El futuro del automóvil puede que no sea uno de mis platos favoritos pero hay noticias que transmiten cierta curiosidad. Al menos inquietante, como es el caso, cuando se habla de que la escasez de petróleo puede ser uno de los motivos que mueven a los científicos, ingenieros y fabricantes del sector del automóvil a buscar nuevas alternativas sobre combustibles para hacer funcionar nuestros vehículos. También, podemos pensar que otros motivos que originan éste tipo de noticias puede ser el interés que despierta en la sociedad las normas medioambientales y la conducción eficiente asociada a la reducción de energía como medidas sostenibles y de ahorro. En cualquier caso, hay un cierto grado de incertidumbre, ¿no les parece?
La alternativa al oro negro para nuestros desplazamientos por la red vial no es ninguna novedad pero cuando se habla de energías renovables, mejoras en la salud así como de rentabilidad, para los tiempos que corren, por lo menos, es planteable. Por otro lado, podría ser precipitado hablar sobre si son seguros o no los nuevos prototipos de vehículos futuristas, pero, mientras seamos nosotros los que dominemos a la máquina y no al revés, sería incuestionable pasar por alto la protección de las personas incluyendo en primera instancia al que maneja o está al cuidado de los mandos y dirección de cualquier vehículo. De momento, no hablaremos de naves espaciales ni nada de eso, hablamos del futuro de la automoción desde el punto de vista de la seguridad vial y sobre qué se cuece a niveles de fabricantes.
El hidrógeno, ¿la gallina de los huevos de oro?
El 81% de los españoles apuesta por las energías renovables como opción prioritaria para el futuro según el Flash Eurobarometer 360 de la Comisión Europea
Una de esas opciones es convertir el hidrógeno en electricidad. ¿Cómo? Pues, mediante una reacción electroquímica entre parte de los componentes del agua, es decir, hidrógeno más oxígeno. Una conclusión, sobre el hidrógeno, de William Grove de hace más de doscientos años y que todavía deja algunas dudas por la complejidad que presenta dicho elemento químico, en cuanto a su obtención, a pesar de tratarse de un elemento básico y además, abundante.
Lo cierto y verdad es que el hidrógeno se vislumbra como fuente energética sustitutiva de los combustibles fósiles, especialmente en el sector del automóvil. Varios fabricantes de vehículos ya llevan tiempo trabajando en ello, mirando hacia el futuro, con nuevas propuestas de vehículos eléctricos y alimentados con hidrógeno con las llamadas pilas de combustible como alternativa al petróleo.
En principio, existe la previsión de buscar una alternativa a los carburantes convencionales procedentes de residuos fósiles como la gasolina o gasóleo para cuando salte la alarma sobre la escasez del petróleo, empiecen las restricciones o la subida de su precio de forma precipitada como síntoma de reserva y dominio. Visto así, no es difícil llegar a ese extremo. Por eso, es conveniente pensar en un plan ‘B’ para no llevarnos sorpresas.
Algunas ventajas y desventajas del hidrógeno
De hecho, en países como Japón y EE.UU ya llevan tiempo utilizando el hidrógeno para movilizar sus automóviles. Ya que, según sus expertos, entre sus ventajas está su elevada eficiencia energética y la ausencia de contaminantes a la atmósfera en su producción y uso. Por dicha razón convierten al hidrógeno en una alternativa aparentemente más viable que otras para reducir el deterioro ecológico causado por el consumo de combustibles contaminantes.
Por tanto, son muchas las ventajas que tiene el uso de hidrógeno en la automoción pero, también hay desventajas que impiden su utilización como por ejemplo, su reducida producción ante la escasa demanda para transformar el hidrógeno en combustible, la falta de infraestructura en actualizar las estaciones de servicio y otros posibles lugares de carga de hidrógeno para el abastecimiento de vehículos, son prueba de ello.
La cuestión es utilizar todos los medios y avances tecnológicos disponibles para activar nuestra actividad económica en momentos de incertidumbre como los que vivimos. Cualquier iniciativa puede ser válida si potenciamos la competitividad y el crecimiento en positivo. Es decir, el buen uso de los recursos disponibles aunque tengamos que retroceder si, con ello, obtenemos beneficios. Es decir, si tenemos que volver a la hornilla de butano en la cocina, por ejemplo, volvamos, pero no sería lógico subir la factura del gas.
Y para terminar, como dije al principio, el futuro de la automoción va ligado a la seguridad vial. Si mejoramos en tecnología para los vehículos no podemos dejar a un lado la seguridad de todos los usuarios de nuestro entorno vial. Al igual que se tiende a una movilidad con vehículos más limpios y sin ruidos esperemos también, que sean seguros para conductores y viandantes.
Vía | naturenews
Más información | Comisión Europea (eurobarómetros)
Foto | EMSL, ykanazawa1999, Jurvetson