Vuela seguro punto com

Jaume

27 de agosto de 2009

Por alguna razón, me ha dado por recordar uno de los primeros especiales de fin de año que pude ver con cierto uso de razón. Principios de los noventa, entrevistaban a un conocido adivino, más famoso por ponerse las gafas del revés que por acertar. Le hacían preguntas sobre el futuro, sobre las futuras olimpiadas de Barcelona, la lotería; y sobre el año 2000, esa cifra mítica que tan distante parecía entonces (y que tan atrás hemos dejado ya).

Una de las supuestas predicciones que recuerdo fue acerca de del futuro de la automoción. Aseguraba que en el albor del nuevo milenio, nuestros coches volarían. «Serán como helicópteros», decía. Un simple vistazo a la calle demuestra lo equivocado que estaba. No obstante, la progresión de la tecnología, hace pensar que alǵun día será posible. Pero, ¿es deseable?

De hecho, es evidente que nos cuesta imaginarnos el futuro sin coches voladores, tarde o temprano. Sin esfuerzo, me vienen a la mente tres películas de ciencia ficción que los incluyen: Blade Runner, El quinto elemento y Regreso al futuro II. Seguro que a vosotros se os ocurren muchas más.

Pero, ¿sería un paso positivo para la seguridad vial? Bueno, supongo que ahora debería decir seguridad aérea. Es una pregunta difícil. Como no podemos predecir el futuro, tenemos que basarnos en suposiciones.

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La primera suposición es que seguirá habiendo un conductor que estará a los mandos, responsable último de todos los movimientos del vehículo.

La segunda hipótesis es que ese conductor tendrá que sacarse el carnet tomando unos cursos que aseguren unas aptitudes mínimas. Idealmente, esos cursos deberían ser mucho más que un trámite, todo un proceso de aprendizaje. Sin embargo, dado que la movilidad es una aspiración global, las vuelo-escuelas deberían estar al alcance de todos, y la dificultad del examen debería ser asequible para la mayoría de la población normal.

El tercer y último supuesto es que la circulación seguirá siendo ordenada. Es decir, habrá todo un código adaptado a la tercera dimensión. Un reglamento que dictará prioridades, por donde volar, donde aterrizar, etc. Igual que ahora tenemos que ceder el paso a los que vienen por nuestra derecha, ya que por ese lado tenemos mejor ángulo de visión; probablemente tengamos que dejar pasar a los que se aproximen por arriba, ya que es más complicado mirar hacia abajo.

Teniendo en cuenta este último punto, uno estaría tentado a concluir que, muy probablemente, habría menos colisiones entre vehículos. Nuestros coches de ruedas sólo pueden esquivarse los unos a los otros de izquierda a derecha. Pero cuando sean voladores, también podrán cruzarse por arriba y por debajo. Por otro lado, los peatones dejarán de ser un problema (a no ser que también vuelen, pero eso es otra historia).

Sin embargo, esto me parece discutible. En la actualidad, para circular seguro tenemos que repartir nuestra atención a cuatro lugares: lo que tenemos por delante, lo que tenemos por detrás, y lo que hay a cada uno de los flancos. Ahora, tendríamos que estar pendientes de dos lugares más: arriba y abajo. Es decir, requerirá una capacidad de observación de nuestro entorno al menos un 50% mejor.

Igualmente, también tendremos que controlar la trayectoria de nuestro vehículo en una dirección más. Además de tener adelante/atrás (acelerador y freno) y ambos lados (volante), tendremos que controlar la altura. De nuevo, requerirá un aumento en nuestra capacidad motora.

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Además, parece claro que los accidentes que se puedan producir serán más graves que los actuales. En primer lugar, la velocidad ya no sería la única fuente de energía disponible para producir daños. La propia altura añade energía gravitatoria. Todos sabemos que si nos caemos de cierta altura, incluso si antes de empezar a caer estamos quietecitos, lo más probable es que nos partamos la crisma.

Es cierto cierto que gracias a la resistencia del aire, la velocidad de caída no aumenta a partir de cierta altura. Aún así, la velocidad terminal de caída es mortal en la mayoría de casos. Por ejemplo, un cuerpo humano cae a unos 200km/h. No es que sea alentador. Probablemente, las marcas desarrollarán paracaídas de seguridad.

Otra cosa que nos hace pensar que los daños serían más graves es la desaparición de las carreteras y calles. Básicamente, una carretera es un lugar despejado para que pasen los vehículos por él. Así que, cuando se produce una colisión, normalmente no se involucran elementos externos a la vía. Dicho de otra forma, cuando vuelca un camión en la autopista, la carga cae al arcén, no a mi sala de estar.

Pero en el caso de los vehículos voladores, ese aislamiento es mucho más difícil. Por un lado, es lógico pensar que la capacidad para esquivar cualquier obstáculo por arriba, hará que los coches pasen por todas partes. Las colisiones podrían producirse encima de nuestras cabezas

Pero incluso si las trayectorias estuvieran restringidas a ciertos lugares, es obvio que durante la caída posterior a una colisión, la metralla tiene mucho tiempo y velocidad para distribuirse a lo largo de una zona más grande.

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No se vosotros, pero a mi todo eso me da bastante mala espina. Bastante mal estamos ya a ras de suelo. Así que está claro que alguno de los tres supuestos patina. Si comparamos con la tecnología de los vuelos actuales, está claro que es el segundo supuesto: el hecho de que la licencia debe estar al alcance de todos.

Claro, los pilotos actuales pasan por cursos mucho más complicados de lo que la mayoría estamos dispuestos a tolerar. Además, antes de poder volar solos, pasan muchas horas en un simulador primero, y con un instructor después. Si contamos con algún piloto entre los lectores, seguro que nos podrá hacer una comparación rápida entre sus horas de vuelo en prácticas y las que hizo en la autoescuela.

¿Pero como podemos conseguir vehículos voladores al alcance de todos? Bueno, entonces tenemos que renunciar a la primera suposición: el conductor humano. Es la única solución, que la tecnología avance hasta el punto que tan sólo nos sentemos y le digamos a un ordenador donde ir. Con si inhumana y fría precisión, conseguirá llevarnos a destino con una esperanza de éxito increíblemente enorme.

En resumen, me alegro que aquél excéntrico personaje fallara su predicción. No es de extrañar, tampoco predijo que su fama aumentaría cuando años después cambió su estrafalaria toga por un triste tanga. La tecnología aún no está lista para permitir un vuelo seguro al alcance de todos. Sin embargo, por si acaso, la Fundación Mapfre y Michelin deberían pensar en registrar el nuevo dominio…

Fotos | Thomas Duchnicki, JeffChristiansen, opponent, kleinman