Cómo evitar el efecto acordeón en la carretera

Josep Camós

4 de agosto de 2011

Si el otro día capreolus nos explicaba cómo comportarnos en una retención, hoy vamos a abordar algo mucho más específico que, sin embargo, está en la raíz de muchas retenciones. Vamos a hablar de cómo evitar el efecto acordeón, que es el que se produce cuando un vehículo aminora de pronto su velocidad repercutiendo en la velocidad de los vehículos que le siguen.

De hecho, sobre cómo se produce un atasco ya hemos hablado en varias ocasiones. Sin embargo, hasta ahora no hemos tocado a fondo qué puede hacer cualquier conductor para evitar que ese atasco… espontáneo se produzca en la carretera.

Pero como sé que a todos nos gustan las explicaciones del tipo:

a) exposición del problema,
b) identificación de los factores,
c) medidas preventivas,

vamos a empezar por ver, una vez más, cómo se genera el efecto acordeón, y lo hacemos con la ayuda de una simulación más realista que aquel efecto acordeón en una pista circular que conocemos todos. Se trata de una simulación hecha sobre una situación de lo más cotidiana:

Aquí el efecto acordeón comienza con un cambio de carril protagonizado por el conductor de un vehículo más lento que el flujo de vehículos, pero las causas del efecto acordeón pueden ser diversas: la existencia de un peaje, el efecto mirón, una incorporación a destiempo, un cambio de carril mal realizado, un frenazo ante un radar… Sea como fuere, la reacción tardía del conductor lleva a la reacción exagerada sobre los mandos (al frenazo, vaya), lo que precipita el efecto acordeón.

Además, el efecto acordeón plantea un problema de base, y es que habitualmente el conductor no dispone de demasiados elementos que le permitan analizar que más adelante se está gestando un efecto acordeón. Simplemente se lo encuentra de golpe y tiene que frenar precipitadamente porque si no se come al coche de delante. Y mientras se asusta y reacciona con un frenazo, está contribuyendo al efecto acordeón para que otro usuario, detrás de él, se asuste y frene, etcétera.

Precisamente por todo esto, para evitar el efecto acordeón hay que observar una serie de precauciones genéricas… aunque no vislumbremos ninguna retención a simple vista.

Horizonte

Y de la vista tenemos que hablar en primer lugar. La atención que dispensemos a los otros vehículos resulta fundamental para evitar el efecto acordeón. Si conducimos pendientes de lo que ocurre a nuestro alrededor y observando la situación a la mayor distancia posible, reaccionaremos con mayor antelación a las posibles alteraciones que podrían llevarnos al efecto acordeón.

Otro puntal básico para lograr esa antelación y para la fluidez del tráfico es la distancia de seguridad que debemos dejar con el resto de los vehículos. Si mantenemos una distancia suficiente para aminorar la velocidad sin frenazos estaremos evitando el efecto acordeón. Ahora bien, esa distancia debemos medirla de forma inteligente y, sobre todo, pensando en la integración con el resto de los vehículos.

Ejemplifiquemos. Por mucho que mi coche tenga frenos de avión y yo sepa exprimirlos al máximo, si espero hasta el último segundo para frenar salvajemente estaré motivando decenas de frenazos detrás de mi vehículo, con lo que el efecto acordeón estará servido. Lo que no quiera para mí, no lo quiera para los demás, ¿verdad? Por el contrario, si aspiro a mantener en carretera una distancia tal que me permita restar velocidad empleando sólo la retención del motor… necesitaré en todo momento tener una pista de aeropuerto para mí solo. Una vez más, en el equilibrio está la virtud.

Luz de freno

Otro punto que debemos tener en cuenta es cómo se percibe desde fuera de nuestro vehículo lo que hacemos nosotros como conductores. Si vamos dándole toques al pedal del freno a cada momento, continuamente estamos dando voces de alarma a los conductores que nos siguen y que se van pegando sustos cuando ven brillar nuestras rojas luces de frenado.

Por otra parte, si a lo lejos divisamos un problema y decidimos dejar el acelerador para ir perdiendo velocidad suavemente, no está de más que avisemos al resto de los conductores, precisamente, con algún que otro toque de freno que les envíe el mensaje de alerta. Así podrán ir adaptando su velocidad sin brusquedades. ¿Es contradictorio? No: es adaptación a las circunstancias.

En el terreno de la siempre necesaria empatía, también es útil recordar que existen los vehículos lentos y voluminosos. Si está en nuestro ánimo adelantarlos, lo más aconsejable es estudiar la maniobra con antelación para que todo transcurra con plenas garantías de seguridad y fluidez. Y si no vamos a adelantar, vale la pena recordar que mantener una distancia de seguridad adecuada nos dará visibilidad y no nos hará llegar más tarde a nuestro punto de destino.

Finalmente, la homogeneidad de la velocidad es otra clave para evitar el efecto acordeón. Como es obvio, si vamos acelerando y desacelerando de forma continuada, nosotros mismos propiciamos el efecto acordeón. Pero hay más: la disparidad de velocidades es un factor que propicia el efecto acordeón, de manera que si la velocidad de todos los vehículos que comparten la vía es homogénea, aumenta la fluidez de la circulación o, al menos, no se ve reducida por los cambios de ritmo.

Tal y como se aprecia en esta segunda simulación, estableciendo un límite de velocidad de compromiso entre las posibilidades técnicas de los diferentes vehículos, se tiende a la velocidad homogénea, y eso redunda en un menor efecto acordeón cuando surge una de las causas, como es el cambio de carril que habíamos visto en el primer vídeo con resultados muy distintos.

Este es uno de los razonamientos que dan pie a la reducción de los límites de velocidad en vías muy saturadas de circulación, en la misma medida que todas estas recomendaciones están en la base de los límites de velocidad variables. Se trata de correr menos para circular con mayor fluidez, y no es una paradoja. Si todos fuéramos capaces de tener presentes recomendaciones como estas, quizá nos ahorraríamos más de una retención de esas que salen de la nada en mitad de la carretera.

Foto | Rene Schwietzke, Aparna E., Vagabond Shutterbug
Vídeo | PTV Vision (1, 2)