La realidad detrás de esta nueva campaña en Estados Unidos contra el «texting» mientras se conduce (es decir, escribir mensajes o consultar el smartphone en plena acción) es que es la primera causa de muerte entre los jóvenes conductores estadounidenses (en realidad hablan de los teens, los adolescentes que ya pueden conducir). Está declarada una especia de guerra contra el «texting», una práctica que en 2012 mató a once jóvenes al día, y provocó 1,6 millones de accidentes en ese mismo año.
Aquí ya hablamos varias veces del peligro de conducir mientras atendemos al smartphone, e incluso hablamos de campañas americanas como la famosa «It can wait». También hablamos de la necesidad de dar ejemplo, de advertir a nuestros amigos y familiares sobre el peligro de conducir y atender al teléfono, porque la realidad es que es una práctica muy peligrosa.
Los datos son brutales. Y en algún caso, esta vez fuera de EE.UU., hay problemas adicionales de fondo. El caso de una chica australiana que atropelló a un ciclista mientras iba en ruta, y está demostrado por las trazas en su teléfono que lo utilizó 44 veces en ese trayecto, interactuando con hasta 7 números diferentes. Ella no solo niega su culpa (y aunque llamó a los servicios de emergencia, no se quedó a ayudar al chaval, que necesitó cirugía en la espina dorsal) sino que dice cosas como (contradicción incluida):
estoy un poco cabreada porque el ciclista me ha dado en el lateral de mi coche. No estoy de acuerdo con que la gente que envía mensajes de texto y conduce pueda golpear a un ciclista. Yo no estaba al teléfono cuando le di al ciclista
Atender al smartphone mientras conducimos mata: mata al conductor y ocupantes, y mata a terceros que no tienen culpa (la inmensa mayoría de las veces). Se hace necesaria una concienciación casi violenta, si me permitís el término, para concienciar de una vez por todas a quienes se pasan el día enganchados al smartphone en cualquier situación, pero en este caso cuando están al volante. Puede que ser joven signifique sentirse por encima de las capacidades de la gente normal, pero la realidad es la de los muertos, y disculpad de nuevo la franqueza.
La campaña no tiene desperdicio porque es la campaña que debe ser: simple, sencilla, directa, cruda. ¿Qué pasaría si fuese tu hijo, o un amigo tuyo, quien protagonizase la misma situación en la vida real? ¿No tratarías de convencerlo de lo absurdo de la situación? Después de tantos años escribiendo sobre seguridad vial me sigue llamando la atención que haya que producir vídeos de esta crudeza para hacer entender a algún sector de la población que simultanear tareas mientras conducimos es una pésima idea. Y cada semana veo decenas de conductores con el móvil en la oreja.