En Palma de Mallorca, un padre y una hija estaban dando unas “clases” para ayudar a sacarse el carnet a la joven. Fueron sorprendidos por la Policía Local y acusados de un delito contra la seguridad del tráfico. La justicia ha acabado resolviendo a su favor.
En el Código Penal existe la figura del riesgo abstracto, que significa que no necesariamente tiene que haber un peligro para nadie. Se dio la circunstancia de que padre e hija estaban en un polígono industrial desierto, a las ocho de la tarde en pleno agosto, y realmente no podían poner a nadie en peligro.
Al elegir dicha ubicación y en ese momento, se consideró que el padre y la hija, con toda la intención, buscaban no poner en riesgo la seguridad del tráfico, lo cual motivó su absolución. De modo que dar clases “gratis” no es un delito como tal, pero hay una serie de consideraciones adicionales.
Para empezar, es un delito ponerse a los mandos de un vehículo sin haber obtenido la licencia administrativa oportuna, excluyéndose un coche de autoescuela, pues el conductor a efectos legales es el profesor. Es una cuestión de partida muy muy delicada. El responsable es el titular del vehículo tras la reforma de la Ley.
Si somos sorprendidos dando ese tipo de clases, se puede inmovilizar el vehículo como medida provisional. Además, la pena económica asciende a 500 euros y una resta de seis puntos en el carnet. Si no se tiene dicho carnet, la resta se aplicaría al obtenerlo, empezando con un saldo adicional de ¡dos puntos!
Todos sabemos lo caro que es sacarse el carnet de conducir, pero aunque un padre, hermano, amigo, novio… le pongan toda su buena intención, no son formadores viales, ni han superado una formación que los profesores de autoescuela sí tienen.
Dentro del sector de las autoescuelas podemos encontrar malos profesores, con vicios y manías que transmiten a sus alumnos. Cierto, pero eso no es menos verdad con conductores con experiencia, cuya experiencia puede haber sido muy mala desde hace tiempo. Estas cosas hay que dejarlas en manos de profesionales.
Una cosa es enseñar a mover el coche desde parado, arrancar en cuesta o cosas tan peregrinas como sentarte en el asiento correctamente. Podemos encontrar muchos sitios donde eso pueda practicarse sin riesgo, real o abstracto. Pero ir más allá implica ya un riesgo mucho más alto.
Un coche de autoescuela dispone de un doble juego de pedales, y el profesor dispone de un control superior al de un acompañante que no tiene dichos pedales. Asímismo, el profesor tiene sus propios retrovisores, él puede vigilar mucho mejor el entorno. Además, el coche es claramente identificable por la L azul.
El carnet de conducir es una formación que es muy importante, porque en el ejercicio de la conducción podemos perder la vida o arrebatársela a otros, no es como suspender un dictado o no saber resolver una matriz 5×5 con números irracionales. Un ahorro en ese sentido puede ser bestialmente contraproducente en el futuro.
Sacarme el carnet costó más de 1.200 euros, por la zona en que lo hice, que “necesité” 30 clases y que suspendí el primer práctico. Sé que es caro. Ahora bien, el haber gastado unos euros a tiempo me ha ahorrado tantos problemas que no podría enumerarlos aquí.
Aunque en un juicio podamos ser absueltos por el noble propósito de ayudar a otra persona a sacarse el carnet, la mejor ayuda que le podemos dar es ayudarle a tener una buena formación en autoescuela. Y que, una vez tenga su licencia, reciba más formación en cursos voluntarios y evitar que caiga en vicios y manías. Eso sí es ayudar.
A lo largo de su vida un conductor se va a gastar miles de euros en combustible, coches, impuestos, ¿multas?, averías mecánicas, seguros… al final, el coste del carnet de conducir es casi inapreciable en semejante monto. Razón de más para darle la importancia que tiene en relación a su coste.
Más que un alegato en favor de las autoescuelas, lo que estoy abogando es por el “zapatero, a tus zapatos”. La formación vial, para los formadores viales, al menos, en lo que se refiere a clases prácticas. A los profesionales no les han regalado su título, no pudieron sacar un solo fallo en el examen que se lo concedió.
Aunque la primera vez que me senté en el coche de autoescuela ya había conducido un poco, las mejores lecciones las he recibido como copiloto o con mi profesor de autoescuela al lado. Desde aquí mando un cordial saludo a José Luis, probablemente el mejor profesor que pude tener, al que le debo muchas cosas.
Vía | Última hora