En el anterior artículo dijimos que, para medir la realidad, muy a menudo nos es útil establecer una escala proporcional. Para ello, debemos elegir un patrón estándar acordado entre todos, al cual le asignamos el valor uno: la unidad.
Debido a la libertad de elección de las unidades, históricamente ha ocurrido que diferentes territorios han adoptado diferentes unidades para la misma magnitud, tal y como constataba el apesadumbrado Sam en su comentario. Para unificar criterios y homogeneizar las medidas, en los años 60 se creó el Sistema internacional de unidades, o S.I., que ya se utiliza en la mayor parte del mundo (con excepciones notables, como EE.UU.).
En la actualidad, el Sistema internacional consta de siete unidades básicas: metro (longitud), segundo (tiempo), kilogramo (masa), amperio (intensidad eléctrica), grado Kelvin (temperatura), mol (cantidad de substancia) y candela (intensidad luminosa). Aunque, de hecho, la definición concreta de cada una de estas unidades ha ido cambiando con el tiempo, como vimos con el metro en el artículo anterior. Para nuestros propósitos, únicamente necesitaremos las tres primeras, que definen el sub-sistema MKS de unidades mecánicas.
El resto de unidades se pueden obtener combinando las básicas. Por ejemplo, si queremos medir una velocidad, lo que haremos será tomar una longitud (medida en metros, según el S.I.), y dividirla entre el tiempo transcurrido (medido en segundos). Por lo tanto, la unidad de velocidad en el sistema internacional es el metro por segundo, m/s.
Otro ejemplo. Si queremos saber la capacidad de un depósito, lo que haremos será multiplicar su ancho, por su largo y por su altura. Todas estas distancias se miden en metros, así que el resultado se medirá en metros cúbicos, m3. En resumidas cuentas, todas las unidades se pueden obtener multiplicando y dividiendo las unidades básicas.
Si una unidad compuesta se utiliza mucho, es habitual darle un nombre, a menudo en honor de un científico histórico. Por ejemplo, la unidad de fuerza del sistema internacional recibe el nombre de Newton, y su descomposición en unidades básicas es 1 kg m/s2.
Por lo general, las unidades del sistema internacional están escogidas de forma que son adecuadas para medir cosas a escala humana. Por ejemplo, nuestras casas tienen tamaños del orden de unos cuantos metros; y solemos sostener cosas con masas al rededor de unos cuantos kilos. Eso nos permite trabajar con números normalitos. Si tuviéramos que trabajar con números demasiado grandes, o demasiado pequeños, sería un gran engorro.
No obstante, no siempre las unidades del sistema internacional son las más adecuadas. Por ejemplo, ningún ser humano es capaz de beber un metro cúbico de agua del tirón (de hecho, un m3 ni siquiera cabe dentro de un cuerpo humano). Las botellas de tu refresco favorito suelen tener una capacidad de 0,002m3.
Como hablar de números tan pequeños es muy molesto, incluso hoy en día seguimos utilizando unidades que no son del sistema internacional, pero que nos hacen la vida un poco más cómoda a todos. En este caso, decimos que la botella de refresco es de 2L (hay mil litros en un metro cúbico).
Lo mismo pasa con muchas otras unidades. ¿Os imagináis el follón si midiéramos nuestra edad en segundos, en vez de en años? Si le decimos a un joven que debe esperarse a cumplir quinientos sesenta y ocho millones treinta y seis mil ochocientos segundos (568 036 800s) para poder obtener el permiso de conducción, igual se nos muere de impaciencia.
Esta necesidad de utilizar unidades adecuadas a la escala necesaria, combinada con la tozudez del mundo anglosajón (sobre todo, en Norteamérica) de abandonar el sistema imperial de unidades, es la razón principal de la proliferación de diferentes unidades en algunos campos.
Lo que sí ha conseguido el consenso internacional es, por lo menos, acordar una definición de las unidades extrañas en términos de sus equivalentes en el S.I. Por ejemplo, hoy en día casi todos los países del mundo aceptan de forma oficial que la definición de una pulgada es exactamente 0,0254m (2,54cm). En el siglo XIX, para convertir las diferentes definiciones locales de la pulgada, utilizaban herramientas gráficas como la mostrada en la foto anterior.
Por lo menos, este consenso parcial nos facilita un poco la vida. Lo único que debemos hacer es buscar las equivalencias necesarias y tenerlas presentes para hacer las conversiones necesarias. Y eso es, precisamente, lo que haremos en el próximo capítulo. A la misma hora, en el mismo canal.
En Circula seguro | Unidades | (1): Introducción y longitud |
(2): Sistema internacional | |
(3): Velocidad y masa | |
(4): Aceleración y fuerza | |
(5): Presión y torque | |
(6): Volumen, energía y potencia |
Fotos | imuttoo, ChrisO (wikipedia)