No todos los tipos de calzado son recomendables para conducir

Ibanez

14 de julio de 2015

En verano, si cabe, se hace mucho más variado el catálogo de zapatos que se suele poner la gente para andar por la calle. No nos limitamos solo a unos zapatos, unas botas o unas zapatillas deportivas, sino que tienen cabida diversos diseños más, como sandalias, alparagatas o incluso chanclas.

Pues la realidad es que los zapatos sirven para la función para la que fueron concebidos. Aunque un tanto asfixiados por el calor muchas personas utilicen unas chanclas fresquitas para caminar por la ciudad, la verdad es que no son lo más indicado para caminar largas distancias (ni tampoco se va uno a escalar el Everest en chanclas). Esto mismo sucede a la hora de conducir, no todos los tipos de calzado son recomendables para conducir.

Es probable que muchos conductores no se hayan parado a pensar en ello, ni se percaten, pero es así. Hay zapatos que no nos van a transmitir la mismas sensaciones de tacto de los pedales, ni tampoco nos van a permitir mover nuestros pies con la agilidad necesaria de un pedal a otro, ni graduar si queremos pisar solo un poco el freno, para reducir ligeramente la velocidad, o bien pisarlo con firmeza a fondo para evitar un alcance.

Eso por no hablar de esos tipos de calzado que nos pueden dar un susto cuando menos nos lo esperamos, porque se descalzan solos en el momento más inoportuno, algo nada deseable cuando estamos conduciendo y que puede incluso terminar en un accidente si no podemos pisar correctamente los pedales.

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El calzado adecuado para conducir debe ser en pocas palabras como un guante para nuestros pies.

– Debe quedar ceñido, pero sin apretar, para que el pie esté bien sujeto.
– Debe ser ligero y cómodo. No debe dar mucho calor y mejor si es transpirable.
– Tiene que ser flexible y tener una suela antideslizante, ni muy gruesa ni muy fina.

No debemos olvidar tampoco que un buen zapato es aquel que nos permite tener una postura natural de nuestros pies y que nos permite pasar muchas horas con él sin molestias ni cansancio excesivo. Hay que evitar las chanclas, sandalias, zapatos de tacón, botas camperas y botas de trabajo o de montaña.

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– Las chanclas no dan sujeción al pie y al talón, este se encuentra en una situación inestable, no ayudan a mantener una buena postura ante los pedales y esto suele causar más cansancio. Y lo que es peor, se pueden descalzar con excesiva facilidad, pudiendo acabar la chancla atascando el recorrido de algún pedal.
– A las sandalías les sucede algo parecido, pues sujetan muy poco al pie. Si tienen varias correas al menos no perderemos una en el momento más inoportuno. Si la suela es muy lisa y se resbala del pedal, peligro. Si vamos a frenar y el zapato se nos va, no frenaremos a tiempo.
– Los zapatos de tacón, y tanto más cuanto más alto sea este, ni son cómodos para caminar durante bastante tiempo, ni tampoco lo son para conducir. El tacón alto hace que el punto de apoyo del talón sobre el suelo del coche, para accionar los pedales, sea inestable.
– Las botas camperas y similares suelen ser demasiado rígidas y con suelas muy duras que apenas nos dejan sensibilidad en los pies para pisar progesivamente los pedales y actuar sobre el acelerador o el freno con la delicadeza que se precise.
– Las botas de trabajo o de montaña suelen ser demasiado voluminosas, y eso puede hacer más difícil en algunos coches con pedales bastante juntos, pisar el pedal que deseamos. Además suelen ser más rígidas y la suela puede ser demasiado gruesa, restando sensibilidad y tacto.

Conducir no es un juego, es una tarea compleja que requiere atención y manejar correctamente los diferentes mandos del vehículo. Los pedales son algunos de ellos y no todos los zapatos nos permiten hacerlo correctamente. Antes de conducir piensa en esto, no pasa nada por llevar un segundo par de zapatos de repuesto en el coche para conducir cómodamente y con seguridad.

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