El incidente o siniestro vial con ocasión del tráfico de vehículos (con o sin motor) y en donde también participan peatones y ciclistas, ya sea en casco urbano o interurbano, no se produce de forma repentina o como caído del cielo (falsa creencia), sino que se trata de una sucesión encadenada de hechos que se producen en dos dimensiones físicas: en un terreno, sitio o lugar y en un intervalo de tiempo.
El escenario vial ya lo conocemos, es decir, es por donde nos movemos. Un espacio donde existen varias zonas, fases o áreas para explicar o reconstruir lo sucedido dentro de una secuencia temporal recorrida por un vehículo o peatón. Pues bien, una de esas fases sería la percepción, es decir, la acción y efecto de comprender o conocer algo.
La fase de percepción del movimiento
La fase de percepción del movimiento es la fase del incidente o siniestro vial donde el conductor o el peatón llegan a percibir el peligro a través de información visual de la retina y mensajes de los músculos alrededor de los ojos. Una fase que podemos dividirla, a su vez, en dos puntos de percepción:
Percepción Subjetiva. Para realizar una valoración subjetiva del riesgo hay que tener en cuenta que cuanto más próximo está un evento más probable se le considera real. Por eso, dicha visión sería el momento y lugar donde la situación inesperada o peligrosa podría ser percibida por una persona normal. Por ejemplo, si medimos la distancia que hay entre el vehículo y la señal de «stop» de un cruce podremos calcular el tiempo que puedo tardar si aplico una velocidad que nos garantice llegar con seguridad y sin necesidad de aplicar el sistema de frenado.
Percepción Objetiva. La sensación es lo que nuestro cerebro recibe a través de los sentidos. En este caso, aplicado a la conducción, puede definirse como lo que ve el conductor, es decir, el momento y lugar en el cual el conductor o peatón percibe realmente por primera vez el peligro o la situación anormal. Una situación que tiene que interpretar en base a sus conocimientos y experiencia para actuar con seguridad.
La percepción de la realidad puede ser muy distinta
Por otro lado, tenemos que saber que en ocasiones creemos ver movimiento en objetos estáticos. De ahí que exista el movimiento real que depende del movimiento de las imágenes a través de la retina, es decir, el desplazamiento físico de un objeto de un lugar a otro. Si detenemos nuestro vehículo y miramos de reojo los objetos a nuestro alrededor, lo que vemos a los márgenes de la carretera seguirán pasando a través de la retina pero los mensajes de los músculos del ojo contrarrestan a los de la retina y entonces los objetos que vemos se percibirán como inmóviles.
Sin embargo, nos enfrentamos con ilusiones ópticas cuando percibimos movimiento en objetos que en realidad están estáticos o al revés. Un ejemplo muy claro lo tenemos en las grandes rectas de carreteras convencionales con línea discontinua que nos permite adelantar pero que no nos atrevemos a adelantar por no precisar o no saber calcular la distancia que tenemos para realizar correctamente la maniobra. Si le añadimos, al ejemplo anterior, la proximidad de un cruce y la presencia de un vehículo especial (tractor agrícola) puede que, incluso, nos confunda si el vehículo que vemos a lo lejos está en movimiento o no.
Para ello, la mejor opción para calcular la distancia es mirar no los objetos que nos rodean como, casas, explanadas de aparcamientos, construcciones de obra, acueductos para regadío, sino más bien la línea discontinua que separa los carriles de circulación para saber lo que tardamos en llegar de una a otra y así comprobar más o menos lo que recorremos en un espacio determinado.
Foto | Arkangel, brianac37
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