El 10 de junio de 1973, hace hoy 40 años, un terrible siniestro vial conmocionó a Sevilla, Huelva, especialmente la aldea del Rocío y a España entera por la salida de vía y posterior caída por terraplén de un autobús a la altura de ‘la cuesta de Las Doblas’ situada en la antigua carretera N-431 que une las provincias de Sevilla y Huelva y en donde fallecieron ocho viajeros de los 49 que transportaba. Un trazado de carretera que ya fue considerado peligroso desde que el 21 de mayo de 1961, es decir, doce años antes y en un siniestro de las mismas características, fallecieran 22 de las 65 personas que viajaban de forma irregular en un camión.
Dos trágicos sucesos ocurridos en el mismo trazado y que aún siguen recordándose por el destino de las personas que viajan en ambos vehículos que era hacia la Romería del Rocío, incluso, por alguna que otra leyenda urbana, debido a los siniestros de tráfico que han ido produciéndose posteriormente a su paso por el mismo lugar. Una curva que resulta ser peligrosa por la configuración del terreno, como más adelante veremos y que corresponde actualmente con el kilómetro 3 de la carretera A-472 situado en la provincia de Sevilla.
¿Punto negro, imprudencia o ambas?
Punto negro, «tramo de concentración de accidentes» viene a ser la misma cosa. Una advertencia a modo de alerta dirigida a los conductores para que moderen la velocidad ante un trazado señalizado por haberse producido varios siniestros viales mortales en ese espacio de terreno. Se refuerza tanto la señalización horizontal como la vertical pero el trazado sigue siendo el mismo, es decir, la plataforma es la misma por la que circulaban los carruajes de Carlos III ya que no se ha cambiado de suelo ni se ha optado por un itinerario distinto.
A pesar de todo, quizás sea conveniente recordar que eso del “punto negro” no es más que una constatación de un desastre vial allí donde esté, y no tanto relacionado con la seguridad y prevención vial. Salvo, que la señalización intimide por decirlo de alguna forma y que haga reaccionar al conductor de manera que evite lo que pueda ser inevitable pero, no por ello, prevista. Una forma de solucionar el problema pero no de forma definitiva. A no ser que se haga como en muchas carreteras provinciales o antiguos trazados que han quedado en los márgenes como merenderos tras una vía de nueva construcción.
Por otro lado, es la acomodación del conductor y la resta de sus labores al volante lo que hace no adaptarse al medio, es decir, a la vía que es compartida por todos. Si a esto añadimos el exceso de garantías en medidas de seguridad activa o pasiva puede que se nos valla de la manos el poder controlar el vehículo. No soy de ciencias pero se que ante un trazado curvo, por ejemplo, hay que tener en cuenta, la aceleración, la fuerza centrípeta y la centrífuga. En definitiva, adaptar la velocidad a las circunstancias y más aún si no conocemos el trazado para demostrar que vamos atentos ante cualquier dificultad que se nos presente.
¿Hay una segunda oportunidad?
Centrándonos en los sucesos que he relatado al principio, habría que decir que tanto la seguridad del automóvil como la seguridad paliativa de las carreteras, por aquellos años, brillaba por su ausencia. Por otro lado, el fallo mecánico estaría justificado siempre y cuando el vehículo circula en condiciones normales pero, según los hechos, tanto el autobús como el camión lo hacían de manera irregular, bien por unas revisiones deficientes o por un exceso de viajeros. Son un cúmulo de factores y añadidos como, por ejemplo, la escasa visibilidad, el amplio tramo recto y descendente que precede a la curva…, que hacen imprevisible lo evitable.
En cualquier caso, por aquellas fechas, el alcalde de la localidad de Sanlúcar la Mayor pidió la desaparición de aquella curva, y algo de caso le hicieron, porque se ensanchó la carretera agregándole un carril reservado para el tráfico en función de la velocidad señalizada (antiguos carriles de vehículos lentos) pero sin arcenes, y después pasó a ser una vía secundaria tras la construcción de la autopista A-49 (Sevilla – Huelva). En cuanto a la señalización vertical también fue revisada y a día de hoy el tramo está limitado a 40 kms/hora.
No obstante, si hacemos uso del google maps y vemos el trazado a vista de pájaro, puede verse la magnitud de la curva tipo bastón por tratarse de una amplia recta, que por si fuera poco, es descendente durante un tramo de dos kilómetros con anterioridad y durante el trazado de la curva peligrosa orientada hacia la izquierda. Todo ello, sin tener en cuenta la configuración del asfalto, irregularidades que pudiera tener el terreno y las condiciones adversas a la conducción como, por ejemplo, lluvia, niebla o hielo.
Para terminar y a modo de reflexión, ¿podrían haberse evitado los dos trágicos sucesos? Seguramente, pero lo cierto y verdad es que a fecha de hoy, 10 de junio de 2013, la curva sigue estando allí.
Vía | ABC (edición on line)
Foto | ABC, Meléndez
Ilustraciones | google earth
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