Y como *no hay dos sin tres*, después de hablar de Fernández Vara y de Willy Toledo, hoy toca hablar de *Josep Lluís Carod-Rovira*, un señor con bigote que ha reverdecido en los medios al saberse que *su coche oficial fue fotografiado a 175Km/h* en una autovía donde la velocidad máxima es de 120Km/h. Y leyendo los comentarios que suscita la noticia entiendo que *a la gente le encanta que ocurran estas cosas*.
Que no se me malinterprete, que yo no estoy a favor de que nadie circule por ahí a más velocidad de la señalizada y mucho menos estoy a favor de que un señor exija a otro que tiene que estar en tal o cual destino a una hora imposible de cumplir. No se trata de eso: *la Ley tiene que ser para todos igual*, claro que sí, pero me llaman la atención las reacciones que producen este tipo de noticias en las personas mal llamadas anónimas.
Vivimos tiempos extraños, en los que yo como conductor me alegro de que _cacen_ a los demás por cosas que *si a mí me supusieran una multa* me iban a hacer acordarme de los ancestros al completo de Pere Navarro y de toda su santa tropa. Sí, quizá decir esto ante un lector de *Circula Seguro* sea casi como adorar al Diablo en la Casa del Señor, pero espero que se me comprenda: la gran mayoría de los conductores, esos a los que lo de «seguridad vial» les suena a camelo para que el Estado se embolse unos billetes con las multas y la ITV, tienden a detectar muy bien la paja en el ojo ajeno mientras ellos albergan complejos entramados reticulares de vigas UPN en sus propias córneas.
Así que me maravillo yo con las *estupendas conversiones religiosas* que leo estos días. «Mira a los políticos – dicen -, tanto pedirnos que no corramos y ellos son los primeros que van por ahí a toda hostia con sus cochazos». Algunos incluso llegan a enarbolar la *bandera de la seguridad vial*: «Y si llegan a chocar contra alguien, ¿qué?». Y son sinceros, muy sinceros en todo lo que dicen… aunque se cortan antes de entonar lo que es el fondo de sus pensamientos: «¡Quién pudiera hacer lo mismo que él!»
Hipocresía y cinismo, sí, porque, desengañémonos, que lo que estamos leyendo estos días *no es una oda popular a la seguridad vial*, sino un *canto al revanchismo* en toda regla. Y vuelvo a decir: que no se me malinterprete, que el mosso d’esquadra que conducía el vehículo oficial sabe perfectamente que circular a esas velocidades no es de recibo, casi tan bien como lo sabe Carod-Rovira aunque siempre diga que él no tiene permiso de conducir, y sobre el uno y/o el otro debe recaer el peso de la Ley, pero hacer de este suceso un circo para apedrear a su protagonista no me parece la mejor manera de hablar sobre seguridad vial. Separemos las cosas y apedreémosle o no por otros temas, pero *no* en virtud de algo que la mayoría de conductores en el fondo envidian.
Al cabo, la seguridad vial es algo demasiado serio como para mezclarlo con la política.
Vía | El País
Foto | YuriBCN aka JordiVK, Omar Omar