El uso del casco en la moto es obligatorio y una cuestión de sentido común, a la vez. Es algo que nadie con dos dedos de frente se plantea que se nos pueda quedar en casa o que podamos llevar «de adorno» colgado en el brazo. Precisamente hay personas que parecen no tener ese conocimiento y vemos frecuentemente casos de cascos inexistentes, cascos mal colocados o desabrochados, cascos en el codo…
Las consecuencias de tener una caída en cualquiera de esos dos casos no se le escapan a nadie, y menos si se pone la moto a ciertas velocidades. Junto al casco tenemos otros elementos de seguridad como el mono y los guantes, que nos ayudan a evitar abrasiones gravísimas, aunque den mucho calor, e incluso existen modelos con airbag que ayudan a que nuestras cervicales y columna en general esté más protegida. Pero como hay de todo en la viña del señor, hay a quién le resbala cualquier otra cosa que no sea experimentar sensaciones. Y así nos va.
En el vídeo a continuación veremos un «aguerrido» muchachote que se da una vuelta a toda velocidad cerca de su casa, en moto y sin ningún elemento de protección. Parece que se lo pasa bien, y puede que sea así aunque yo lo dude, y es el ejemplo perfecto para plantearnos los porqués de circular con casco, seguridad aparte. Veamos primero el vídeo.
Si lo habéis visto entero, seguro que os habréis preguntado qué pasaría si, mientras infla la boca como si fuese un pez globo, un simpático abejorro pasa por delante y se instala en su paladar. O qué pasaría si ese mismo abejorro, o un amigo, impacta contra uno de sus ojos. O qué pasa con el viento, que hace que entrecierre los ojos igual que lo hace el sol.
Estas preguntas nos sugieren que el casco es para nuestra seguridad física en caso de impacto, pero también es un tipo de sistema de seguridad activa… indirectamente. El casco nos ayuda, entre otras cosas, a:
- Mantenernos a salvo de insectos, gravilla suelta y cualquier elemento con el que podamos golpearnos la cara mientras circulamos.
- Mantener los ojos abiertos por mucha velocidad que tengamos. Cerrar los ojos a 100 km/h durante un segundo equivale a recorrer 27 metros «ciego».
- Evitar que la lluvia nos perjudique tanto a la vista como en el momento de respirar.
- Podemos mantener la boca cerrada fácilmente, algo que a altas velocidades es… difícil.
- Podemos protegernos medianamente bien del sol directo.
Creo que lo más interesante de estos cinco puntos es evitar los problemas con insectos, que no son ninguna broma, y poder mantener los ojos abiertos. El caso del chico del vídeo es de libro, es un chaval que quiere pasarlo bien experimentando cómo le afecta la velocidad, pero es un caso peligroso. No es un juego, aunque a él le parezca que sí lo es, y aunque piensa que lo ha pasado fenomenal, hay momentos en los que no se le ve nada cómodo.
Y no hablamos ya de su vestimenta. Eso es un «apaga y vámonos» muy riguroso.
Vía | Motorpasión Moto