Un limitador de velocidad de serie para tu coche es algo que puede convertirse en realidad en poco tiempo, al menos en su concepto ideal. Primero, os explico a qué viene todo esto. Internet tiene una amplitud enorme, y por casualidad llegué a una idea muy interesante que, a modo de pregunta, se cuestiona la viabilidad de un limitador de velocidad voluntario. La cuestión se pone interesante cuando se explica que el limitador podría ser programable, por ejemplo a 120 km/h y 40 km/h.
Por lo que entiendo de la propuesta, no se trata del control de velocidad que mantiene una velocidad que programamos y que podemos saltarnos actuando sobre los pedales, sino un limitador con todas las consecuencias: el coche jamás pasará de la velocidad limitada a menos que desactivemos el dispositivo. Esto, ¿podría tener sentido? ¿Sería más o menos seguro? En mi opinión tiene sentido pero no creo que de como resultado una mayor seguridad.
Un limitador no nos hace más seguros al volante
El limitador es un dispositivo que nos pone un tope a la velocidad máxima a la que puede circular el vehículo. Si lo que nos preocupa es nunca ser multados, perfecto, basta con programarlo de acuerdo a los límites de velocidad establecidos y ya podemos ir con el pie en la tabla que nunca nos pasaremos. Pero eso no nos hace estar más en armonía con el resto de usuarios de la vía: simplemente nos hace inmunes a las multas.
En ciudad, yo lo veo más como un catalizador para confiarse más, y por tanto aumentar las probabilidades de tener un despiste y terminar en golpe por alcance o, lo que es peor, en atropello. El mero hecho de tener un tope máximo de velocidad no nos hace más seguros en ciudad. ¿Y en carretera?
De nuevo, podemos ir con el pie en la tabla que no nos vamos a pasar de la velocidad máxima permitida, así que seremos inmunes a las multas. Pero eso no es lo que nos interesa, nos interesa circular de forma consciente, y a menos que estemos atentos al 100% a la carretera, podemos caer en errores de apreciación ante una curva, despistarnos, no prestar la debida atención a nuestro entorno… en definitiva, volvemos a las mismas, tener un dispositivo que limite la velocidad máxima alcanzable no nos hace más seguros.
Confianza en el vehículo sí, exceso de confianza no
Como siempre decimos (hasta ser cansinos, quizás), la confianza es buena pero su exceso es muy malo. Limitar la velocidad máxima puede parecer interesante, pero no es una solución ni tan siquiera ante el adormecimiento del conductor, como con toda la buena intención propone quien tuvo la idea y la compartió. En realidad hay sistemas más eficientes de detección de la somnolencia que, además, ponen en práctica técnicas para advertir al conductor y evitar accidentes.
Si vamos a circular, a hacer un viaje, ir a trabajar (de casa al trabajo y del trabajo a casa, ya sabéis), ir de compras,… lo que tenemos que hacer es ir concentrados al volante y conscientes en todo momento de la velocidad a la que circulamos. Siempre hay que ser consciente. Otra cosa es mantener una velocidad de crucero constante, cosa que en teoría tiene su interés.
Si no estamos en condiciones de viajar, descansamos o aplazamos el viaje; si estamos en ciudad, recordemos que no es obligatorio circular a 50 km/h, ni a 40 km/h ni a 30 km/h. Eso si, hay velocidades mínimas, pero no creo que haya nadie que compute una media de velocidad de 50 km/h en ciudad sin convertirse en el equivalente a Ghost Rider.
En conclusión, para mi la idea de un limitador programable en cada coche me parece que puede fomentar el exceso de confianza en general (no en cada caso particular sino en el grueso de la “población” de conductores). Otra cosa son los limitadores de potencia y funcionalidades que van dirigidos a padres preocupados por sus retoños adolescentes y altamente hormonados. Ese es otro pastel.
Vía | Ideas4All
Fotos | Hadrián Hernández, Samuel73