La apodan como la ciudad de la moto y no es para menos (más de 250.000 diarias). El tráfico de Barcelona, como en cualquier gran ciudad es abrumador y desespera al más calmado, así que con dos ruedas se mueve uno más rápido y mejor que con cuatro, seis u ocho.
Pero las motos tienen su parte negativa: son el tercer elemento más débil de la circulación por detrás de peatones y ciclistas, son menos visibles que el resto de vehículos y además, se encuentran con una normativa que se contradice: resulta que regalan permisos de tipo A1 para descongestionar el tráfico y al mismo tiempo dicen que no se puede zigzaguear entre coches ni adelantar posiciones entre dos carriles o por el arcén. ¿Incongruencia?
Barcelona está por delante en ese sentido. Hace unos meses comentábamos aquí si molesta o es peligro que las motos circulen por el carril bus. Ahora y desde el día seis de este mismo mes, el consistorio de la ciudad condal ha decidido colocar en fase de pruebas varias «parrillas», de manera que las motos tengan más facilidad para hacerse visibles en los cruces peligrosos.
El proyecto se está aplicando en tres de las intersecciones más concurridas: Balmes con Gran Vía, Aragó con Vilamarí y Ganduxer con Bonanova. En todas ellas se han colocado elementos señalizadores tanto verticales como horizontales, indicando además que se encuentra en fase de pruebas.
Básicamente han distanciado los semáforos de las líneas de detención, interponiendo entre la señal luminosa y dicha línea una cuadrícula de marcas amarillas, esa que se emplea hoy en día para recordar a los conductores la obligación de no penetrar en la intersección si podemos quedar retenidos en su interior (RGC. Art. 59, num. 1).
Las señales verticales en pruebas muestran un dibujo de dicha cuadrícula y añaden un panel complementario: excepto motos. Así, los moteros podrán ocupar ese espacio cuadriculado a salvo de coches. Mientras dure el semáforo en rojo podrán ir ganando esa posición y arrancar luego desde ella, sin necesidad de culebrear entre dos vehículos cuando aún éstos se encuentran en movimiento. Por estar justo en la parte delantera de la intersección serán más visibles en el cruce y saldrán con más prontitud, eliminando tal vez esa costumbre de arrancar cuando aún está el disco en color rojo. Además, se descongestionará la espera, debido a que por su extensión será capaz de albergar a todos esos conductores que hasta ahora formaban filas indias entre los coches.
Por su parte, los turismos y demás vehículos tendrán que quedarse rezagados… aunque habrá alguno que, olvidando intencionadamente o no el reglamento, se salte a la tolera las indicaciones.
Otro peligro con el que se van a encontrar los motoristas condales a partir de ahora van a ser los peatones, especialmente de edad avanzada, que han decidido durante el primer día de pruebas tomarse la zona cuadriculada como un lugar de paso apto para ellos, evitando así tener que caminar dos o tres metros más hasta el cebreado más cercano.
Es paradójico, ya que el sistema en pruebas aspira a conseguir que a diferencia de lo que hasta ahora ocurría, las motos no se detengan obstaculizando el paso para peatones y sin embargo ahora, son los peatones quienes ivaden el espacio reservado a las motos.
La propuesta ha surgido gracias a la colaboración del RACC con el Ayuntamiento de Barcelona y si funciona será extendida a otros lugares de la ciudad, también haciéndola apta para los ciclistas. Por el momento, los ciclomotores también podrán utilizar la cuadrícula.