BioRID, un nuevo dummy especializado en la investigación de choques por alcance

Josep Camós

29 de agosto de 2012

Cuando hablamos de crash tests, normalmente nos viene a la cabeza la imagen de un vehículo estrellándose contra un bloque semirrígido o de un elemento que impacta lateralmente contra un coche. Ya comentamos hace unos días que esas eran pruebas habituales en los tests de EuroNCAP, pero también explicamos que había otras pruebas, las de choques por alcance, que resultan igual de interesantes si no más.

En ese aspecto, hoy hablamos del dummy BioRID, un muñeco diseñado por la Universidad Chalmers de la industrial ciudad de Göteborg, en Suecia, y que fabrica Humanetics Innovative Systems. El BioRID sirve como monitor de lo que experimenta un cuerpo humano cuando viaja en un vehículo y recibe un impacto por la zona posterior, con el consiguiente varapalo para su columna vertebral.

Su principal baza son las 24 vértebras electrónicas que alberga, capaces de reproducir fielmente los movimientos a que se ve sometido el ocupante en el momento de la colisión, especialmente en lo que se refiere a la hiperflexión e hiperextensión bifásicas que en no pocas ocasiones dan lugar a la angustiosa lesión por latigazo cervical.

Precisamente esos simuladores de vértebras son los que sirven para captar todas las variables respecto a los desplazamientos que produce la colisión. Los resultados de las investigaciones que se realizan con este dummy permiten mejorar elementos de seguridad como los asientos en favor de una mayor protección a los ocupantes.

Pero para conseguir esta mejora resulta imprescindible poder repetir una y otra vez las pruebas de choque bajo unas condiciones idénticas, lo que se denomina repetir y reproducir las pruebas a fin de establecer criterios de mejora en los elementos del vehículo.

Del resultado de las pruebas a la mejora de la seguridad

En este sentido, la ingeniera de General Motors especializada en pruebas de choque Barbara Bunn ha estado trabajando en colaboración con otros fabricantes, como Porsche, Volkswagen, Daimler, Chrysler y Ford, así como con los fabricantes del dummy, para construir un simulador de colisiones que reproduce fielmente las situaciones de la carretera, y también para determinar cuál debe ser la posición del asiento en las pruebas, además de otros parámetros.

Bien, eso nos lleva a un punto esencial que nos compete a todos como ocupantes de vehículos. De nada sirve que se creen dummies (de acuerdo, su nombre técnico es ATD, de Anthropomorphic Test Device o “dispositivo antropomórfico de pruebas”) que recogen 10.000 datos por segundo a través de cada uno de sus sensores (entre 50 y 100 por elemento) si luego nosotros como ocupantes no estamos a la altura.

¿Qué quiere decir esto? Si nos fijamos, los fabricantes parametrizan la seguridad a la luz de lo que muestran los múltiples tests a que someten cada año a sus coches. Aunque en las pistas de pruebas trabajen con decenas de situaciones hipotéticas para ajustar el funcionamiento de los elementos que nos protegerán, difícilmente pueden plantearse la protección de quienes viajan en el coche como si se tratase de una extensión del salón de su casa cuando no de un sofá-cama, directamente.

Y esto va por quienes prescinden (aún hoy) del cinturón de seguridad pese a llevar un airbag apuntándoles a la cara, por quienes izan los pies sobre el salpicadero porque hace calor, por quienes estiran el respaldo para echarse una cabezadita por el camino, por quienes desde el asiento trasero se encorvan para escuchar lo que dicen desde el puesto de conducción o por quienes dejan que los niños deambulen por el interior del vehículo como si este se tratase de un chikipark.

Se trata de otros niveles de preocupación por la seguridad vial, sin duda, pero a esos también habrá que llegar algún día.

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