Uno de los grandes superpoderes del ser humano proviene del reflejo ajeno. Lo llamamos empatía. La identificación con otra realidad es, a su vez, un arma psicológica poderosa y que se ha utilizado en infinidad de ocasiones en seguridad vial. Recuérdese, por ejemplo, el eslogan «te puede pasar a ti» de la Dirección General de Tráfico (DGT). Ahora los investigadores se han preguntado qué ocurre si, en lugar de centrarnos en las consecuencias fatales del riesgo, lo hacemos en el refuerzo positivo.
Conducir puede parecer una actividad sencilla. Hay quien incluso llega a calificarla de gesto. Sin embargo, durante la conducción nuestro cerebro afronta una gran serie de tareas que distan de ser simples. En la misma se ven implicadas diferentes funcionalidades cognitivas y psicológicas, como pudimos comprobar al sumergirnos en el concepto de carga mental en la conducción.
El miedo a la sanción: cómo ha funcionado
En términos de asunción de riesgos, las autoridades han recurrido de forma tradicional a lanzar mensajes que alertan sobre las consecuencias más perniciosas de una conducción temeraria e irresponsable o, que, simplemente, no respeta normas tan básicas como los límites de velocidad. Por desgracia, las campañas más duras de la DGT no se inspiran en la ficción, sino en el drama que a tantas familias le ha causado la carretera.
Desde otro punto de vista, nos topamos un tipo de miedo distinto: el de la sanción o inocuización. Estos recursos psicológicos de control social extienden su uso más allá de la seguridad vial y sus resultados están probados. Sin embargo, su efectividad para paliar la siniestralidad presenta unos límites claros.
La denominada homeóstasis explica en buena medida cómo operan estos mensajes y «amenazas» normativas en un plano psicológico. En Circula Seguro mencionábamos los trabajos del profesor Carlos Martín, que aplicaba esta teoría a la seguridad vial. Así, relataba que el nivel de riesgo que un conductor es capaz de aceptar depende del balance de contrastar las ventajas e inconvenientes de un tipo de conducción peligrosa con los pros y contras de una conducción segura.
Al mismo tiempo, hablábamos de la concepción del riesgo como un arma de doble filo. Es decir, cuanto menos riesgo pensemos que puede acechar, más puede bajar nuestra guardia al volante.
Cómo han aplicado en Bélgica el refuerzo positivo para mejorar la conciencia y la seguridad vial
De vuelta a la cuestión primera: ¿qué pasa si en lugar de enseñar en el miedo a la sanción o las consecuencias de asumir riesgos, ofrecemos referencias ejemplares? O, lo que es lo mismo, un refuerzo positivo.
Esto es lo que se ha planteado un estudio de investigación de las universidades belga de Amberes y las británicas de Southampton y Warwick. Uno de los responsables de este trabajo ponía el dedo en la llaga:
«Los gobiernos de medio mundo han adoptado unas intervenciones para alentar la conducción segura y la gran mayoría de ellas están basadas en contenidos que inspiran miedo, como las consecuencias gráficas de una colisión repentina.
Sin embargo, antiguos estudios sugerían que estos mensajes pueden llegar a ser contraproducentes, posiblemente porque pueden detonar reacciones defensivas y rechazo».
La premisa partía de comparar la respuesta de un grupo-muestra de 146 jóvenes conductores, quienes se sometieron a una serie de pruebas para descubrir la diferencia a la hora de asumir riesgos en función del tipo de mensaje recibido.
A la mitad de ellos se les mostró un vídeo que buscaba inspirar miedo. En el mismo, se podía ver una accidente de tráfico causado por una conductor temerario que, además, había descuidado la atención al volante. La otra mitad vieron un vídeo diferente, con un conductor prudente y cuidadoso con su atención.
Tras esto, llegó la hora de los cuestionarios, incluido el conocido como Vienna Risk-Taking Test-Traffic. En el mismo se les incitaba a tomar una serie de decisiones de tráfico para salvar un posible riesgo.
El estudio, en sus conclusiones, se inclinó por la importancia del refuerzo positivo. Se demostró, no solo que el contenido consistente en mostrar una actitud positiva daba mejores resultados, sino que, en algunos casos, los vídeos con imágenes de siniestros incrementaban los riesgos que estaban dispuestos a tomar los conductores jóvenes.
Antecedentes en España y Suecia
Esto no quiere decir que haya que obviar en la educación vial los efectos de una conducción temeraria, sino que los mensajes pueden modularse para ser más efectivos usando el refuerzo positivo.
En el otro extremo de la balanza encontramos qué ocurre si añadimos el factor psicológico de la recompensa en la seguridad vial. La DGT baraja este sistema cuando habla de «regalar» puntos.
En Suecia han ido algo más allá con un experimento. A través de la gamificación han realizado una prueba (motivada por un famoso fabricante de automóviles) en la que entregaban el dinero de las multas cobradas a los infractores de los límites de velocidad a los que sí cumplían (curiosamente, es algo que ya se hacía con los fabricantes de coches en lugares como California, Estados Unidos, para premiar a los que ponen en el mercado modelos limpios). Los resultados no han podido ser mejores.
Con todo, es complicado aplicar a gran escala algo así. Lo que parece claro es que no todo han de ser mensajes negativos para estimular la conducción más segura. Así se entiende también desde la Fundación MAPFRE en su Programa Educativo Planeta ODS. Y es que, para conseguir un mundo sin víctimas de tráfico, hemos de empezar por imaginarlo.
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