Por mucha voluntad que pongamos, ¿es posible erradicar los atascos?

Esteban Viso

25 de agosto de 2015

La distancia entre la teoría y la práctica es, a veces, enorme. En el caso de los atascos parece una distancia imposible de salvar, pues aunque existen muchos modelos teóricos sobre los atascos y muchas soluciones teóricas para minimizar las probabilidades de que se genere uno, lo cierto es que la cantidad de factores individuales de los que depende la formación, o no, de un atasco, son innumerables. Y no son manejables en absoluto porque dependen, precisamente, de cada persona.

En este sentido nos encontramos hoy con una lista de sugerencias contra los atascos que data de hace diez años, y la recogía 20minutos por aquél entonces. Creo que es un buen ejercicio leerla y comprender que, después de todo, no hemos cambiado mucho a día de hoy. Luego seremos capaces de preguntarnos si realmente superaremos algún día los atascos, aunque hoy me siento pesimista y creo que no lo haremos.

 

  • Quizá habría que empezar a pensar en soluciones más imaginativas: usar menos el coche, ir más en transporte público, cobrar un peaje por el uso de las infraestructuras, que podría ser un nuevo impuesto a la gasolina.
  • Más carreteras alternativas que no pasen por el centro. Ampliación y mejora de las carreteras actuales. Más medios de transporte público.
  • Me pregunto si al Estado no le saldría más barato reducir los precios del transporte público que seguir haciendo autopistas que tardan meses en quedarse pequeñas.
  • Me parece lógico hacer lo único que se ha podido hasta ahora. Poner carriles reversibles, impedir la circulación de vehículos pesados en fechas determinadas, poner más vigilancia, aconsejar las salidas escalonadas…
  • Menos transporte privado, más y mejor transporte público. Eso es una política social…
  • El problema parece irresoluble hasta que no cambie la mentalidad de sus usuarios (que si da más autonomía, que si van a pensar que somos unos pobretones, que así volvemos cuando queramos…).
  • Cuando salen seis millones de vehículos particulares en 24 horas no hay carretera que lo pueda absorber, en ninguna parte del Estado. Más transporte público de calidad y menos transporte privado.
  • Lo lógico sería ahorrar espacio usando autobuses en lugar de coches. Un autobús por carretera ocupa 90 metros (15 de largo más 75 de distancia) con 55-60 pasajeros, mientras que un coche con sólo un pasajero ocupa 75 metros.

 

 

Entre las propuestas podemos ver, resumiendo: más infraestructuras, mejores precios para el transporte público, menor uso del coche privado e, incluso, cobro de peajes. Un usuario se «metía» con los conductores y el ‘qué dirán’, algo que no es muy representativo, pero ¿se sigue pensando en la intimidad? Me llama la atención la aparente dicotomía entre la responsabilidad de las infraestructuras (entendiéndose por carreteras, accesos, transporte público, peajes…) y la responsabilidad del conductor (usar menos el transporte privado, aunque siempre que me encuentro esos argumentos tienen un cierto tufillo a «sí, pero que lo hagan otros»).

Todo el mundo encuentra un argumento para preferir ir en su coche y no en el de otro, o no hacerlo en un transporte urbano. Puede ser que en la localidad no exista flexibilidad en el transporte público, que no sea fiable, puede ser que necesitemos llevar el coche porque luego hemos de hacer recados,… En el otro lado, parece que echar la culpa a las deficiencias de las infraestructuras (por ejemplo, no tener capacidad suficiente para canalizar todo el tráfico que llega de repente) es un placebo que interesa a todo el mundo.

El escalonar las salidas, cosa que se recomienda siempre, y quizás en eso sí que hemos avanzado en diez años, ayuda, y ayuda mucho. La poca flexibilidad en los horarios de entrada al trabajo no ayuda a escalonar trayectos, pero ¿alguien se acuerda de este detalle? ¿Y si las empresas empiezan a regular internamente sus horarios y hacer, por ejemplo, entradas a las 8, 9 y 10 de la mañana según preferencias? ¿Y si cada uno plantea su día de forma que en lugar de ir justos de tiempo a todas partes, y con prisas, podamos hacerlo con margen?

A lo mejor también tienen parte de «culpa» los colegios y sus horarios, incompatibles con los horarios de trabajo de los padres en un alto porcentaje. O la falta de transporte escolar (que, cierto es, pagamos los padres, pero a veces no tenemos ni siquiera opción de hacerlo). Quizás el problema de los atascos sea una consecuencia algo más general de la falta de cultura de la conciliación laboral, de falta de autonomía del trabajador, de jornadas laborales anticuadas.

Si es así, creo que tardaremos unos cuantos lustros en deshacernos de los atascos,… o quizás debamos esperar a que los coches autónomos nos resuelvan la papeleta.

Foto | Oran Viriyinci