Hay un punto esencial de la circulación que, aunque nos lo grabaron a fuego en nuestra más tierna infancia cuando estudiábamos para sacarnos el permiso de conducir, a menudo cae en el olvido cuando nos hacemos a la carretera. No hay más que echarle un vistazo al tráfico un día cualquiera a cualquier hora de la mañana o la tarde para ver hasta qué punto esto es así.
Por eso hoy vamos a recordar cuál es el modo más seguro de realizar una incorporación sobre una vía rápida (ya sea autopista, autovía, vía para automóviles o una simple carretera convencional con el trazado propio de una vía de alta capacidad), aunque lo más importante es entender por qué ese es el modo correcto de realizar la incorporación.
Para comenzar, hay que tener en cuenta que por una vía rápida la circulación se realiza a una velocidad elevada (lógico, de lo contrario estaríamos hablando de una vía lenta). Por esa razón, quienes pretenden entrar en una vía rápida deben hacerlo cuando no representen un peligro ni para ellos mismos ni para los vehículos que ya están circulando por ella. Dicho de otra forma, quienes quieran acceder a la vía rápida no deben irrumpir ni interrumpir, sino incorporarse a esa vía.
Lo primero es observar, cuanto antes, el tráfico existente en la vía principal. La anticipación será un punto clave a la hora de evaluar este punto. Cuanto antes veamos, antes tendremos la información necesaria para evaluar cómo está el tráfico y antes podremos decidir con conocimiento de causa, esto es, con seguridad.
¿Y qué hay que ver? Sencillamente, hay que comprender que el tráfico no es algo caótico sin orden ni concierto (de acuerdo, a veces el tráfico se acerca bastante a esta definición, pero no por lo general), sino que se organiza por flujos: detrás de un coche va otro, luego otro, luego otro y al final de esa tirada de coches hay un hueco hasta la siguiente ristra de vehículos.
Buscar el hueco debe ser nuestro objetivo cuando nos hallamos al inicio del carril de aceleración con el intermitente ya preparado y advirtiendo de nuestro propósito de incorporación. Nunca deberemos consumir el carril de aceleración si no estamos seguros de lo que hacemos. Así, al principio de este carril observaremos el tráfico, buscaremos con la mirada el hueco entre ristras de vehículos y nos encapricharemos del último vehículo de la ristra que hemos elegido.
Pero no todos los carriles de aceleración son kilométricos. Los hay que más que un carril de aceleración son una broma pesada de un ingeniero de Fomento. En estos casos, siempre tenemos que tener claro que nuestra prioridad será emplear el carril para acelerar. Por lo tanto, si a simple vista no tenemos claro que podremos pasar nos detendremos, al inicio del carril, para elegir bien nuestro momento de entrar en la vía principal.
A partir de ahí, será cuestión de elevar la velocidad de nuestro vehículo en una marcha lo suficientemente corta como para que el coche nos dé todo el empuje necesario (y la retención deseada si soltamos el acelerador). ¿Cuál será el objetivo? Ponernos a la altura del vehículo con el que nos habíamos encaprichado y, antes de llegar al final del carril de aceleración, pasar a la vía principal.
Aquí se abren dos posibilidades:
Caso 1. El conductor del vehículo del que nos habíamos encaprichado no tiene demasiados problemas psicológicos y entiende que la carretera es de todos. Bien. Este conductor nos facilitará la maniobra, tal y como manda el Reglamento General de la Circulación. Si el conductor hace que su vehículo pierda velocidad suavemente (lo que observaremos por el retrovisor porque ese coche se quedará atrás), aceleraremos aprovechándonos del empuje que nos da la marcha seleccionada y pasaremos por delante de él. Si el conductor prefiere ayudarnos acelerando, creará un hueco tras él que nosotros aprovecharemos para incorporarnos.
Caso 2. El conductor del vehículo del que nos habíamos encaprichado tiene problemas de autoestima y cree que el mundo entero le debe algo. Bien. Aprovechemos su debilidad. Este señor querrá pasar a toda costa cuando vea que nos equiparamos en velocidad con él. Sencillamente tendremos que dejar ir el acelerador, nuestra marcha hará que el motor retenga el vehículo, pasaremos detrás aprovechando que nuestro amigo pisa el acelerador enfurecidamente y a otra cosa, mariposa.
Lo que jamás debe suceder es que, en nuestra absurda disputa por un hueco, acabemos con el carril de aceleración. Porque si tenemos que detenernos justo al final, cuando tengamos que salir lo pasaremos mal. Y nuestro coche, con los frenazos y los acelerones, también. Un buen uso de los elementos de frenos, suspensión y ruedas es básico para alargar la vida de nuestro vehículo y para garantizar la seguridad, tanto de sus ocupantes como del resto de usuarios de la vía.
Si es verdad que una imagen vale más que mil palabras, quizá esta mini-animación deje el asunto más claro que el texto que aquí acaba: