Safe Road Trains for the Environment, o “trenes de carretera seguros para el medio ambiente”, dan pie a las siglas del proyecto SARTRE, que consiste en crear convoyes de vehículos dirigidos por un solo conductor humano, que se sitúa en la cabecera, mientras que el resto lo siguen de forma autónoma. La primera etapa de pruebas se ha cerrado ya, y los resultados son notables.
La conducción autónoma de los vehículos que se “enganchan” al convoy permite que sus conductores desatiendan los mandos para centrarse en otras tareas mientras viajan a 90 km/h y a escasos metros del vehículo de delante, pudiendo (eso sí) retomar el control manual del coche en cualquier momento. De momento, la hilera de coches llega hasta tres vehículos, y eso es lo que hay que acabar de pulir.
Uno de los ingenieros probadores confiesa que al principio cuesta fiarse del sistema y se tiene la tendencia a estar preparado para intervenir, por si acaso, pero la sensación disminuye a medida que pasa el tiempo y al final se consigue evitar conducir en situaciones tediosas. Si tenéis ganas de ver las impresiones que ha levantado este curioso sistema no os perdáis el siguiente vídeo:
El proyecto ha sido desarrollado por siete socios europeos, entre ellos y como es evidente Volvo, y es el único centrado en desarrollar una tecnología que pueda incorporarse a las autopistas convencionales. A finales de este año, hasta seis vehículos podrán colgarse del camión que encabeza la comitiva, sustituyendo por completo la función del conductor.
¿Es este un aperitivo de lo que nos espera en el futuro? En su día, Volvo dio el año 2020 como meta para ver trenes de carretera de este tipo rodando por Europa. En paralelo, los proyectos de conducción autónoma para vehículos individuales que vienen realizándose desde los tiempos de la agencia DARPA y con repuntes actuales como el de Google, siguen su curso.
El primer modelo, el del proyecto SARTRE, tiene la ventaja de economizar carburante y reducir el siniestro vial a la mínima expresión sin renunciar al papel de un conductor profesional que responde por todos los demás. El segundo supone la total supresión del factor humano dentro del vehículo, pero no en el diseño de los algoritmos que deberá seguir el coche autónomo.
Sea como fuere, la conducción totalmente autónoma seguirá teniendo detrás el factor humano. Obviamente las decisiones que tomen los equipos de ingenieros a la hora de diseñar la parte tecnológica de la decisión serán lo más completas posible, pero… ¿llegarán a contemplar todos los imprevistos que podemos encontrar en la carretera?
Claro, por definición un imprevisto es algo que no podemos prever y que sólo salvamos gracias a nuestra habilidad a la hora de evaluar, decidir y ejecutar nuestra decisión en un tiempo récord. Lo segundo y lo tercero, en manos de la electrónica, está hecho. Pero, ¿y la primera parte?
También es cierto que nuestra experiencia como conductores hace que cada vez sea más fácil prever lo imprevisto. ¿Se nutrirán los coches autónomos del bagaje de miles de conductores? ¿Aprenderán de los errores los coches autónomos gracias a continuas actualizaciones de su firmware?
Por su parte, los trenes de carretera promueven una mayor seguridad en el transporte ya que los vehículos que circulan en convoy son guiados por un conductor profesional, aunque este también puede cometer errores, lo que en un caso de conducción guiada sería fatal. En cualquier caso, la reacción en cuanto a tiempos de respuesta entre vehículos es mucho más rápida que si cada uno de ellos va guiado por su propio conductor.
Además, con este tipo de conducción en comitiva se consigue una reducción de la energía necesaria para mover los vehículos que se estima en un 20 %, gracias a una menor distancia necesaria entre vehículos que redunda en una menor resistencia al aire de todo el conjunto, pero sin renunciar a la seguridad derivada de dejar menores distancias.
Como consecuencia de todo esto, la capacidad de las carreteras también puede utilizarse de modo más eficiente, no sólo por la mayor carga de vehículos para un mismo espacio, sino porque las condiciones de velocidad y distancia constantes y maniobras uniformes pueden plantar cara al efecto acordeón, que se encuentra en la base de muchos problemas de ralentización del tráfico.
¿Conducción autónoma o conducción guiada? ¿Llegaremos pronto a alguna de esas dos realidades?
En Motorpasión Futuro | Volvo fecha los trenes de carretera en Europa para 2020