Los automóviles, lanzados en la carrera hacia la conducción autónoma (o casi), van incorporando una tecnología que hace unos años era impensable. Nuestros ojos se multiplican a través de diferentes cámaras: la cámara trasera, la cámara de aparcamiento, tanto laterales como trasera, la cámara infrarroja, la cámara frontal, la cámara nocturna… Sin ser imprescindibles, son unas ayudas a la conducción que poco a poco se van instalando en el equipamiento de nuestros coches (de primer mundo).
Me estoy moviendo y quiero que lo sepas…
Pero conducir un coche, de A a B, no sólo cambia por las diferentes ayudas tecnológicas. La experiencia de conducción toma otra dimensión también, a través de las redes sociales, donde contamos o mostramos cómo nos desplazamos de A a B.
A finales del año pasado se lanzaba el nuevo Citroën C3. Además de sus rasgos a la manera del Cactus, destacaba la inclusión de un elemento concreto: la cámara frontal en el soporte del retrovisor delantero. Más allá de ser una dashcam más, es decir, una cámara de salpicadero, la cámara que incorpora el utilitario de Citroën está conectada a internet. De esta forma se pueden realizar tanto fotos o vídeos y si lo consideras oportuno, compartirlo en tus redes sociales predilectas.
Somos los responsables principales del buen o mal uso de la cámara
Ya hemos hablado de las distracciones al volante a causa del móvil, y de las que están directamente relacionadas con los sistemas de “infoentretenimiento” de nuestro vehículo.
En este caso se unen ambos conceptos. Por un lado la posibilidad de grabar y fotografiar a través de cámara frontal del retrovisor, y por el otro, la opción de poder compartirlo a través de las redes sociales. Todo esto es imprescindible y ajeno a conducir, sí. Por tanto, es nuestra responsabilidad no desentendernos de las buenas maneras cuando se va de un sitio a otro en coche. Es decir, tenemos que conducir de forma segura. Y dejar de lado todo aquello que pueda distraernos. Como la realización de fotos o vídeos, por muy sencillo que sea ahora su acceso.
Pero la tecnología y la conectividad están tan ligadas a nuestras vidas, y cada vez más, que de poco sirve obviar esa nueva realidad. Simplemente tenemos que usar de forma consecuente los dispositivos y aplicaciones a los que ahora tenemos acceso.
En cualquier caso, la cámara del C3 no sólo es para digamos, jugar y/o «posturear». Como cualquier otra dashcam que lo permita, la cámara guarda automáticamente los últimos 30 segundos previos si se produce un frenazo brusco. Lo que puede servirnos para una posterior comprobación de haberse producido un percance y depurar responsabilidades así.
¿“Dashcam” de serie en todos los coches y motos en un futuro?
Todavía es pronto para determinar si el posible éxito de ventas del pequeño modelo (de casi 4 metros) de Citroën vendría dado por la incorporación de su cámara frontal conectada. Pero si a corto plazo aparecen nuevos modelos con cámaras conectadas tanto de serie como opcional, no nos sorprendería.
Y si eso fuera así, no resultaría tan extraño comenzar a ver vídeos publicados en la red por parte de los conductores. Algo así ya hacen miles de rusos cuyos vídeos mostrando las locuras de sus coetáneos reciben millones de visitas en youtube.
https://www.youtube.com/watch?v=GTJBMz1IQhs
Rusos y cámaras para su protección legal
Como bien se cuenta en el vídeo, las razones de muchos conductores rusos por las que instalan una dashcam van más allá del “postureo”. Afortunadamente, en nuestro país ni conducimos de forma tan insegura, ni hay tantos desalmados que intentan defraudar a las compañías aseguradoras poniendo su vida y la de los demás en peligro.
En cualquier caso, la instalación de cámaras exteriores en nuestros vehículos constituiría algo parecido a las célebres “cajas negras” de los aviones. Pero teniendo en cuenta que las cámaras sólo mostrarían lo que se ve mientras se circula. Las “cajas negras” son un sistema mucho más complejo y que recoge mucho más datos y variables implicadas en el funcionamiento.
En conclusión, las cámaras conectadas a la red que se integren en nuestro vehículo no son algo que aumente las posibilidades de tener un accidente per se. Pero si su uso no se adecua a los parámetros de una conducción segura, sí será un elemento que exija una atención del conductor que debe estar completamente puesta en ir de un lugar A a otro B.
Todo lo anterior sería diferente si nuestro auto condujera de forma autónoma… pero esa es otra historia.
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Fotos |Istock/MANOT, Istock/michal_staniewski Ljupco Citroën España