Cuando era yo veintipicoañero, vi en el cine (aquellas salas oscuras en las que se proyectaban películas, ¿recuerdan?) un largometraje titulado ‘Sleepers’, palabra que como todo el mundo sabe en castellano se traduce como ‘Los hijos de la calle’. En la cinta, cuatro chavales de barrio echaban a perder sus vidas en un simple segundo, en un maldito instante, y comoquiera que la idea del instante en que todo cambia me obsesiona desde que era un chavalín la película pasó a mi registro de películas memorables.
Los instantes que cambian la vida de forma tan abrupta como absurda son hoy los protagonistas de mi vida. “El coche no tiene Control+Z, no existe el comando deshacer“, les digo a mis alumnos, que asienten divertidos ante una de esas explicaciones tan gráficas como desubicadas que yo siempre empleo. Y es así: en el coche, un instante lo cambia todo sin que haya vuelta atrás.
Todo esto viene a colación del espléndido post de Flor Zapata en el que la madre de Helena habla del jugador de fútbol Marcos Alonso, que fue imputado por el juez tras estrellarse con su coche resultando muerta una de sus acompañantes y heridos los demás ocupantes del vehículo. Leo en ABC:
El Juzgado de Instrucción número cuatro de Madrid ha puesto en libertad con cargos al futbolista de 20 años Marcos Alonso Mendoza, imputado por cuatro delitos: contra la seguridad vial, alcoholemia, homicidio imprudente y un delito de lesiones imprudentes.
Alcoholemia, sí. Si hago caso a algunos medios, resulta que iba con 0,45 g/l de alcohol en sangre, mientras que otros dicen que se trata de 0,45 mg/l de alcohol en aire espirado. De veras que me encanta el rigor que se gastan algunos supuestos periodistas. Cierro paréntesis que he abierto sin darme cuenta.
Como no tengo delante la denuncia de la Guardia Civil, me limitaré a decir que los conductores tienen prohibida la conducción con 0,5 g/l de alcohol en sangre, lo que viene a ser 0,25 mg/l de alcohol en aire espirado. Y los conductores noveles, durante sus dos primeros años de permiso de conducir, tienen una tasa reducida a 0,3 g/l en sangre, que equivalen más o menos a 0,15 mg/l en aire espirado. ¿Eso es mucho, es poco alcohol? Normalmente yo digo que a partir de 0,0 ya es demasiado, pero eso ahora ya tanto da. No hay Control+Z en el coche.
“Se ha jodido la vida él solito”, dirá alguno. Más se le ha jodido la vida a la chica que murió. Y a sus familiares y allegados, claro. Leo en Marca que la joven, una chavala de 19 años, iba con toda la vida por delante pero sin abrocharse el cinturón de seguridad. ¿Todavía quedan de esos? Pues se ve que sí.
El resto de elementos los tenemos sobre la mesa. Un mozo exitoso de 20 añitos, mucha pasta, amiguetes, un poco de fiestuki, un carraco de impresión… y a vivir. O no tanto. Horas antes de la colisión, el jugador había tuiteado desde su Blackberry:
Con @jaimenvr tomando algo disfrutando de un par de dias libres con la familia! Que jugadoraqzo jaimito
Otra vez la idea del instante. Del fragor de la batalla, de la alegría de salir de fiesta, a la desgracia más absoluta, al deseo de que todo eso no hubiera sucedido jamás… en tan sólo un instante y sin que nadie durante ese instante haga nada por evitarlo. Demasiado tarde. Demasiado instantáneo todo como para plantearse algo en esos momentos.
“Nenes, no os peleéis”, nos decía mi madre cuando éramos pequeños. “Es en broma”, respondíamos nosotros mientras nos magullábamos las rodillas y los brazos entre forcejeos y risitas nerviosas. Y ella sacaba una frase que lo era todo: “Se empieza riendo y se acaba llorando”. Y tenía razón. Como todas las madres.