Se estima que más del 90% de los siniestros viales se debe, en alguna medida, a errores humanos. Los sistemas de ayuda a la conducción (ADAS) buscan precisamente solventarlos al máximo. La tecnología presente en el coche autónomo va más allá. Según el nivel alcanzado, la intervención del conductor se va reduciendo y el vehículo tiene mayor autonomía. En el automóvil totalmente autónomo no es necesaria la supervisión por parte del conductor, el vehículo es capaz por sí solo de analizar la situación, ver los riesgos y actuar.
Se puede decir que toda la tecnología que incorporan estos vehículos autónomos va dirigida a “sustituir” al conductor y, por lo tanto, la seguridad es una de sus principales prioridades. El desarrollo del software y la inteligencia artificial están siendo claves en su puesta en marcha. Se estima que el 14% de las matriculaciones en 2035 en Europa, China y Japón será de coches autónomos, según el informe Digital Auto Report, de PWC.
La tecnología láser, los sistemas de radar e infrarrojos o la visión artificial forman parte de esta tecnología puntera que busca conseguir que el vehículo autónomo sea capaz de percibir el entorno y actuar en consecuencia. Los procesadores interpretan toda la información obtenida a través del software y sistemas avanzados de control y ejecutan las maniobras necesarias para que el viaje se realice sin dificultades y, sobre todo, sin la acción humana. Toda esta tecnología recibe el nombre de sistemas de conducción automatizada (Automated Driving Functions, ADS).
Hoy en día muchos vehículos ya cuentan con algunos de los sistemas de ayuda a la conducción que son un avance de lo que será la conducción autónoma en el futuro. Hay que tener en cuenta que se han creado varios niveles según la autonomía que ofrece esta conducción autónoma. En el primer nivel (el 0), es necesario que un conductor controle el vehículo por completo, mientras que en el nivel 1, el conductor puede hacer uso de los Sistemas Avanzados de Ayuda a la Conducción (ADAS). A continuación, el nivel 2 incluye el control de movimiento con funciones de mantenimiento en el carril y un nivel de automatización parcial. Para pasar de un nivel 1 al 2, se requiere de asistentes a la conducción que permitan controlar el movimiento longitudinal y lateral del vehículo, en lugar de uno solo.
En el nivel 3 hay mayor autonomía pero sigue siendo necesaria la intervención del usuario. Tal y como recogen desde ANFAC, el número de asistentes ADAS no implica pasar de un nivel a otro ya que ambos requieren los mismos, sino que, para poder considerarse el nivel 3 es necesario contar con un vehículo capaz de reconocer los límites del entorno operativo y devolver el control al conductor con un margen de tiempo suficiente. En los niveles 4 y 5 ya hay una automatización más elevada. En el último nivel no es necesaria ninguna intervención del conductor.
Tal y como recoge el informe Vehículo autónomo y conectado, de ANFAC, el coche autónomo tendrá que resolver situaciones imprevistas en el tráfico sin la ayuda del conductor y para ello se ha creado una arquitectura dividida en tres capas. En primer lugar, hay que destacar la ‘percepción’. Aquí se encuentran los sistemas de posicionamiento, de detección del entorno, para los que son necesarios Sistemas Globales de Navegación por Satélite (GNSS), mientras que para identificar obstáculos en todas las direcciones se necesitará recabar datos e información de los sensores del vehículo (láser, radar, visión artificial, …). En segundo lugar está la ‘decisión’, es decir, cuando los datos que se han recopilado se transforman en acciones sobre el volante, ya sea acelerando, frenando o aumentando la distancia de seguridad, por ejemplo. Las unidades de control establecen una elección de mejor acción para evitar el siniestro y no crear situaciones de riesgo. Por último está la capa de ‘actuación’ donde se encuentran los controladores, es decir, proporcionan una respuesta a tiempo y permite la acción del conductor en caso de ser necesario.
Los coches no sólo realizarán funciones operativas simples, como evitar que el vehículo invada el carril de al lado. También podrán realizar funciones tácticas como planificar maniobras, por ejemplo, cambiarse de carril ante la presencia de obras y servicios o ante la presencia de un coche averiado y, por supuesto, hacerlo de forma segura.
Por todo lo mencionado anteriormente, se puede decir que los sistemas encargados del posicionamiento del vehículo, así como aquellos que aportan la visión computarizada por cámaras, son vitales en el desarrollo del vehículo autónomo. Entre esta tecnología tan importante encontramos los sistemas de detección de señales de tráfico, alerta de cambio involuntario de carril, cámara trasera y delantera con detección de tráfico cruzado o el asistente de velocidad inteligente (ISA). Son sistemas ADAS que ya están presentes en muchos vehículos y que son obligatorios en los de nueva homologación.
Cada vez más los vehículos y la normativa se están preparando para dar paso al coche autónomo, pero, ¿están las personas listas para dejar toda la responsabilidad de la conducción a la tecnología?