Ya casi estamos al final de nuestro especial, en el que semana a semana estamos repasando cuáles son los tipos de motos que nos encontramos en el mercado y sus principales ventajas e inconvenientes. Si recordáis, el capítulo IV lo dedicamos a los modelos deportivos, pero poco a poco ha ido surgiendo un segmento de motos derivadas de éstas que cada vez tienen más aceptación entre el público. Hablamos por supuesto de las Streetfighters.
Estos modelos surgieron más o menos a mediados de los años 90 en Francia y Alemania. También es cierto que podíamos incluir a los ingleses años atrás, cuando surgió el movimiento denominado Cafe-Racer. En cualquier caso, el planteamiento es sencillo: a partir de motos deportivas, se les elimina el carenado y los semimanillares, cambiado éstos por manillares altos tipo motocross, con el fin de tener un mayor control sobre la moto.
Estas primeras transformaciones eran cien por cien caseras, y las realizaba el propio usuario con accesorios de la industria auxiliar. Poco a poco las marcas se dieron cuenta que comenzaba a existir demanda para este mercado y empezaron a comercializar las primeras motos de este tipo, pero manteniendo inalterada la filosofía que las define como motos derivadas de deportivas puras.
Visualmente destacan por si solas gracias a su estética muy agresiva. Normalmente poseen un pequeño carenado superior para proteger mínimamente al conductor, o incluso las más radicales únicamente carenan lateralmente el faro.
Al igual que los modelos deportivos, poseen motores de dos, tres o cuatro cilindros y siempre de potencias elevadas, por encima prácticamente en todos los casos de la barrera de los 100 caballos. Aun con semejante potencia, su ancho manillar y postura erguida te permite mantener un control mucho más eficaz de la moto y son bastantes fáciles de conducir. Eso sí, si le buscas las cosquillas tienes que recordar de donde derivan.
Son motos pensadas para carreteras sinuosas, con muchas curvas. Aquí su agilidad hace que sean muy divertidas de conducir. Normalmente están pensadas para uno solo, aunque ocasionalmente pueden ser usadas a dúo. Lo que no están pensadas es para viajar con ellas, pues ni por diseño ni por concepto aceptan bien las maletas.
Su mínima protección aerodinámica ocasionan fatiga a ritmos altos, incrementado por su posición erguida sobre el asiento que nos hace apostar una postura parecida a una vela. A poco que nos acerquemos a velocidades cercanas a los 120km/h, nos veremos obligados a adelantar el cuerpo y agachar la cabeza buscando la mínima protección aerodinámica.
En cuanto a componentes y piezas, suelen montar lo mejor que hay en el mercado. Suspensiones, neumáticos y frenos siempre están a la última, por lo que el precio de compra y de mantenimiento suele ser igual de elevado que en las deportivas. Y como en estas, también nos permiten incursiones en el circuito para divertirnos y explorar sus límites.
Espero que hoy Oberon esté casi contento. Ya empiezo a rondar el tipo de moto que le gusta.