Di no a las fundas

Aitor Álvarez

31 de agosto de 2007

A veces se nos pasa por alto la importancia que tiene en el vehículo todo aquello que nos rodea. Se cuida (o debería ser así) hasta el más mínimo detalle: materiales con los que se fabrican las piezas del interior, tipo de gomas o plásticos, se asegura una deformación correcta de las piezas duras del exterior… todo cuenta a la hora de salir ileso o al menos vivo en una colisión.

Por desgracia para algunos prima la estética por encima de lo práctico y lo seguro; aunque para ser justos y no juzgar a nadie, supongo que lo hacen por desconocimiento. Porque, ¿quién colocaría unas fundas en su asiento sabiendo que aumentan sus posibilidades de sufrir daños graves en caso de accidente? O bien alguien que no lo sepa, o bien alguien a quien poco importe su existencia.

Cuando los fabricantes diseñan nuestros vehículos prueban la seguridad basándose en esa tapicería, la cual debe cumplir unos requisitos en cuanto a resistencia y en cuanto a frenada: es antideslizante a altas velocidades, en la medida de lo posible, para que el conductor no varíe su postura en demasía. Por supuesto no todos los tejidos funcionan igual y no todos los modelos montan lo mismo, no siendo por necesidad la tapicería más cara la más segura. Tapar los asientos con fundas protectoras, ya sea por estética o por afán de conservación reduce e incluso elimina la protección que nuestra propia tapicería ha de ofrecernos: en caso de choque nos escurriremos o se arrugará provocando pellizcos y quemaduras que pueden llegar a ser graves, sobre todo si hay niños. En los asientos traseros, por ejemplo, donde la funda suele cubrir toda la anchura, podría desprenderse de los enganches en caso de choque y salir disparadas sus gomas contra sus ocupantes.

Aunque no sólo con fundas estropeamos nuestra seguridad: también tapizando los asientos con materiales no recomendados y que se evitan en la fabricación de coches. La modificación de esta tapicería, a todos los efectos legal y homologable puede traer consecuencias nefastas; mucho más graves que no poder presumir delante de los amigos por no llevar el mismo color en el asiento que en el salpicadero. Por ello, es aconsejable recurrir a un experto en la materia antes de pedirle a un tapicero que nos deje bonitos los asientos.

Así que, para evitar males mayores y en vista de que quienes deberían hacerlo para garantizar una buena seguridad vial no lo hacen: di no a las fundas.