Jaume escribió el otro día la manía-guión-falta de acortar las curvas por el arcén, y yo quiero complementar hoy ese texto con la otra manía universal, que es la de acortar los cruces invadiendo un carril de sentido contrario, lo cual es todavía más increíble y denota más desprecio por los demás conductores. Es muy habitual que los carriles no se respeten, eso ya lo sabemos (y esperamos que los sistemas de control de carril ayuden a mejorar en este aspecto), pero invadir un carril de sentido contrario en el que, incluso, hay coches parados en un STOP, es muy fuerte.
Si sois aficionados a los rallyes os sonará el titular, eso de «sasar»,… que era lo que Luis Moya le decía a Carlos Sainz cuando debían recortar una curva «por fuera». Sin embargo eso lo podemos ver cada día en nuestra ciudad cuando un conductor hace un cruce como si fuese una curva redonda, invadiendo nuestro carril e, incluso, forzándonos a una esquiva innecesaria y que solo nos produce estrés. «Sasar» en ciudad no solo es peligroso, sino una falta de respeto a los demás por no respetar su carril (ni el propio), y no seguir la regla del «pivote».
La técnica del pivote… ya te la explicaron en la autoescuela
Conducir debería ser algo que hacemos para llegar de A a B en el menor tiempo posible y molestando lo menos posible. Eso significa que no eres el único que circula por la ciudad, y que por tanto no puedes hacer las cosas como te de la gana: llevamos casi siete años dando matraca con esto. La regla del pivote, como me gusta llamar a esto, es muy simple: debes «colocar» un pivote de hormigón en el centro geométrico del cruce, y solo puedes girar a la izquierda si lo dejas a tu propia izquierda, si no, te estrellarás contra él. Los cruces tienen esa particularidad, se pueden ver como carriles que forman un ángulo de 90º cuando giras a la izquierda, y no como una curva (también de 90º) más amplia.
Pero, ¿qué digo? Si eso es lo mismo que hacer una rotonda, ¿no? Pues claro, efectivamente. Las rotondas existen sobre la Tierra porque tratan de evitar que las personas (no) de bien tracen las intersecciones y se pongan en peligro a sí mismas, y a los demás que pasan por allí sin comerlo, ni beberlo. Si lo pensamos fríamente, muchos hombres y mujeres hacen las rotondas pegados lo más posible al interior de las mismas, ejecutando un perfecto hachazo cuando uno (otro, en este caso) menos se lo espera. Eso es porque siempre se han acostumbrado a trazar los cruces.
No se puede trazar una intersección
Esa es la regla. Puestos a hacer las cosas mal, la carambola de cosas mal hechas es lo que un servidor vivió una vez, cuando salía tranquilamente de una urbanización a la carretera general, y un scooter pilotado por un señor cafre se introdujo por el carril de salida (el que yo usaba) saltándose a la torera varias cosas:
- El interés por su integridad, porque podría no haberlo esquivado (yo).
- Una doble raya contínua, ya que cien metros más arriba hay una rotonda que te permite cambiar el sentido y abordar el desvío por tu carril natural.
- La norma que dice que no se puede circular en sentido contrario al que debes.
No se puede trazar una intersección porque no lo hacemos con una rotonda, porque si lo hiciésemos iríamos en sentido contrario al que debemos ir, invadiendo un carril que no es el nuestro. Si en una rotonda no lo hacemos así, ¿por qué arañar dos metros a un recorrido que vamos a tardar tres segundos en realizar? Como ya comentamos otro día, girar a la izquierda ya es de por sí un peligro, así que procuremos no complicar más la historia.