A causa de la actual crisis causada por el coronavirus (Covid-19) y la declaración del estado de alarma, se ha constatado un descenso histórico del tráfico y de las emisiones contaminantes. Las estaciones de seguimiento de Madrid o Barcelona descienden las cifras medidas a un ritmo frenético, algo que ya ocurrió en China. Una buena noticia que no deja de ser una ensoñación pasajera en mitad de una pesadilla.
Y es que no hay, ni mucho menos, motivos para creer que se trata de algo positivo. Primero por qué es una situación transitoria, alejada de la normalidad y con consecuencias devastadoras a largo plazo. El segundo motivo, del que ya hablan los expertos, es el posible efecto rebote que producirá en términos de contaminación.
Además y como ocurrirá con otros tantos frentes económicos, retrasará el desarrollo de una movilidad sostenible en el que estábamos ya sumidos. Con todo, veamos hasta qué punto se está produciendo un descenso real de emisiones.
¿Cuánto ha descendido el tráfico en Madrid con el coronavirus?
Según datos de la DGT, el tráfico ha descendido un 70% en la red de carreteras del Estado en la última semana. El impacto del coronavirus se ha notado en las ciudades, que dejaban esta semana instantáneas de grandes avenidas vacías de circulación.
Si nos centramos en Madrid, ciudad que está sufriendo de forma grave este episodio, y según datos del Área de Medio Ambiente y Movilidad de la administración regional:
- El 13 de marzo se constaban un descenso del 23,7% del tráfico en el interior de la M-30; un 25,6% en la M-30; y un 33,4%, en los exteriores.
- El 17 de marzo disminuía hasta el 64% en el interior de la M-30; un 59,6% en la M-30; y un 63% en los exteriores.
- El 19 de marzo se consolidaba el descenso, al registrarse un 69.2% menos de tráfico en la mencionada área interior; un 65,3 % en la propia M-30 y un 64,7% en los exteriores.
Descenso histórico de las emisiones contaminantes
Las anteriores cifras han tenido un impacto directo en la calidad del aire. Todas las estaciones de medición de agentes contaminantes de la capital han visto cómo las emisiones descendían en picado. Y es que, en el caso de las mediciones, influyen de forma determinante otras variables como la climatología. El descenso ha sido más acusado si cabe porque este último factor lo ha propiciado.
Tomando como referencia los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) en la estación de Cuatro Caminos en Madrid (según datos del portal de calidad del aire del ayuntamiento):
- El 10 de marzo, tan solo durante tres horas se registraron menos de 50 µg/m3,con picos de 100 µg/m3,
- El 13 de marzo se invertía la situación, y en este caso, durante seis horas hubo más de 50 µg/m3, con picos de 73 µg/m3.
- El 19 de marzo se confirmaba cuál sería el panorama, solo durante cinco horas se superaron los 20 µg/m3, con un solo pico de 50 µg/m3.
Los cinco distritos de la capital ostentaron, durante los cinco días de la primera semana de confinamiento, una situación del aire calificado como de «muy buena».
Estos niveles expresados en números han tenido una visualización clara a través de las imágenes de los satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA), ofrecidas para el Sur del continente y, en concreto, para comprobar que antes que en Madrid, el aire del Norte de Italia ha vivido la misma situación.
La estimación para España es que la calidad del aire ha mejorado en un 35% (en China la reducción fue aproximadamente del 25%). No solo en Madrid se está notando ese descenso. En Barcelona, según la información publicada por la Generalitat, el dióxido de nitrógeno en el ambiente también se redujo a la mitad en tan solo tres días.
Entender el descenso en un largo plazo
Toda esta situación ha llevado a las ciudades a suspender las diferentes medidas anti-contaminación porque, con este panorama, es necesario rediseñar este tipo de recursos. Así, el ayuntamiento de Barcelona ha suspendido la interposición de multas relacionadas con las áreas de prioridad y la contaminación.
La crisis sanitaria está afectando a la movilidad en diferentes áreas. En cuestión de contaminación, Se comprueba que el coronavirus ha purificado el ambiente de agentes provenientes del transporte. Estos suponen un peligro para la salud pública. Son causantes de mortalidad y un gran número de males.
Sin embargo, la situación que generan no es, ni de lejos, tan acuciante como la provocada por el coronavirus. Las consecuencias de la contaminación no pueden sino entenderse en un largo plazo. Por eso, los descensos temporales en el tráfico y las emisiones provocado por esta crisis sanitaria, aun con toda su gravedad, no perdurarán, ni solventarán los problema de la calidad del aire durante los años por llegar.
El riesgo de un efecto rebote
Las prioridades de salud pública han cambiado en unas pocas semanas. Debido a esto, la contaminación se situará en un segundo plano durante un largo período de tiempo. La anterior crisis económica nos ofrece una previsión de lo que podría ocurrir. Mientras duró, también se redujeron las emisiones. No obstante, una vez amainó la tormenta, quedó patente un efecto rebote que elevó a nuevos niveles la contaminación.
Así lo muestran, por ejemplo, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) liberadas a la atmósfera en el mundo entre 2008 a 2011. Estas se encuentran muy relacionadas con el transporte y sirven para medir su nivel de actividad. El descenso causado por la crisis económica en 2009 se esfumó en 2010 con una nueva y creciente tendencia.
Según el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, el virus no supone solución alguna frente al cambio climático. El mismo Guterres reclamó que no se “sobrestime” cómo la epidemia en la reducirá las emisiones. Aun así, resulta un problema que tendrá que esperar.
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