Revisando a Manuel Mateos de Vicente, un visionario alternativo sobre la seguridad vial de España

Josep Camós

5 de abril de 2009

Desde Circula Seguro siempre hemos defendido la idea de que es la Educación Vial la que permite que exista una mejor Seguridad Vial. En consecuencia, el papel del conductor es primordial para la reducción de la siniestralidad en carretera. Según esta visión, el resto de factores, ligados al vehículo y a la vía, quedan supeditados al buen hacer del conductor.

Sin embargo, hay otras visiones que no sitúan al conductor en medio del esquema de los riesgos de la carretera. Y ahí tenemos a Manuel Mateos de Vicente, una eminencia en el campo de la ingeniería de carreteras con un currículum impresionante que ha vivido siempre a caballo entre España y Estados Unidos. Mateos de Vicente sostiene desde hace más de 40 años que es posible mejorar la seguridad vial sin perseguir al conductor, sino haciendo hincapié en el perfeccionamiento de normas, vehículos y carreteras.

El punto de partida de la motivación de este hombre es interesante. Cuenta que de joven presenció un accidente en el que falleció una persona. La víctima viajaba en la caja de un camión. Su cabeza se golpeó contra la rama de un árbol y el hombre falleció. Se consideró culpable al conductor del vehículo, pero Manuel Mateos de Vicente siempre consideró culpable la rama del árbol, por estar en medio de una carretera por la que pasaban vehículos. Dicho de otra manera, para Mateos de Vicente el máximo responsable de aquella muerte era el encargado de que la carretera estuviera en aquellas condiciones.

Siempre hemos dicho que el conductor tiene la última palabra en el desarrollo de su actividad al volante, pero no es menos cierto que hay multitud de ocasiones en las que se pueden ahorrar problemas si se trabajan y se atajan los riesgos desde la raíz. Cierto es que la víctima del siniestro que presenció Manuel Mateos de Vicente no tenía que viajar en la caja de un camión. No menos cierto es que el conductor debía haber calculado correctamente para pasar sin rozar la rama. Pero, ¿por qué nadie había cortado esa rama en previsión de que todo lo demás fallase?

Al final, el problema vial es un problema humano, con protagonistas humanos que toman decisiones humanas y que afectan a víctimas humanas, y cada uno de estos protagonistas humanos es responsable de la seguridad vial en la medida en que sus decisiones afectan a alguno o varios de los elementos que componen la realidad vial.

Quizá por todo esto, ahora que la Seguridad Vial como materia comienza a ocupar un lugar preeminente entre las preocupaciones sociales, no está de más revisar algunas de las muchísimas anotaciones que desde la década de 1960 ha ido aportando Manuel Mateos de Vicente al panorama de la seguridad vial. Varias de ellas han sido tomadas en cuenta, pero hay muchas que no. Echando un vistazo a su página web, encontramos una serie de sugerencias que resultan muy interesantes, y otras que nos dan que pensar si consideramos que fueron formuladas hace ya casi medio siglo.

Señales ligeras y visibles, garantía de seguridad

En el terreno de la señalización, Mateos de Vicente comenta el problema de la oxidación de las placas y los postes de acero y propone el uso de materiales plásticos como la vitro-resina con poliester. Dejando de lado que este material no se oxida, también resulta más seguro en caso de que un vehículo colisione contra una señal fabricada en este material, ya que el plástico pesa menos que el acero.

El color de las señales es una propuesta legendaria de este ingeniero. Según sus investigaciones, las señales no deberían tener el fondo blanco, sino amarillo, ya que en este color se ven mejor. Ya hablamos en su momento de las marcas viales amarillas y explicamos por qué el ojo humano diferencia mejor el color amarillo que el color blanco. Lo que no se entiende es por qué a estas alturas nadie ha tomado en consideración este tipo de alegaciones.

Entre las más de 250 anotaciones que podemos encontrar en la documentación de Manuel Mateos de Vicente, tenemos una que resulta especialmente curiosa. Se trata de un diseño de señal de velocidad máxima válida únicamente para recorridos nocturnos. De día, la señal aparecería en color negro. De noche, con las luces de los faros iluminándola, la señal mostraría la velocidad máxima circunstancial. Desde luego, se trata de un invento más barato que los paneles de mensaje variable.

Señales nocturnas propuestas para mejorar la seguridad vial durante la conducción nocturna

Guardarraíles: asesinos… desde el primer día

Especialmente crítico con la proliferación de las barreras tipo bionda, en sus escritos Mateos de Vicente habla de la bionditis que afecta a nuestro país, donde se colocan biondas hasta en las aceras, lo que impide que los peatones puedan acceder a ellas. Asimismo, arremete contra el peligro que suponen estas barreras para los motoristas cuando se transforman en verdaderas guillotinas que siegan sus cuerpos en caso de caída.

Sorprende que sus palabras se formulasen a finales de los años noventa y que, como comentaba nuestro compañero Morrillu en la primera entrega de su especial sobre la Historia de los guardarraíles, se haya tardado como diez años en comenzar a considerar el problema de la bionda como algo que debería solucionarse.

La contaminación ambiental, un problema consabido

Una estancia de Manuel Mateos de Vicente en Los Angeles, allá por 1962, le sirvió al ingeniero para tomar conciencia del problema de la contaminación. Estando en la ciudad californiana, Mateos de Vicente sufrió escozor en los ojos a raíz de la contaminación causada por los vehículos. Al poco tiempo elaboró un análisis sobre la situación medioambiental en España, que fue arrinconado en aquel momento.

De la misma forma, Mateos de Vicente solicitó el uso de gasolinas sin plomo ya en 1977. Prevista la retirada del plomo en los carburantes para el año 2000, no sería hasta el año 2002 que se eliminaría definitivamente este metal pesado y sospechoso de causar cáncer como aditivo para combustibles de automoción. Habían pasado 25 años.

Control policial

El papel de la Policía en la seguridad vial

Manuel Mateos de Vicente incide en la mejor manera de optimizar la Policía para que su función sea realmente la de garantizar un mejor cumplimiento de las normas que protegen a los usuarios de la vía y que permiten disminuir la siniestralidad. Así, ya en 1965 critica que los agentes municipales se dediquen preferentemente a sancionar los errores en aparcamiento, dando poca importancia a las infracciones que se cometen en movimiento, que son las causantes de las colisiones. 44 años después, podríamos seguir hablando horas y horas de este mismo problema.

Una propuesta curiosa es la que trata de la participación ciudadana en la regulación del tráfico. Esa clásica imagen que podemos ver en EEUU desde 1957 en que estudiantes y amas de casa se dedican a dar paso a los vehículos y a los peatones a las entradas y salidas de los colegios es una forma de implicar a la sociedad en la seguridad vial del país y, de paso, dejar libres a los policías para que puedan ejercer otras funciones. Sin embargo, no parece una medida que agrade a nuestros responsables políticos.

Finalmente, está la consideración de Mateos de Vicente según la cual la Policía tiende en exceso a denunciar en parado. Dicho de otra manera, él explicaba hace años ya lo que venimos denunciando todos los conductores de a pie: que en un arcén o apostados en una rotonda poco favor hacen los agentes a la disminución de la siniestralidad. Que la forma de acabar con la violencia vial es ir a buscar el problema allá donde se da, en movimiento, y no esperar a que alguien pase por delante de una patrulla para cobrarle una especie de peaje de velocidad o para pedirle la documentación del vehículo.

¿Por qué hablar ahora de Manuel Mateos de Vicente?

De la lectura de este visionario sobre la seguridad vial de nuestro país uno saca básicamente dos conclusiones. Por un lado hace años que se ofrecen soluciones para unos problemas que aún hoy permanecen sin resolver. Por otra parte, Mateos de Vicente defiende lo indefendible: que se puede disminuir la siniestralidad confiando en que el conductor aprovechará las mejoras tecnológicas en pro de su seguridad y la de los demás. El tiempo y las investigaciones sobre la siniestralidad le restan razón ahí. Con todo, sigue siendo válida la máxima de que la rama del árbol, convenientemente podada, es un elemento más para la seguridad de todos. Esta intervención sobre la vía, leída en clave de anticipación al problema, es un punto vital. Mucho más que esperar a que el conductor falle para echarle la caballería por encima.

No se entiende por tanto que algunas de las ideas de este analista de la seguridad vial hayan sido ignoradas de forma reiterada a lo largo de medio siglo. Hay una frase de Manuel Mateos de Vicente que es completamente gráfica y perfectamente suscribible:

¿Quiénes forman parte del Comité Nacional de Seguridad Vial y qué preparación tienen? Pregunto.

Creo que somos muchos los que nos lo preguntamos.

Más información | Manuel Mateos de Vicente
Foto | EuroNCAP, emrank, arkangel
Gráfico | Josep Camós, Manuel Mateos de Vicente