Hace ya un par de años os explicamos que Ford había creado los airbags para el cinturón de seguridad de los asientos traseros, y la semana pasada tuvimos la oportunidad de probarlos en Merkenich (Alemania) de la mano de dos ingenieros jefe de la marca que son unos entusiastas de la seguridad de los ocupantes y de los dispositivos de retención: Frank Heitplatz y Karsten Papendick.
La prueba se realizó con un prototipo de muestra montado en un asiento expuesto en un set y sin que para detonar el airbag hiciera falta una colisión (afortunadamente para mí), sino que un simple pulsador hacía las veces de centralita electrónica y le decía al cojín de aire cuándo debía inflarse. Toda una experiencia que me recordó a mi niñez, cuando me subía a las atracciones de la feria, aunque después de ver de cerca el airbag para el cinturón de seguridad me queda una sensación mucho más positiva que la de montarme en El Pulpo Saltarín.
A primera vista, el cinturón es algo más grueso que uno convencional, ya que en su interior se guarda el airbag. Eso hace que el cinturón sea algo mullido, muy agradable al tacto, la verdad. Aunque en el prototipo de pruebas el airbag queda visto y así cuesta un poco hacerse a la idea de cómo es el producto final, Karsten Papendick me insiste en que hay que contar con la tela que recubre el airbag, y no duda en prestarse para las fotos mostrando el invento tal y como queda una vez montado.
Cuando salta el airbag, la tela se rasga y queda alojada entre el cojín de aire y el ocupante. Sobre cómo es posible llevar a cabo esta detonación en un elemento tan flexible, Heitplatz y Papendick cuentan que lo más sencillo fue colocar el depósito de gas impulsor fuera del cinturón. Y ahí está, junto al asiento, en la parte inferior, a la espera de que la centralita del airbag lo haga detonar cuando sea necesario.
Claro, que entonces el problema era hacer llegar el gas al interior del airbag situado en el cinturón de seguridad. Los ingenieros hicieron toda clase de pruebas, e incluso detonaron airbags enviando el gas desde el carrete de enrollado del cinturón, pero la solución final que andaban buscando estaba más a la vista que todo eso.
Esto que se ve en la foto es la hebilla de cierre del cinturón, y por ahí es por donde se introduce el gas procedente del depósito cuando la centralita activa la explosión. Con “el click de la vida”, como llama Mikel Bort al acto de abrocharnos el cinturón de seguridad, en el caso del airbag para cinturón además estamos permitiendo que si hay una colisión grave entre en funcionamiento el dispositivo y de esta manera hasta el cuerpo de un niño queda protegido.
Lógicamente, la hebilla del cinturón con airbag es más gruesa que una convencional porque en su interior alberga una canalización para el gas, pero no ocurre lo mismo con el zócalo donde se encaja (ahí donde tenemos el botón rojo para quitarnos el cinturón), que es poco más o menos del mismo tamaño que uno normal y corriente.
Diferentes cuerpos, diferentes necesidades
La prueba en sí, aun viéndole la gracia al invento, me dejó un poco frío porque el prototipo no tenía regulación en altura del cinturón y por tanto el airbag me quedaba mal colocado una vez que se inflaba. Eso me hace pensar en la importancia de regular bien el cinturón, que si normalmente es una cuestión básica, en el caso del cinturón con airbag puede resultar vital.
Dejando esto de lado y la impresión satisfactoria en su conjunto, estuvimos jugando con un elemento que los ingenieros emplean para hacer sus pruebas: el chaleco de embarazada. Es lo más parecido a una faja de abuela que se cierra por la espalda con velcro, pero con un barrigón y unos pechos que pesan lo que no está escrito. En la foto vemos a Pablo Espinosa de los Monteros, director de autosemana.com, que se prestó a la prueba en estado de buena esperanza y con un gran sentido del humor.
Y es que estos dispositivos se prueban teniendo en cuenta múltiples factores, como el que se explica a través de un gráfico muy elocuente que muestra cómo varía la proporción entre la cabeza y el resto del cuerpo cuando hablamos de un bebé, de un niño en sus diferentes etapas y de un adulto.
Es un gráfico que da que pensar sobre lo complejo que es diseñar los elementos de seguridad del vehículo y que nos empuja a recordar, una vez más, la necesidad de reglar adecuadamente los sistemas de retención, tanto si son infantiles como si son de adulto. Si no se hace bien, todo este trabajo de ingeniería no sirve de nada.
En unos días os contaré más de lo que vimos de la mano de Ford en Merkenich, esta vez sobre una persona que tiene algo que ver con el desarrollo de este hito de la seguridad pasiva que es el airbag para cinturón y, en general, con la investigación de la seguridad de los ocupantes más frágiles: el doctor Stephen Rouhana. Prometo sorpresas.
Foto | Pablo Espinosa de los Monteros, Josep Camós
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