Cuando la desafección de los jóvenes por los coches deriva en una conducción poco segura

Josep Camós

15 de marzo de 2015

¿Qué es la desafección de los jóvenes por los coches y qué tiene esto que ver con una conducción poco segura? Desde aproximadamente tres años, los jóvenes de Estados Unidos —y por extensión, también los jóvenes de Europa— están dando signos de desafección con el mundo de los coches. Prefieren gastar su dinero en un smartphone, o cualquier otro gadget similar, antes que gastarlo en el aprendizaje de la conducción, la adquisición y el mantenimiento de un vehículo… todo eso que conlleva tener un coche en casa. Los coches ya no les llaman la atención como antes.

Es especialmente relevante destacar el caso estadounidense, porque a partir de la mitad del siglo XX el American Way of Life incluía, de manera inapelable, prácticamente un automóvil por cada habitante exitoso de aquel paraíso americano. Y, de forma coherente con estos valores, el adolescente que pasaba a ser adulto lo hacía, en buena medida, porque demostraba ser lo suficientemente adulto como para poder llevar un coche. Sabemos que esto no es así hoy en día y que también en España sacarse el carnet de conducir ha dejado de ser una prueba de madurez, pero las consecuencias de este cambio cultural pueden revestir un cierto riesgo vial. Veamos por qué.

Que la desafección por los coches es algo que preocupa a la industria del Autómovil no cabe ninguna duda.  De hecho, internet y su uso mediante dispositivos móviles han desplazado al coche como herramienta social y como símbolo de estatus entre los jóvenes, de manera que ahora los fabricantes intentan llamar la atención de los jóvenes con la ayuda de la tecnología, tanto a bordo del vehículo como en las formas de hacer marketing a través de la red.

Sea como fuere, este problema industrial y económico plantea a su vez un problema en el terreno de la seguridad vial: la conducción poco segura, como exponente de la falta de interés por la conducción.

Conducción poco segura - Desafección de los jóvenes por los coches

Para que un conductor sea seguro y eficaz, esto es para que un conductor pondere de forma adecuada la seguridad y la fluidez en la circulación, ese conductor tiene que estar motivado para buscar ese equilibrio. Esto implica una cierta atracción por el uso del vehículo en condiciones de seguridad y fluidez. No hablamos exactamente de que el conductor tenga que ser un forofo del mundo de los coches, sino de que conserve un mínimo interés por ellos, para que tenga un interés por manejarlos de forma segura y eficaz.

Aquel que ve las cosas sin implicación, de forma externa y sin que le digan nada, difícilmente puede trabajar seriamente con ellas. Por eso, la conducción segura y eficaz exige que el conductor no vea el coche como algo externo, sino como una parte importante de su propia seguridad como conductor. No es necesario que tenga un gran vínculo afectivo con el vehículo, de hecho hay muchos conductores que sólo conciben el vehículo como herramienta de movilidad, pero sí es importante que exista algún tipo de interés. Porque sin motivación por el vehículo, difícilmente puede existir motivación por la conducción segura y eficaz. Y si no existe esa motivación, irremisiblemente estaremos hablando de una conducción poco segura, descuidada, dejada al azar.

La conducción segura y eficaz exige que el conductor vaya observando su entorno, seleccionando aquella información que le interesa para la circulación, analizándola en comparación con su bagaje como conductor, y decidiendo una respuesta que transformar en una acción con la que salir airoso de cualquier situación. Si el conductor está motivado para trabajar de esta manera, será más sencillo conseguir esa seguridad y esa fluidez. Si ese conductor no quiere ni oír hablar de coches, cuando se ponga al volante de uno lo hará por obligación.

Y cuando las cosas se hacen por obligación, suele ser más difícil estar motivado para hacerlas.

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