Anteriormente: Cómo circular por una glorieta o rotonda (1)
Como vimos en la anterior entrega de este coleccionable, la situación del tráfico puede condicionarnos a la hora de emplear unos u otros carriles de la rotonda. Y es que el tráfico supone en muchas ocasiones la otra dificultad que encuentran los conductores a la hora de abordar una glorieta. ¿Cuándo entro yo en esta rotonda?, es una pregunta que a muchos les queda en el aire hasta que se deciden por gritar “¡Jerónimo!” y saltar al vacío esperando no chocar contra nadie.
Sí, el acceso a las glorietas es otro tema que deberíamos abordar en esta serie sobre la circulación en estas infraestructuras de la red viaria. Creo que más de uno lo agradecerá, sobre todo si las rotondas que le han tocado en suerte en la zona por la que circula con su vehículo son algo complejas desde el punto de vista del tráfico.
Algunos principios básicos sobre prioridades
Desde que se incorporó la definición de glorieta a nuestro entramado legal, se dice que tiene preferencia el conductor del vehículo que circula dentro de la vía circular sobre aquellos que pretenden acceder a la glorieta. Esto significa, lisa y llanamente, que la rotonda es una vía con prioridad respecto de las vías que puedan desembocar en la glorieta. Por eso, cualquier vía que desemboca en una rotonda es una vía que al llegar a la rotonda deja de tener prioridad.
Y, si le echamos un ojo al Reglamento General de la Circulación, sabremos que en él se contempla la obligación de moderar la velocidad cuando nos aproximamos a una intersección en la que no tenemos prioridad.
Sumando la primera idea con la segunda, ya tenemos un esbozo sobre cómo realizar la fase de aproximación a la glorieta: sabiendo que quienes circulen por la glorieta tienen prioridad y que nosotros debemos moderar la velocidad.
El misterio del ‘ceda el paso’
De acuerdo, hay glorietas señalizadas con semáforos e incluso con señales de detención obligatoria o stop. Pero entiendo que esas señalizaciones apenas ofrecen dificultad de comprensión: con un semáforo en verde pasas si habiendo analizado la situación prevés que cuando cambie de color el semáforo (bueno, su luz) no vas a entorpecer la circulación del resto de vehículos. En rojo te detienes y en amarillo, también, a no ser que cuando se encienda la luz amarilla estés tan cerca de tu lugar de detención que no puedas detenerte en condiciones de seguridad. Y el stop es tan sencillo como comprender que es una detención obligatoria, que analizas la situación del tráfico con el vehículo detenido y que cuando te decides a reanudar la marcha, lo haces.
El problema de muchos conductores viene cuando se encuentran con una señal vertical en forma de triángulo equilátero con un vértice orientado hacia su parte inferior y/o una marca vial consistente en un triángulo marcado sobre la calzada con el vértice invertido al lado menor apuntando hacia el vehículo que se le aproxima, es decir, lo que conocemos como un ‘ceda el paso’.
¿Y qué es eso de ‘ceda el paso’? Es una forma dinámica de organizar quién pasa primero y quién pasa después. Así como en el stop nos detenemos para analizar el tráfico, en el ‘ceda el paso’ vamos analizando el tráfico mientras nos aproximamos a la intersección.
Y sumada esta tercera idea a aquellas dos de antes, ya tenemos concluido el retrato de nuestra fase de aproximación a la rotonda: moderamos la velocidad mientras vamos llegando y analizamos el tráfico antes de llegar a la rotonda para, si no forzamos a los demás a frenar o a desviarse, continuar nuestra marcha. Dependiendo del volumen de tráfico que tengamos, podría ocurrir que simplemente dejando de acelerar lográsemos coordinarnos con los vehículos que circulan por la rotonda para pasar tras ellos y sin llegar a detenernos en ningún momento. Puro dinamismo.
¿Cómo entrar en la rotonda si hay mucho tráfico?
Sin embargo, en muchas ocasiones las rotondas van cargadas de vehículos y el dinamismo del ‘ceda el paso’ se convierte en el estatismo de un stop en el momento que nos damos cuenta de que, por mucho que analicemos el tráfico en movimiento, ahí no hay forma humana de coordinarse con los demás mientras vamos llegando a nuestra posición de entrada a la rotonda.
¿Cómo podemos acceder entonces a la glorieta sin morirnos de asco esperando pero respetando la prioridad de paso del resto de los conductores, es decir, sin obligarlos a modificar bruscamente su velocidad o su trayectoria? Preguntado de forma seria, en una rotonda, ¿cómo hallamos el equilibrio entre la fluidez y la seguridad necesarios para una circulación segura y eficaz?
Evidentemente, aquí entrarán en juego diversos factores, como la destreza que tenga el conductor con su vehículo para reanudar la marcha o la compleja casuística que podemos encontrar en materia de glorietas, a la que nos dedicaremos en la próxima entrega de este monográfico, pero existen una serie de lugares comunes que por lo general podemos aplicar a las rotondas cargadas de tráfico.
El primero es obvio: si el brazo de la rotonda que queda inmediatamente anterior a nuestro acceso aporta tráfico sin cesar, ahí no tenemos nada que hacer. Los conductores de aquel brazo verán dinámicamente que nadie les impide acceder a la rotonda y entrarán, seguramente acelerando. Si nosotros estamos detenidos, habrá suficiente disparidad de velocidades como para que acceder a la rotonda en ese momento sea un suicidio, tanto en lo legal como en lo relativo a la seguridad (que en el fondo es lo mismo).
¿Cuándo podremos acceder entonces? En principio, si alguien aparece por el brazo anterior al que emplean esos conductores para acceder a la rotonda, ellos se detendrán, se generará un espacio libre entre nuestro acceso y el anterior, y estaremos en disposición de acceder a la glorieta sin ocasionar problemas a nadie.
No es casualidad que en el dibujo haya vehículos orientados hacia el mismo brazo que nosotros empleamos para acceder a la rotonda, y es que este espacio libre que se genera es más un criterio, una guía orientativa, que otra cosa. Del análisis que efectuemos como conductores, atendiendo a la posición, velocidad y trayectoria del resto de los vehículos, estableceremos si es o no seguro acceder a la glorieta.
Tampoco es casualidad que los vehículos que están accediendo por la parte superior del dibujo estén todavía fuera de la zona marcada en verde, y es que si esperamos a ver por qué se han detenido los conductores del acceso anterior… tendremos ya encima a los vehículos procedentes de la zona superior del dibujo.
Tras acceder a la rotonda, es lógico que veamos aparecer esos vehículos, pero nosotros ya estaremos en movimiento y así debemos continuar y es que, una vez pasada nuestra posición de entrada a la glorieta, ya habremos tomado la decisión de entrar y lo habremos hecho en el momento correcto, por lo que una vez que estamos dentro de la rotonda, más allá de la línea de detención del ‘ceda el paso’, lo único que nos queda es circular con el resto del tráfico.
Finalmente, suele haber un problema cuando vamos a acceder al carril exterior de la rotonda y hay vehículos circulando por el carril interior, y es que el mismo dinamismo de la circulación en glorietas, unido a la cultura del hachazo que estuvimos viendo en la última entrega de esta serie, hacen desaconsejable acceder a ellas si en el carril contiguo de la vía circular hay vehículos en movimiento. De ahí que en el dibujo anterior la marca en color verde abarque la anchura total de la calzada, y no sólo un carril. Quizá en una rotonda con más carriles, o si hay un vehículo circulando por el carril interior pero a escasa velocidad, quizá en casos como esos sí que podríamos acceder a la glorieta sin mayores complicaciones. Como digo, no es más que un criterio y como tal debe ser contemplado. El sentido común hará el resto.
Y en el próximo capítulo…
Con todo lo dicho, es cierto que cada rotonda es un mundo, y por eso en la próxima entrega de esta serie nos dedicaremos a la compleja casuística que encontramos en materia de glorietas.
En Circula Seguro | Cómo circular por una glorieta o rotonda (0, 1, 2, 3, Anexo)