Este NO es el escenario más probable, pero… Esperemos que nunca te pase, pero si te pasa, al menos que sepas qué consecuencias tiene. Quedarse sin aceite en el motor es como darle un golpe de gracia al mismo: lo dejamos sin lubricación, y por tanto todas las piezas móviles empezarán a rozar entre sí sin nada que se interponga entre ellas. No habrá una generosa capa de lubricante impidiendo que suba la temperatura por ese rozamiento, y en pocos segundos las piezas alcanzarán temperaturas prohibitivas, y se «fundirán», dejando tu motor inservible, y tu coche seriamente dañado.
Hasta ahora lo que hemos contado debería ser algo que cualquier conductor supiese a la perfección, pero a la vista está que no es algo del dominio público, aunque debería serlo. Que el motor se quede sin aceite no es algo habitual, o al menos no lo es el hecho de que «ahora tengas aceite, pero en dos minutos no quede ni gota». Quedarse sin aceite en el coche es de las cosas más graves que te pueden pasar, casi más que quedarte sin líquido refrigerante (que ya es grave de por sí), o quemar el embrague. Significa que, si no paras el coche inmediatamente, te quedarás sin motor. Literalmente.
Aquí podemos ver, aunque es un vídeo de bastante mala calidad, qué pasa si no tenemos lubricación adecuada en el motor. El vídeo no dura mucho, pero dura más que tu motor si te quedas sin aceite suficiente en plena autovía a 120 km/h:
¿Por qué me puedo quedar sin aceite en el coche?
Podemos tener holguras en las juntas, el tapón de vaciado del cárter forzado o mal colocado,… las razones son múltiples, pero la forma de detectar el síntoma es sencilla: examina el suelo bajo tu coche. Si lo que ves es un líquido, y no es agua procedente de la condensación del aire acondicionado, sino que es aceite (lo reconocerás por el color, puedes colocar papel absorbente sobre la mancha, o tocarla con el dedo) entonces empieza a monitorizar el tema.
Otra razón es «que el coche consuma aceite»: que lo queme. Se nota mucho si el humo del escape es azulado, también por el olor (en los diésel huele a fritura…). Esto puede ser por motivos varios, de nuevo, y uno de ellos es que tengamos demasiado aceite. El nivel de aceite debe mantenerse entre las marcas de mínimo y máximo, y no va a ser mejor estar pegados a «máximo» que estar en «mínimo». Si el aceite rebosa y pasa a los cilindros, por ejemplo, se quemará y añadirá impurezas al conjunto.
También puede pasar que hayamos hecho una fisura en el cárter por un golpe (por ejemplo porque rasquemos contra una roca «gorda» en un aparentemente inocente paseo campestre, por decir algo) y el aceite se escapará como si abrimos un grifo. Esa es la situación menos probable, pero la más rápida y peligrosa.
Cómo asegurarnos de no perder aceite por «causas naturales»
A nuestro coche lo tenemos que vigilar como vigilamos nuestra dieta y nuestra salud. Lo primero es saber si tenemos un nivel aceptable de aceite, y eso lo podemos hacer midiendo el nivel con la varilla cada tres o cuatro mil kilómetros. Con eso nos aseguramos de que tenemos el nivel correcto de aceite, y con el tiempo sabremos si el coche «se come» el aceite, o no.
Lo segundo (o lo primero en importancia, según se mire) es asegurarnos de que el aceite no pierde sus propiedades. Esto lo haremos cambiando el aceite cuando toca, porque cada cierto número de kilómetros el aceite pierde efectividad. También pasa con el tiempo, por eso se recomienda cambiar el aceite sí o sí cada año. Por no hablar de que no vale la pena arriesgarse con un aceite de peor calidad.
Lo tercero: revisar los posibles depósitos o goteos que se condensen bajo el coche en nuestra plaza de garaje. Si es compartida, es más difícil de saber; si es solo nuestra, lo veremos bien. Para asegurarnos podemos colocar un cartón en la zona crítica de la plaza, para examinarlo al día siguiente y comprobar si hubo fugas durante la noche.
Fotos | Ben Schumin, Robert Couse-Baker (1) (2)