El otro día, en un artículo de capreolus acerca del destino de los airbags una vez han salvado una vida, nuestro lector El Realejero dejó un comentario que suscitó cierto interés en el seno del equipo editorial de Circula seguro.
En dicho comentario, el amable visitante nos relataba un caso real ocurrido a un conocido suyo. Como siempre he odiado de eso de “alguien me dijo que un amigo le dijo”, lo mejor es pasar a copiar literalmente el mensaje original:
Llevabas alguna ventanilla un poco bajada? Tengo dos amigos que han tenido un accidente con el coche a los que “les saltó” el airbag, uno de ellos con las ventanas cerradas… Ahora no oye por un oido y tiene un ojo casi inútil. Por lo que me explicó al estallar los airbag, en unas décimas de segundo se ocupa un volumen de varias decenas de litros de aire en el habitáculo, y si tiene de cortina hasta un centenar de litros. Esto hace que el aire se comprima de tal manera que te “revienta” los tímpanos y los ojos. El golpe en el coche no fué gran cosa, pero todas las ventanas se fueron a tomar por el …. y se quedó físicamente hecho polvo por la compresión del aire. Moraleja: Compra cortavientos y deja siempre un dedito la ventana bajada. P.D. También me dijo que me fijara en que en todos los Crash Test siempre hay alguna ventana bajada en mayor o menor medida.
En un principio, desde el punto de vista de la Física, lo que dice nuestro lector tiene cierto sentido. El inflado de las bolsas de seguridad debe desplazar los gases (aire) que se encuentran en el interior del habitáculo del vehículo respirar, éstos dispondrán de un menor volumen, por lo que su presión aumentará. Si la diferencia de presión es muy grande, podría llegar causar daños a aquellas superficies sensibles a este tipo de compresiones, como el tímpano de nuestro sistema auditivo.
Por lo tanto, cualitativamente tiene sentido. Pero, ¿el efecto es lo suficientemente grande como para ocasionar daños reales? No tenemos más remedio que arremangarnos y hacer cuatro números. Por supuesto, no os toméis lo que sigue como un cálculo super-exacto. Son meras estimaciones de orden de magnitud. No podremos fiarnos de muchos decimales en el resultado, pero sin duda nos dirá por donde van las cosas. Y eso, a menudo, es más que suficiente.
Por simplicidad, vamos a utilizar la archiconocida regla de tres, con la que podremos relacionar la presión del aire interior dependiendo del volumen, tanto antes como después del desplegado de los airbags.
A quien le preocupe usar una técnica matemática tan cutre como la regla de tres, que no se preocupe. La ley de los gases ideales, la aproximación Física más utilizada en estos casos (y que es muy fiable en situaciones de presiones “normalitas”, como es el caso) bendice el cálculo que vamos a hacer.
Esta ley (entre muchas otras cosas) viene a decir que la regla de tres entre presión y volumen se cumple siempre que no haya cambio de temperatura ni entren o salgan nuevas partículas del gas (o, como les mola decir a los químicos, que no varíe el número de moles).
Asumiremos que la presión inicial es la atmosférica, exactamente 101 325Pa. Ahora sólo nos falta saber el volumen disponible para el aire antes de que salte el airbag, y en el momento en que este está desplegado al máximo.
Como tampoco es cuestión de ponernos a sudar innecesariamente, me voy a apoyar en la estimación del volumen de un vehículo que el maestro Camós hizo hace un par de largos años en ¿Es peligroso inflar los neumáticos con Nitrógeno?. Le salían unos 2990 litros en Opel Corsa C de tres puertas.
Vamos a suponer que las zonas de deformación programada, las barras de seguridad y toda la pesca hacen su trabajo a la perfección, y que por lo tanto la cabina de pasajeros del vehículo no sufre absolutamente ninguna deformación. En este caso, la única variación en el volumen de aire vendrá dada por el volumen de los airbags desplegados.
Según una web del departamento de Química de la Universidad de Washington en Sant Luis, el volumen típico de un airbag sería de 60 litros. Nosotros, por aquello de ponernos en el peor caso posible, vamos a suponer que hay dos airbags, conductor y pasajero. Y ya que el segundo suele ser algo más grande (porque no tiene el volante por el medio), supondremos que los airbags ocupan en total 150l.
Por lo tanto, tras una trivial resta, vemos que el volumen final de aire es de 2840litros. Y, llegados a este punto, dejamos que la regla de tres haga su magia: si a 2990l es a 101 325Pa, entonces 2840l serán:
Esto representa una variación del 5%. Lo equivalente a sumergirse 55 centímetros en agua. Si alguna vez habéis buceado por debajo de esta profundidad en una piscina, y no os han reventado ni tímpanos ni ojos, el airbag tampoco os hará nada.
En resumidas cuentas, la explicación dada no parece muy razonable. Podría haber otras. Incluso es posible que el airbag sea el culpable: el golpe contra la bolsa de aire, o incluso la corriente generada por el aire desalojado (que no podría evitarse abriendo las ventanas, esa parte no tiene sentido). Pero, sin duda, el amigo de El Realejero habría quedado bastante peor si su cabeza hubiera dado desnuda contra el volante, ¿verdad?
Fotos | jburwen, El Bibliomata, Jaume