Pasó hace más de una semana, pero al hablar de ello y ver la reacción cuando muestra las fotos, a Lourdes se le sigue haciendo un nudo en la garganta. Sin ella hacer nada incorrecto, ni siquiera tocar su vehículo, le han destrozado el coche.
Desde la ventana de su domicilio, vio un camión maniobrando para pasar entre su león y un coche mal aparcado en la acera de enfrente. El ángulo desde su mirador no era suficiente para ver todo el camión, mucho menos la matrícula, lo cual incrementaba su intranquilidad.
En un momento dado, el camión dio un poco de marcha atrás, para acto y seguido volver a avanzar… Se escuchó un estruendo, Lourdes no daba crédito a sus ojos cuando notó que el techo de su Seat se empezaba a levantar.
Al salir, no había ni rastro del camión. Se había dado a la fuga. Al ver los daños no pudo evitar echarse a llorar. Aún temblando llamó a la policía local, quien procedió a llevarse el vehículo mal aparcado, que debido a la posición en que había quedado el leonsete ahora impedía el paso seguro de los automóviles.
Poco después apareció la conductora del coche recién retirado. Atónita, comunicó a los vecinos que «la grúa se me ha llevado el coche». Cuando le dieron a conocer lo que había ocurrido debido, en parte, a la posición irregular en la que había aparcado arrojado sobre la acera, reaccionó diciendo «si todos aparcan mal».
Claro, «todos aparcan mal», y «era sólo un momentito«. Las excusas habituales, que en el fondo no hacen más que demostrar un enorme egoísmo y falta de solidaridad. ¿Por qué el momentito de un conductor tiene que ser más importante que el del resto? Tan importante es es ese momentito como para obligar que los demás deban efectuar maniobras arriesgadas, como demuestra el caso de Lourdes?
Sí, todos sabemos que encontrar un lugar de estacionamiento es cada día más difícil. Es algo que debe ser denunciado y que las autoridades (supuestamente) competentes deberían solucionar. Es algo que sufrimos absolutamente todos los automovilistas. Pero es no da derecho a convertir nuestra necesidad de estacionamiento en un obstáculo y riesgo para los demás. Igual que tampoco queremos ser nosotros los que tengamos que pasar a dos centímetros de un coche aparcado en doble fila.
La propia ley lo dice. Al estacionar o efectuar una parada, debe hacerse en lugares donde no esté prohibido, y siempre respetando un espacio de tres metros para el paso de los vehículos. Eso significa que se deben dejar esos 300 centímetros, unos cinco pasos, desde la parte más exterior de tu vehículo (incluido el retrovisor) hasta la línea continua más cercana. Y si no hay línea continua, hasta el borde de la calzada. Teniendo en cuenta que, legalmente, no pueden circular vehículos más anchos de 255cm, cumplir estos requisitos reduciría las molestias a los usuarios de la vía.
Mención especial también para el conductor del camión. Desde luego, encontrar un obstáculo que no deja pasar tu vehículo pesado da mucha rabia. Accionar el claxon hasta que venga el avergonzado responsable es la solución más habitual. Pero arrasar con los bienes de otras personas no es en absoluto justificable. Luego, una vez cometido el error, el código de honor dicta que se debe dar la cara, proporcionar los datos del seguro para que el damnificado no tenga que hacerse cargo de los desperfectos.
En definitiva, no se que pensaréis vosotros al leer este caso. La falta de solidaridad, paciencia y empatía de dos conductores ha provocado daños, disgustos y gastos a una persona inocente, cuyo vehículo estaba quieto y bien aparcado. Esta vez sólo ha sido el capó, el lateral y el guardabarros de un León. La próxima vez puede ser un semáforo, un peatón, mi coche… o el tuyo.
Fotos | Lourdes