Empezamos hoy una miniserie sobre los neumáticos recauchutados, una idea que surge tras un comentario de nuestro lectora Escargot. Lo que pretendemos es hablar sobre el recauchutado, qué es, cómo y por qué se pone en práctica, y por supuesto desvelar en qué ocasiones no se recomienda, así como diferenciar claramente un neumático recauchutado de un neumático de segunda mano.
Lo primero que debemos tener en cuenta, y a eso dedicaremos el post de hoy, es cómo se fabrica un neumático, especialmente en cuando a la vulcanización del caucho se refiere. Como todos sabéis, los neumáticos se componen principalmente de caucho vulcanizado, es decir, la goma que pisa la carretera. También sabéis que el neumático hay que sustituirlo cuando su vida útil termina, o sea, por desgaste (que la banda de rodadura tenga una profundidad mínima de 1,6 mm), o bien por tiempo (unos 10 años aproximadamente). Vamos a explicar lo mejor posible esta última parte, que se confunde habitualmente con la caducidad del neumático, que no existe.
El caucho del neumático puede ser natural o sintético, y es un material plástico (en el sentido de que tiene propiedades plásticas, es decir, que puede ser moldeado) con unas propiedades muy interesantes: si se le aplica una fuerza se deforma permanentemente. Es por eso que el neumático mantiene su forma durante su vida útil. Para fabricar el neumático no solo hay que aplicar una fuerza y darle una forma, sino que se pasa por un proceso de vulcanización, que se puede resumir simplificando mucho por el añadido de azufre a la mezcla y su posterior calentamiento o cocción.
Proceso de degradación del neumático
El resultado de la vulcanización es que el caucho deja de ser, por decirlo así, una pasta flexible y pegajosa, y adquiere otras propiedades más interesantes como la mayor dureza y durabilidad, mayor resistencia al ataque químico y, de propina, no se pierde la elasticidad natural del material. Parece mentira que la vulcanización saque esas propiedades del caucho, pero es la base de la industria del neumático mundial. Se trata de una transformación permanente, pero es que además, evoluciona con el tiempo.
¿Qué quiere decir esto? Que la vulcanización no se para en el proceso de fabricación, sino que continúa de forma «automática» y continuamente, con el tiempo y teniendo en cuenta factores externos como las condiciones de temperatura, luz, presión y otros. Es como una cocción a fuego lento que continúa tras la vulcanización inicial en el proceso de fábrica.
Llegados a este punto, seguro que empiezas a imaginar qué sucede con el paso del tiempo. Si pasa el tiempo suficiente (y existen prácticas o condiciones que ayudan a que el proceso sea más o menos rápido), el proceso de vulcanización latente llevará al caucho a un estado de cristalización irreversible, que provoca comportamientos no deseados en el neumático: se vuelve quebradizo, pierde adherencia, o incluso se resquebraja. Esto último no es habitual, pero puede pasar (¿alguno de vosotros conserva neumáticos de scalextric o slot antiguos? Podéis ver cómo se terminan deteriorando tanto que se desmenuzan).
A esto, extremo, se le llama ebonización o baquelización, por el parecido que puede llegar a tener el neumático con la ebonita o la baquelita. Hemos llegado al punto clave del asunto, porque si un neumático llega a ese estado, es peligroso. No tenemos adherencia, vamos sobre neumáticos casi cristalizados,… en fin, rodar en esas condiciones es un auténtico peligro para nosotros y para el resto de conductores. Es un peligro para la seguridad vial.
¿Caduca un neumático?
Hablar de caducidad es hablar de que conocemos la fecha en que se produce un deterioro que implique un riesgo. Pero esas fechas no se conocen porque los factores que influyen en el deterioro son muy variados, y dependen de muchas variables totalmente desconocidas e impredecibles (temperatura, exposición a los rayos solares, condiciones de almacenamiento etc). No se puede decir que un neumático caduque, pero sí se puede decir que con el tiempo sus propiedades, las del material de que se construyen, cambian y empeoran.
Por tanto, tampoco existe una norma que diga que los neumáticos caducan cuando…. Lo que existen son las recomendaciones, y la principal es que debería revisarse el estado de los neumáticos anualmente a partir del quinto año por un especialista, y que pasados 10 años el neumático hay que sustituirlo, y con independencia del grado de desgaste. Eso incluye los neumáticos «clásicos».
Como esto tiene que ver con el recauchutado de los neumáticos, y como ya hemos visto cómo evoluciona el neumático con el tiempo, haremos un pequeño descanso para afrontar en otra entrega de la miniserie las razones y los casos en los que se suele recauchutar un neumático, y por qué se hace así y no se sustituyen directamente. Nos quedará también ver los falsos mitos y las falsas aplicaciones del recauchutado, que también es algo muy interesante. Como adelanto, decir que no tiene nada que ver un neumático recauchutado con un neumático de segunda mano.