Cuando era pequeño, mis padres me decían que no sacase las manos por la ventanilla, o la cabeza, porque podía golpearme con algo. No recuerdo las palabras exactas, pero por aquélla época, si no recuerdo mal, circulaban historias y rumores de personas que se quedaban mancas, o peor, porque había sacado un brazo por la ventanilla y un camión se lo había arrancado. Estas historias seguro que se magnificaban, o eran exageradas e inexactas, o simplemente alguien las había inventado, pero no por ello dejan de tener su parte de verdad.
En el coche, la cabeza y las manos y brazos deben quedarse dentro del habitáculo (y las piernas también). Existen sobradas razones para ello, pero la del posible golpe provocado por otro vehículo es, sin duda, la más peligrosa y la que más papeletas tiene de ser una posibilidad real.
Con el paso de los años, los españoles aprendimos que la buena postura dentro del coche, el uso y correcta colocación de los sistemas de retención infantil y la ausencia de sorpresas dentro del coche (como un niño que decida pasar a la fila de delante porque va suelto) mejoran la seguridad vial y nuestra esperanza de vida. Afortunadamente, cada vez son más raros los casos de niños que viajan sin el correspondiente SRI, diseñado específicamente para su talla y peso, y que entre otras cosas limita su libertad de movimientos, y el acceso a mandos como, por ejemplo, el de la ventanilla.
Sacar la cabeza por la ventanilla es algo que ya no se hace, al menos no de manera habitual. Siempre hay, y habrá, casos de personas que hacen alguna locura, o una estupidez, y que se ponen en riesgo o ponen en riesgo a otros. Hace relativamente poco tiempo, en un atasco en Sevilla, me fijé en el copiloto del coche que iba delante de mí y vi como estaba haciendo algo con la mano, y acto seguido la sacaba por la ventanilla como para tirar «algo». Buscaba «petróleo», por decirlo con un eufemismo. Mientras se deshacía de su historia, un motorista pasó por nuestro lado, no a toda velocidad, pero sí a una velocidad suficiente. Pasó rozando su mano.
Esa tontería, porque es lo que es, pudo convertirse en un golpe de ciclomotor a 20 km/h contra una mano inerte que no tenía que estar en ese sitio, precisamente. Es un ejemplo vulgar, de mi vida cotidiana, pero es significativo porque en los atascos tendemos a pensar que todos estamos detenidos, pero la realidad es que las motos y los ciclomotores y scooter pueden «serpentear» entre los coches y darnos un disgusto.
Sacar la cabeza por la ventanilla no solo implica que el cinturón de seguridad lo tenemos desabrochado, o que el niño no lleva un SRI en condiciones, sino que es una temeridad absoluta. Sin mano, o brazo, podemos vivir, pero sin cabeza…
Cuando pienso en este tema, recuerdo una escena en particular de la película Death Proof, de Tarantino, en la que unas chicas conducen de noche en un coche muy molón, cantando y siendo muy felices, con los pies fuera de la ventanilla, y…