Bajo un título como este, sólo caben dos posibilidades: o bien se trata de una provocación en forma de alegato por parte de un conductor que no observa los retrovisores del coche, o bien estamos ante una provocación que anticipa lo que en un futuro, quién sabe si no en un presente existente aunque todavía no se haya acabado de manifestar, podría ser la puerta de entrada de una nueva forma de concebir la observación del entorno viario.
Es lo segundo.
Que la tecnología nos acabará relevando en buena parte de nuestras funciones como conductores es algo que no admite discusión. Poco a poco, el filtro electrónico ha ido ganándose un espacio –hoy por hoy necesario– entre el conductor y el vehículo, y a estas alturas son pocos los que esperan comprar un coche nuevo que no ofrezca elementos como dirección asistida, ABS y ESP como dotación básica para una correcta seguridad activa. Y en la parte pasiva, una buena colección de airbags, por si las moscas.
Bien, pues ya son varias las marcas que están apostando por la supresión de los espejos retrovisores del coche porque, según sostienen, con cámaras y monitores se puede garantizar una visión perfecta del entorno. Audi ya lo hizo el año pasado, poco después de prescindir, virtualmente hablando, de elementos básicos en el sistema de dirección y en el sistema de frenado (Audi by wire, como ya explicamos en su día). La marca alemana presentó entonces, a bordo del Audi R8 etron, un espejo retrovisor interior que no era tal, sino un monitor AMOLED.
Pros y contras de las cámaras como retrovisores del coche
Otras firmas, como Tesla o Volkswagen, van un poco más allá y ya han presentado sus propuestas dotadas de cámaras en los laterales del vehículo. De esta manera el retrovisor exterior pasa a ser un objeto del pasado y deja paso a una nueva forma de entender el diseño de los coches.
Las ventajas son múltiples. Empezando por una mejor visibilidad bajo la luz natural, ya que las cámaras pueden tener un mayor ángulo de visión que los espejos convexos e incluso esta característica podría modificarse; una mayor adaptación a las condiciones de luminosidad, llegando incluso a la visión nocturna si fuera necesario; y una ventaja ligada al diseño: una mejor aerodinámica para los vehículos, con el consiguiente ahorro energético.
Todo, porque hoy en día es posible adquirir e instalar microcámaras a precios de risa. Sólo hace falta que pensemos en cualquier mirilla electrónica de esas que se venden en las tiendas de bricolaje, en una cámara para la observación a distancia de bebés de las tiendas de puericultura o, sin ir más lejos, en la cámara que llevamos casi todos incorporada en el móvil.
Este sistema encontrará sus contrapartidas. La primera de ellas es legal. En Estados Unidos Tesla se ha encontrado con un muro cuando ha querido que la NHTSA aprobase un coche sin espejos retrovisores. En Europa, por el contrario, está permitido que los fabricantes empleen medios análogos que no sean exactamente espejos.
Sin embargo, el mayor problema lo pondrá el día a día. Hoy, tener un espejo sucio implica ver menos, pero para no ver absolutamente nada es necesario tener los retrovisores del coche especialmente guarros. Con las cámaras, todos sabemos que una simple mota de barro puede dejarnos a ciegas, de manera que este sistema, sin limpieza, está condenado a dar problemas.
Otro asunto clave es el sol cuando está especialmente bajo (pensemos en los solsticios). Si bien el sol en los retrovisores del coche nos deslumbra y ese problema podría mitigarse con una autoadaptación de la abertura del objetivo de la cámara, hay un punto en el que el sol podría dañar el sensor, cosa que no sucede con los espejos.
Finalmente, está el asunto del uso; es decir, de cómo el conductor reaccione con este tipo de sistemas, dependerá en buena medida que las cámaras y monitores se erijan en sustitutos de los retrovisores del coche con mayor o menor fortuna. Tendremos que estar atentos a toda esta evolución.
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