Cómo circular por una glorieta o rotonda (Anexo)

Josep Camós

5 de junio de 2010

Anteriormente: Cómo circular por una glorieta o rotonda (3)

Quizá este particular monográfico que hemos dedicado a las glorietas pueda ser tachado de poco gráfico, aunque quizá valga la pena recalcar que eso no ha sido una casualidad. Lo cierto es que estamos bastante acostumbrados a ver que la cuestión de por dónde se circula en una rotonda se liquida con cuatro esquemas… y ya hemos visto que no necesariamente es así, porque el asunto da más para un poco de análisis que para dibujos pretendidamente inapelables.

Ahora que hemos comentado que en esto de la circulación en glorietas la Verdad no es una sino varias, ahora que le hemos echado un ojo al contexto legal en que nos movemos cuando circulamos por glorietas, ahora que hemos brindado algunos consejos sobre la forma de acceder a ellas y ahora que hemos hablado por encima sobre algunos aspectos del diseño de estas infraestructuras, toca charlar acerca de las innumerables creencias y discusiones que rodean a la circulación en rotondas.

Aunque, como son innumerables, seguramente nos dejaremos algunas por el camino, así que confiamos en vuestra participación para acabar esta aproximación al siempre fascinante mundo de la circulación en glorietas.

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Rotondas, monumentos y chicanes

Monumento en mitad de la calzada

Después de analizar el fenómeno del hachazo que propinan tantos y tantos conductores a sus vecinos de carril, uno llega a la conclusión de que muchos conductores, siguiendo su lógica de simplificar las cosas, intuyen que una rotonda no es más que un obstáculo en su camino, que si ellos venían circulando por el carril izquierdo de una avenida, no tienen por qué hacer cambios de carril que se les antojan antinaturales, y acaban propinando hachazos o entorpecimientos bruscos a los demás siguiendo la firme convicción de que lo que están haciendo es correcto, y que lo incorrecto es lo que hacen quienes circulan por el carril exterior de la glorieta y pasan por delante de sus narices, lo que a ellos les parece un corte de trayectoria en toda regla.

“Claro, porque si la calle sigue hacia adelante – se preguntan esos conductores –, ¿qué demonios hace ese coche metiéndose por el medio y cortándome el camino?”

Basta con entender una simple cosa. Una glorieta tiene entidad suficiente como para que se organice la circulación a su alrededor. Es decir, además de ser un nudo viario entre diferentes vías es a la vez una vía en sí misma, por lo que tiene una serie de carriles concéntricos por los que se organiza la circulación. Como una calle curva.

Y eso no es lo mismo que una calle con un monumento plantado en mitad de la calzada como el que aparece en el dibujo anterior. Cuando hay un monumento, pasamos de largo siguiendo nuestro carril. Sin embargo, en las glorietas tenemos una serie de carriles que pertenecen a la glorieta, y no a las calles o avenidas que en ella confluyen. Por lo tanto y a falta de una reglamentación más específica para la circulación por glorietas, resulta de aplicación el artículo 75, esto es, situarse en el carril exterior con antelación suficiente para abandonar la rotonda hacia otra vía.

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Intermitentes en las rotondas

Intermitentes en rotonda

Hace unos días nuestra lectora PAL nos comentaba que esperaba con ansias este punto sobre la circulación en rotondas, y es que la señalización con los intermitentes se presta a tantas discusiones como estemos dispuestos a generar, dependiendo de si nuestra posición es estrictamente ajustada a lo que dice el Reglamento de la Circulación o si vamos más allá de la Ley para entrar en cuestiones complementarias.

Si seguimos al pie de la letra lo que dice el Reglamento sobre el uso de los intermitentes, tenemos que en una rotonda sólo es preciso señalizar dos casos:

  • cuando vamos a cambiar de carril, y
  • cuando vamos a abandonar la rotonda.

Vale, y ahí si somos muy, muy puristas le podemos añadir un tercer caso: acceder a una glorieta es cambiar de dirección desde una calle o avenida hacia una vía circular, por lo que bien podría emplearse el intermitente derecho para señalizar esta maniobra… aunque no seré yo quien lo haga, desde luego, porque las consecuencias de señalizar ahí hacia la derecha serían que cualquiera entendería que abandono la rotonda por la primera salida, y a mí me enseñaron que el uso de los intermitentes no podía inducir a confusión.

A partir de ahí, existen costumbres no reglamentarias, como la de indicar con el intermitente izquierdo nuestro propósito de permanecer dando vueltas a la rotonda, algo que resulta absurdo desde el punto de vista legal, pero que puede ayudar (o no) a que nuestra circulación sea más segura. Si empleamos el intermitente izquierdo le estamos diciendo a nuestros compañeros de rotonda que seguimos dando la vuelta, y a la vez estamos comentándoselo a los conductores que pretenden acceder a ella.

¿Por qué es absurdo desde el punto de vista legal mantener ese intermitente en marcha? Porque de hecho no realizamos ningún desplazamiento lateral cuando circulamos por un mismo carril. Sin embargo, ya dijimos (y hemos repetido hoy) que la glorieta cumple a la vez dos funciones, es a la vez vía y nudo viario, por lo que no es de extrañar que esa costumbre no reglamentaria se considere en muchas ocasiones casi como una garantía de seguridad y fluidez en la circulación por rotondas.

Por otra parte, y volvemos a la amplia casuística de las glorietas, no es lo mismo indicar hacia la izquierda en una rotonda enorme de esas que distribuyen el tráfico al salir de una autopista, por ejemplo, que una rotondilla encajada en la confluencia de dos avenidas: quizá en el segundo caso sea más recomendable el uso del intermitente izquierdo que en el primero de los ejemplos. Recomendable, ojo, que no obligatorio, ya que el único intermitente obligatorio es el que indica cambios de carril o abandonos de la glorieta. Dicho lo cual, añadiré mi punto personal, y es que yo señalizo hacia la izquierda cuando entiendo que puedo aportar algo a los demás.

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Si vas por el carril exterior debes abandonar la glorieta

Circulación en glorietas

Todavía hoy me encuentro con muchos conductores que afirman sin ningún titubeo que si ocupas el carril exterior es porque vas a abandonar la glorieta por la salida más inmediata. De esta forma, resulta que sólo ocupas de buenas a primeras el carril exterior si vas a ir hacia la derecha o, en otras palabras, a buscar la primera salida de la glorieta, ya que para el resto de salidas comienzas abordando la rotonda por el carril interior.

Falso, absoluta y radicalmente falso, y lo siento mucho por todos los conductores que me dirán que así se lo enseñaron en la autoescuela, aunque hay una razón para todo: mientras se producía la adopción masiva de glorietas por parte de los encargados de llevar a cabo las mejoras de las infraestructuras viarias, no se produjo un reciclaje de los formadores viales, de manera que cada cual se puso a improvisar la solución que buenamente le parecía más acertada, y seguramente empujados por el conocimiento de una zona determinada decidieron que si las cosas funcionaban bien en aquella situación concreta, bien podrían extrapolarse al resto de las rotondas. En el fondo, es aquello que hablamos en una ocasión sobre la adaptación al medio.

El caso es que obrando así nos encontramos como mínimo con un problema previsible: si resulta que tenemos la intención de abandonar la glorieta por la segunda salida (para seguir de frente, como si dijéramos) y la abordamos por el interior para cambiarnos al exterior antes de abandonar la rotonda, ¿adivináis a quién nos encontraremos ahí? ¡Bingo! A otro conductor que pretende ir de frente por el carril exterior y que ha accedido a la glorieta en el mismo momento que nosotros, porque la situación del tráfico era la misma para los dos y ambos hemos decidido entrar en la rotonda a la vez. ¿Cuál será la solución entonces? ¿Dar otra vuelta a la rotonda, que sería lo más lógico y lo legal para situarnos en el exterior? No, yo apuesto a que en esa situación acabaremos propinándole un hachazo a nuestros vecinos de carril. Como si lo viera.

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Si no hay señales no es una glorieta

Preseñalización de glorieta

No es exactamente así. Una glorieta lo es si tenemos un tipo especial de intersección caracterizado por que los tramos que en él confluyen se comunican a través de un anillo en el que se establece una circulación rotatoria alrededor de una isleta central y donde los vehículos que circulan por la vía circular tienen prioridad de paso respecto de aquellos que pretenden acceder a ella. Es decir, si el nudo viario tiene entidad de vía circular e independiente de las vías que confluyen en ella, tenemos una glorieta.

R-402Diferente sería encontrar una simple isleta que bordear antes de girar, por ejemplo, hacia la izquierda. Pero en un caso así no tendríamos prioridad de paso por el hecho de rodear la isleta, sino que nos comportaríamos como en cualquier otra intersección, cediendo el paso, por ejemplo, a los conductores de los vehículos que nos pudieran venir de frente. Por eso se suele decir que la señal de intersección de sentido giratorio obligatorio no es indicativa de que “eso” que tenemos delante sea una glorieta y por tanto que tengamos prioridad si estamos girando alrededor de un macizo central. Para que una glorieta sea glorieta, tiene que haber una vía circular independiente de las vías que llevan a ella.

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Haz caso de las flechas que hay dentro de la rotonda

Flecha de selección de carril en una glorieta

Eso sí, porque todo cuanto hemos comentado estos días hace referencia a glorietas en las que no hay flechas de selección de carril que nos indiquen la dirección o direcciones que debemos tomar. Si las hay, es cuestión de obedecer a lo que nos marcan, que para eso están. Si en un carril encontramos una flecha que indica sólo hacia la derecha, eso significa que desde ese carril la salida inmediata es la salida que deberemos tomar por obligación.

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Finalmente…

Es más que posible que hayan quedado temas en el tintero, como que en tal o cual población tenemos una rotonda a la que llegamos por una avenida de tres carriles y allí nos encontramos de pronto con dos, por citar un ejemplo bastante común, pero casos como ese tienen una difícil respuesta más allá de la posibilidad de reclamación ante el titular de la vía. Y, de forma parecida, seguramente habrá muchos otros ejemplos que reclaman una revisión urgente del uso que se le está dando a estas infraestructuras, pero no son esas cuestiones para ser abordadas aquí.

Por nuestra parte, y como conductores, podemos aportar nuestro granito de arena para que la circulación en glorietas aúne seguridad y fluidez, utilizando los carriles de forma inteligente, observando nuestro alrededor con mucha atención, evitando altas velocidades en un lugar que, de entrada, es un nudo viario, comunicando a los demás nuestras intenciones con los intermitentes y, siempre, abandonando la rotonda desde el carril exterior. Esa es la parte de responsabilidad que nos corresponde a todos.

Foto | cliff1066™
Grafismo | Josep Camós
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