‘-Artículo actualizado el 27 de julio de 2020-
¿El huevo o la gallina? ¿Hasta dónde se lava la cara un calvo? ¿Qué tipo de coche me compro? Estas son algunas de esas preguntas que a cualquiera que le hagas te dará una respuesta diferentes y que puede ser o no la correcta… para un caso en concreto.
Centrémonos en la última que al final es la que a priori nos interesa. Si sois de esos que por suerte os podéis permitir el lujo de cambiar vuestro coche (bueno, a lo mejor estáis obligados porque el anterior ya sacó la bandera blanca) y vais a adquirir uno nuevo, seguro que en algún momento echaréis cuentas para ver qué tipo de vehículo os interesa.
La diferencia que marca el tipo de combustible
Los que hagan 50.000 kilómetros al año pues como que lo tendrán claro. Pero los que hagan cifras más normales, tendrán que analizar qué tipo de conducción realizan y cuáles son las vías por las que andan. Porque no es lo mismo hacer mayoritariamente recorridos urbanos o por el contrario, hacerlos todos por autopista y carretera.
En función de esto, el mercado actual ofrece innumerables combinaciones gracias a la integración de las motorizaciones eléctricas. Cada vez más conductores se plantean si les conviene adquirir un modelo de motor convencional cuyas últimas generaciones son más eficientes, o pasarse a una solución híbrida o 100% eléctrica. Una de las claves principales es la que se refiere al coste total de propiedad. Es decir, comparar por cuánto nos saldrá uno y otro modelo una vez acabe su vida útil.
Cuál es el coste o precio total a lo largo de su vida
Como vimos hace ya tiempo, el coste del coche no son solamente comprarlo, echarle gasolina y pagar el seguro. Todo suma, hasta el gasto más mínimo como lavarlo por ejemplo. ¿Os acordáis del artículo que hicimos en su día sobre los gastos reales de un coche particular? Pues en la actualidad y llegados casi a los 210.000 kilómetros, el gasto por kilómetro se mantiene en 0,16 euros y el total de dinero gastado en el coche es, agarraros: 33.907,89 € en seis años y nueve meses. Y no están todos. Podéis verlos todos en este enlace de Spritmonitor.
Pasemos ahora a los datos, elaborados por la empresa de gestión de flotas Leaseplan. En términos de coste diario puro, los eléctricos e híbridos son los que aparentemente presentan el menor gasto. Pero como suele pasar, al cocer todo mengua.
Diésel: la rentabilidad del pasado
Con él se podía ahorrar hace apenas 7 años una media unos 600 € respecto al equivalente en gasolina, 2.000 euros con uno híbrido y 20.000 con uno eléctrico. Por ejemplo, si vuestro recorrido es aproximadamente un 70% autopista, un 20% ciudad y un 10% carreteras convencionales (AKA carreteras de cien), un vehículo diésel era buena opción.
Según la OCU, estas diferencias en la actualidad hacen que los costes del diésel sean un 5,7% menores que los de un gasolina, 5% mayores que los de un híbrido y 5,8% más de los de un 100% eléctrico.
Sin embargo, el panorama actual ha invertido sus posibilidades. Autoridades y fabricantes están dejando de apostar por este tipo de motorizaciones, relacionadas con emisiones contaminantes más perniciosas. De este modo, las restricciones están aumentando para los modelos diésel. Por eso, las ventas de modelos diésel llevan ya un par de años experimentando cierta decadencia.
Gasolina: el combustible del presente
La alternativa más actual y elegida por muchos en España son los motores alimentados por gasolina. Esta tendencia puede verse algo desvirtuada durante estos complicados y excepcionales meses en los que el mercado se ha visto afectado de lleno por el covid-19.
Pese al mayor consumo de los modelos MEP (un 25% más si lo comparamos con el diésel) representan una alternativa más asequible que los coches híbridos y eléctricos. Se trata de una buena opción si nuestro recorrido implica 65% ciudad, 30% carretera y 5% autopista.
Sus emisiones también resultan menos perniciosas, con dos excepciones. No emiten menos dióxido de carbono que el diésel y algunos motores de última generación de inyección directa que carecen de un sistema de filtrado de partículas ofrecen emisiones aún más elevadas que un modelo diésel. En cualquier caso, son cada vez más los fabricantes que ponen remedio a esto.
Híbridos y eléctricos: el futuro ya está aquí
La oferta de modelos eléctricos, en todas sus variedades, se ha multiplicado en un tiempo récord, como también lo están haciendo sus ventas. Las marcas de automóviles están ofreciendo muchas opciones, desde los híbridos tradicionales (HEV) hasta los modelos 100% eléctricos (BEV), pasando por híbridos enchufables (PHEV) y otras opciones, algo más extravagantes, como los eléctricos de autonomía extendida (REX).
Autonomía y precio de estos modelos sigue siendo un factor decisivo para ellos. Sin embargo, estamos ante una generación superior que ofrece soluciones muy inteligentes tanto para la movilidad urbana, como para movernos a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Además, ofrecen un sinnúmero de ventajas en la conducción o el menor coste total a lo largo de su vida. Esto se debe, entre otros motivos, al hecho de que 100 kilómetros en modo 100% eléctrico tienen un coste de 1,30 euros, mientras que para recorrer esa misma distancia a base de gasolina nos gastaremos 6,5 euros: cinco veces más.
Hay que tener muy en cuenta el largo plazo
Sin embargo, no debemos tomar estos datos a pies juntos porque desconocemos, por ejemplo, cuál ha sido el cálculo de tiempo de vida del vehículo y sus kilómetros anuales. Es lógico que a un año, un eléctrico o híbrido salen perdiendo pero a diez años por ejemplo, su número de averías es menor con lo que recortará distancia respecto al gasolina o el diésel.
Lo mejor que podemos hacer es calcular los kilómetros que hacemos en un año y con ello calcular el coste de carburante. Visitar foros especializados o las páginas de los fabricantes y así conocer el precio medio de las revisiones y por último, añadir el precio de compra (con ayudas en el caso de los eléctricos o híbridos, que no se os olvide).
O por ejemplo que conducir un vehículo híbrido o eléctrico implica una fuerte carga subjetiva ecológica que nos hará conducir más eficientemente ya que el propio coche incita a ello con datos sobre el consumo, recompensas en forma de gráficos por una óptima conducción, etc.
Igualmente, muchas ciudades ya ofrecen ventajas comparativas únicas. Es el caso de los vehículos con etiqueta CERO de la DGT en Madrid y la posibilidad de estacionar en zona SER de forma gratuita y sin restricciones horarias. Esto, con el paso del tiempo, implica también dinero.
Con estos datos tendréis un valor aproximado a falta de las averías que pueden surgir aunque ahora todos los coches se pueden contratar con cinco años de garantía así que se supone que en ese tiempo estaremos cubiertos.
Y por último, pensad que compréis el que compréis, si analizáis los gastos, os darán ganas de dejarlo aparcado en el garaje. O no, porque incluso allí seguirá siendo un pozo sin fondo. Por cierto, ¿qué hay al final de un pozo sin fondo?
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