con su voz han pedido prudencia y mano dura con los infractores, etcétera.

Usted me pregunta por la concienciación y yo le debo decir que sí. Que desde los últimos años, a mi juicio, ha habido un notable aumento en este aspecto por parte del factor clave en los accidentes… el conductor/a. Y, como antes, esto ha sido labor de todos… el carné por puntos, la reforma del Código Penal, las campañas informativas, mejores profesores de seguridad vial, la presión policial a los infractores, la gran labor de las asociaciones de víctimas, etcétera. Aún así, afrontando con optimismo la seguridad vial en Cataluña, al igual que en España, personalmente pienso que queda mucho trabajo por hacer y que nadie tiene que bajar la guardia, porque en el asfalto siempre serán demasiadas las víctimas.

Estamos, pues, algo más concienciados. Pero, dígame, si un chaval ve en la tele el anuncio de un videojuego sobre conducción agresiva, luego el anuncio de una campaña de concienciación de la DGT y finalmente el spot de un vehículo cuyo máximo atractivo reside en su potencia y su velocidad, ¿qué mensaje cree que le llega al chico?

Tal y como usted me “pinta” la pregunta, seguramente mi respuesta será muy parecida a su opinión… El pobre chaval estará hecho un lío y seguramente a esa edad deseará tener ese coche para conocer y experimentar las sensaciones de la velocidad. Personalmente creo que ciertos juegos, al igual que ciertos anuncios (cada vez menos) no son compatibles con la seguridad vial. De igual manera, creo que la Administración debería vetar según qué juegos, y no porque no aportan ningún valor, sino por cómo pueden actuar en el desarrollo de nuestro hijos.

Una pistola, mal empleada, puede matar. Un vehículo, también. ¿Podemos equiparar el uso incorrecto de un vehículo con el uso incorrecto de un arma?

Aunque entiendo perfectamente su símil, quiero empezar diciéndole que una pistola es un arma y como tal su uso esta vetado por nuestras leyes salvo excepciones. En cambio un vehículo es un medio de transporte. Pero sí es cierto que en algunas situaciones este medio de transporte puede ser utilizado como un arma. Es entonces cuando la Ley debe actuar y castigar con todo su peso a su autor/a. Por otra parte, siempre digo que cualquiera, yo incluido, podemos tener un accidente al momento en que nos sentamos al volante de un vehículo por x circunstancias. Pero, a mi modo de entender, si uno/a, por ejemplo, ha bebido y además circula de forma temeraria y a toda velocidad por el centro de una ciudad y atropella a una persona en un paso de peatones, para mí esta circunstancia no es para nada accidental. Existe una causa (su conducta) que crea un efecto (el atropello). Y sí, aunque aquel conductor posiblemente no tenía la intencionalidad de atropellar a nadie, su actitud ha provocado una situación punible.

Intencionalidad, actitud, situaciones punibles… Oiga, ¿cree usted que recibimos la formación inicial adecuada para manejar un vehículo?

En nuestro país los accidentes de tráfico representan la primera causa de muerte en la franja de edad de los 0 a los 45 años. Con este titular, permítame que conteste a su pregunta haciendo una matización. Quizás la formación que se reciba en la autoescuela sea suficiente, pero la base del alumno que llega creo que no. Conducir es un acto de una grandísima responsabilidad donde está en juego no solamente la vida del conductor, sino también la de los pasajeros de ese vehículo y de los demás usuarios de la vía. Es aquí donde yo creo que se debe trabajar y mucho, en ser capaces de hacer entender a todos los conductores de esta gran responsabilidad. Por eso soy un férreo defensor de la formación en educación y seguridad vial. ¿De qué sirve tener coches y carreteras inteligentes, si no somos capaces de tener conductores inteligentes?

Miquel Bort, impartiendo un taller en una escuela

¿Debe la sociedad implicarse en la mejora de la formación de los conductores?

Rotundamente sí y en todos los aspectos. Los accidentes, tal y como mencionaba antes, representan un coste humano importantísimo que, sin duda es el aspecto más terrible, pero también conlleva un elevado gasto económico de más de 15.000 millones de euros al año.

¿De qué sirve la lección del profesor o el anuncio de seguridad de los organismos oficiales si, por ejemplo, el padre del chaval no se pone el cinturón? La educación empieza en el hogar, donde los padres somos el ejemplo a seguir y una referencia para nuestros hijos. Por otra parte, también aplaudo a aquellas empresas que invierten en formación en seguridad vial para sus trabajadores: los accidentes de tráfico representan aproximadamente el 60% de los accidentes laborales.

¿Qué pueden hacer unos padres por la educación vial de sus hijos?

Bueno, creo que se pueden hacer muchas cosas, aunque es importante saber la edad de referencia. De todas formas, en términos generales, le diré que dar ejemplo es una forma de educar. ¿Qué hará el hijo que ve a su padre hablar con el móvil mientras conduce o circular sin casco con una motocicleta? ¿De qué servirá el «sermón» de su profesor, que aboga por el uso del casco?

Miquel Bort, impartiendo un taller de Seguridad VialPermítame ponerle un par de ejemplos: Tengo un niño de 4 años al que desde siempre le hemos inculcado el uso del cinturón (con las típicas rabietas iniciales) y su porqué. El verano pasado, pensando que mi mujer ya se lo había abrochado, salí del garaje rumbo a la playa. Pues bien, a los 20 metros el niño empezó a llorar porque no llevaba puesto el cinturón. Él ya tiene el hábito de su uso y ahora asocia subir al coche con llevar el cinturón. Lógicamente, paramos y atamos al pequeño.

En una ocasión, un domingo de madrugada, un chaval de poco más de 18 años nos dio positivo en un control de alcoholemia. Al cabo de un rato su padre vino para hacerse cargo del chaval. Aquel padre nos increpó porque veía injusto el hecho de denunciar a un chaval por unas copas de más e incluso nos amenazó con denunciarnos por nuestra labor desproporcionada… ¿Cree usted que el chaval no volverá a beber?

Se habla mucho de la velocidad y el alcohol como causa de siniestralidad. Vemos muchas campañas sobre estos factores de riesgo y sabemos que son causa o circunstancia agravante en muchos siniestros. Sin embargo, ¿qué pasa con el resto de infracciones, consideradas a veces «menores» pese al peligro que conllevan? Me refiero a cambios de carril a destajo, stops que no se respetan, distancias de seguridad inexistentes… Todas esas acciones que contribuyen a la pérdida de credibilidad de las normas, ¿se persiguen de igual manera que la alcoholemia o el exceso de velocidad?

Los agentes de tráfico aplicamos el Reglamento General de Circulación en su contenido. Y, tal y como usted menciona, hay infracciones que conllevan un mayor «castigo» que otras. Por ejemplo, haciendo referencia al contenido de su pregunta, saltarse un stop representa 150 euros y la pérdida de 4 puntos, en cambio una alcoholemia puede representar fácilmente 600 euros y 6 puntos.

Los agentes de tráfico tenemos y podemos aplicar la discrecionalidad, es decir, una cierta tolerancia dependiendo del tipo de infracción y de la situación. Por ejemplo, hace unos meses un señor se «saltó» un semáforo en fase roja en mi presencia. Acto seguido hice el alto al vehículo en cuestión, pero este ni siquiera hizo la intención de parar. Salimos detrás de él y al cabo de poco tiempo pudimos detener el vehículo. Al verle me di cuenta de que aquel hombre, de edad avanzada, tenia un problema visual importante y que posiblemente ni me vio.

¿Qué hice? Le denuncié por la infracción del semáforo y no por desobedecer mis órdenes al hacerle el alto. Más tarde, miré de localizar a su familia para explicarle el problema visual de su padre y el peligro que representa para todos si sigue conduciendo. Finalmente hice un informe para la DGT exponiendo estos hechos y solicitando una revisión médica extraordinaria para el señor en cuestión.

Volviendo a su pregunta, creo que todas las infracciones se persiguen por norma general, aunque algunos controles, como los de alcohol el fin de semana, son el buque insignia de las dotaciones de tráfico y su eficacia es indudable. Los cambios de carril a destajo, los stops, etcétera, son sin duda denunciados en la inmensa mayoría de las veces que estos son detectados. De todas formas, no le quito razón cuando usted menciona que algunas de estas acciones conllevan peligro de accidente.

Mossos d'Esquadra dan el alto a un camión

En no pocas ocasiones se ha discutido sobre la falta de un seguimiento más exhaustivo del cumplimiento de la Ley por parte de los conductores del transporte ligero de mercancías, lo que vulgarmente se conoce como «furgonetas blancas» (independientemente del color de su carrocería). ¿Está usted de acuerdo con que existe una cierta falta de control? ¿Cree que debería incrementarse la presión sobre este tipo de vehículos para garantizar que circulasen en mejores condiciones?

Desconozco la metodología de trabajo en otras comunidades autónomas. En mi demarcación de trabajo, por norma general todos los turnos de trabajo tenemos alguna que otra inspección de transportes donde se inspeccionan a estos tipos de vehículos. Además, evidentemente, también son controlados en los habituales controles de velocidad y alcoholemia que realizamos. Personalmente creo que la presión ejercida es la justa. Además, le diré que puedo dar fe de que dentro de este gremio hay también excelentes profesionales.

Las distracciones están a la orden del día en materia de siniestros. El manejo del GPS, móvil o unos simples auriculares implica una falta de atención sobre lo que hacemos al volante. ¿Cómo se podría concienciar al conductor sobre esas actividades que en sólo unos segundos pueden acabar con su vida o con la de los demás?

La distracción es la primera causa de los accidentes atribuidos al error humano. A su pregunta le respondería con sus mismas palabras: concienciando, haciendo ver la gran responsabilidad que representa conducir un vehículo y el peligro que acarrea su acción. Para ello, personalmente abogo por la formación en seguridad y educación vial. De hecho, actualmente estoy realizando unos talleres de seguridad vial en colegios, empresas, etcétera, donde intento hacer ver este y otros peligros. Lógicamente, todo ello sin desmerecer el importante efecto concienciador que produce la denuncia.

Y no sólo realiza talleres. Usted mismo fue el precursor de que una discoteca de la zona donde reside se implicara a fondo en la lucha contra la siniestralidad vial financiando parcialmente el taxi que muchos chicos utilizan para volver a casa sanos y salvos. Precisamente nos escribe una madre preocupada y nos deja la siguiente pregunta: ¿Cree que debería ser obligatorio ir en transporte público a los lugares de ocio?

Bien, en primer lugar me gustaría decir que hay muchos jóvenes responsables en nuestro país que conducen con una impecable tasa de 0,0. Personalmente, considero muy drástica una medida de estas características que entre otras cosas afectaría negativamente a muchos locales por su ubicación y vetaría el libre movimiento de mucha gente.

Creo que existen fórmulas mucho más acordes y factibles como, por ejemplo, justamente, el fomentar el transporte público en los centros de ocio como medida alternativa a aquel chico/a que sabe que va a beber o el que simplemente no desea conducir esa noche. También otras medidas preventivas como instalar alcoholímetros en las salidas de las discotecas, el concienciar a los chavales en el núcleo mismo centro de ocio… ¿Cómo? Con campañas informativas donde hablar objetivamente y en su mismo lenguaje del peligro de mezclar alcohol y/o drogas con la conducción, con mensajes en las pantallas de la discoteca, facilitándoles acceso a información sobre seguridad vial, etcétera. Evidentemente, esto no sustituiría la importante función policial del control de alcoholemia y drogas en las carreteras vecinas al centro de ocio en cuestión. Más bien seria, a mi juicio, el complemento ideal.

Miquel Bort, en una presentación de su libro

Hace poco se dio a conocer la noticia de que la mitad de los conductores europeos apenas conocen las señales de tráfico. ¿Cuál es la reacción del conductor cuando un policía le para y le dice que lo que hace está mal y que debe pagar por ello?

A nadie nos gusta, en términos generales, que nos paren, y menos que nos pongan una denuncia que conlleva una pérdida económica. Por ello, los agentes de tráfico no debemos esperar ni besos ni abrazos, simplemente hay que ser correcto y respetuoso. Personalmente, me gusta explicar las razones de la denuncia, hacerlo ver al conductor y justificar mi actuación. Y debo añadir que a la mayoría de conductores a los que les he notificado una infracción han tenido siempre conmigo un comportamiento correctísimo.

Usted es un agente de la Policía de esos que se dedican a perseguir a la gente e imponerles sanciones, y sin embargo despierta todo tipo de muestras de afecto y respeto. Y además, está más solicitado que los concursantes de un reality show. ¿Cómo consigue conectar de esta forma con la gente?

Me halaga todo lo que dice sobre mí, así que quiero empezar dándole las gracias. No sé muy bien qué contestarle, pero le diré que siempre he intentado tratar a los conductores y, cómo no, a las víctimas de los accidentes, de la misma manera que me gustaría que me trataran a mí. Por otra parte, soy familiar de víctimas del tráfico, mi granito de arena en la lucha contra la accidentalidad está fuera y dentro de mi trabajo. Siento empatía por todas las víctimas del tráfico y puedo mirarles a los ojos cuando debo comunicar una muerte. Y sí, a veces he llorado por la tragedia ajena, no tengo vergüenza alguna en decirlo, porque ante todo soy humano.

Cómo evitar un accidente de tráficoPor último decir que, tal y como antes he mencionado antes, soy un férreo defensor de la educación en formación y seguridad vial. Creo que es una inversión abogar en estos valores. En las charlas, conferencias y talleres de seguridad vial que realizo intento hacerles ver a los participantes todo aquello que un agente de tráfico ve a diario, pero con el corazón en la mano, siendo honesto, transparente y humano. El modelo funciona y quizás por ello el «éxito» y las diversas solicitudes que recibo de realizar charlas en ayuntamientos, institutos, empresas, asociaciones, etcétera.

¿Ha pensado en llevar los contenidos de sus charlas a un programa de televisión sobre seguridad vial?

Bueno, no exactamente, pero debo decir que animado por varias críticas que me sugirieron algo parecido hice un pequeño proyecto que envié a un contacto de una cadena pública por si encontraran de interés la propuesta… Nadie me ha respondido.

En mi pequeño proyecto se hablaba de un espacio televisivo de unos 30 minutos semanales (los viernes) donde se hablara de seguridad vial en todos sus aspectos, un poco de mecánica, de las típicas preguntas que a uno le hacen y de nuestro servicio. En el espacio también apunté un servicio donde el espectador pregunta y le responde un técnico en el tema: mecánica, derecho, seguridad vial…, una entrevista tipo test sobre seguridad vial a un personaje famoso, etcétera. Particularmente creo que el espacio funcionaría y que la cadena encontraría fácilmente patrocinadores para los diferentes bloques: marcas de vehículos o de neumáticos, aseguradoras, cadenas de tiendas dedicadas al coche, respaldo de instituciones…

Su libro Cómo evitar un accidente de tráfico comienza con una dura confesión que explica en buena medida su implicación con la siniestralidad de la carretera y su forma de proceder cuando debe comunicar una noticia fatal a los familiares de las víctimas. Desde su perspectiva, ¿cree que los agentes reciben una formación adecuada para llevar a cabo esta dura labor?

Siempre digo, y así lo pienso, que uno, por mucha formación y experiencia que tenga, nunca dirá lo suficientemente bien una comunicación tan terrible. Simplemente porque nadie quiere escuchar aquello que estás diciendo. Es durísimo para los familiares y para nosotros, es sin duda la parte menos agradable y más dura de nuestro trabajo.

Los accidentes de tráfico se han llevado de mi lado seres muy próximos, un hermano y una sobrinita. Esta experiencia me ha dado capacidad de empatía. Me permite, en cierta manera, ponerme en su lugar. Por ello, siempre que comunico una muerte, o incluso un accidente grave, a gente que vive no demasiado lejos de mi domicilio, si las circunstancias son las apropiadas me gusta hacerles una visita, fuera de servicio, pasadas unas semanas. Creo que es muy importante mostrarte todo lo humano posible, que lo que les ha pasado nos importa. Personalmente no lo paso bien, pero no me importa, sé que esto ayuda. Con ello tengo suficiente.

Taller en una empresa

¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros, desde nuestras casas, desde el trabajo, desde los blogs de internet, para mejorar el panorama de la seguridad vial en nuestro país?

¡Uf! Hay tantos granitos de arena que podemos hacer… Escribir este libro me ha permitido conocer gente increíble que esta aportando «granitos» importantísimos: agentes de tráfico, policías municipales, profesores de seguridad vial, médicos, asociaciones de víctimas del tráfico, políticos, familiares de víctimas… Todos ellos, con su labor anónima y a veces en la sombra están haciendo con sus granitos verdaderas montañas que contribuyen y mucho a aumentar la seguridad vial.

Los accidentes de tráfico, hoy por hoy, son un problema muy grave en nuestro país, así que dando respuesta a su pregunta, pediría ejemplo para sus hijos a los padres, formación vial en los centros educativos, empresas que «inviertan» en seguridad vial para sus empleados, y que aquellos que contribuyan con sus «granitos» sigan en la brecha, que no decaigan en su gran labor.

Finalmente, déme un titular para la ocasión.

«Entre todos estamos salvando vidas… y esto merece la pena.» Un fuerte abrazo a todos ustedes y les deseo para siempre un buen viaje. ¡Gracias!

Foto | © Miquel Bort

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