A la vista de esta imagen de unos neumáticos desgastados hasta estar destrozados —literalmente, porque les faltan trozos—, uno podría pensar en un descuido extremo por parte del propietario del vehículo, en la desidia de este como actitud hacia la seguridad vial o en la falta de presupuesto a la hora de cambiar los neumáticos desgastados cuando estos avisan de que están llegando al final de su vida útil.
Sin embargo, hay un detalle que no podemos pasar por alto, no por este caso en concreto, aunque quizá también. Sabemos que uno de los efectos de la crisis económica ha sido la falta de mantenimiento de los vehículos. Esto se detectó ya en el año 2009 y la situación no ha mejorado demasiado con el paso del tiempo, ya que una de las características de esta crisis es el lento ritmo de recuperación. Algunos vehículos más caros están resistiendo peor a la crisis, debido a la falta de presupuesto para el mantenimiento que le pueden dar algunos de sus propietarios, que en ciertos casos compraron el vehículo sin contar con que pudiera descender bruscamente su poder adquisitivo.
Por eso la imagen que vemos sobre estas líneas es especialmente ilustrativa del problema. Es la imagen que nos recuerda a aquellos coches comprados al calor de una burbuja económica que, con ese mismo calor, se adquirieron bajo un alto presupuesto con el ánimo de tener la mejor calidad posible… sin presuponer que esa calidad no sólo se paga en el momento de la compra sino que durante toda la vida útil del vehículo hay que irla manteniendo.
Llegados al punto de que el neumático necesite un relevo, los conductores se debaten entre elegir una cubierta low-cost, que sólo les garantizará poder rodando aunque no necesariamente en las mejores condiciones de seguridad, o seguir exprimiendo sus neumáticos de buena calidad hasta que esta desaparece por completo, como vemos en la fotografía.
El problema no es menor, ya que hablamos de vehículos que por lo general entregan unas cifras de potencia bastante generosas y alcanzan unas velocidades elevadas en muy poco tiempo, de manera que el nivel de exigencia sobre sus sistemas puede ser superior al de otros vehículos más modestos. Lógicamente nada exige a sus conductores que lleven el coche a fuego en todo momento, pero en cualquier caso sí que existe esa posibilidad de sacar un mayor rendimiento al vehículo… a costa de exigir unos mayores esfuerzos físicos también.
Esto se traduce en unos mayores desgastes, si cabe, y por lo tanto en un mayor riesgo cuando hablamos de falta de mantenimiento, especialmente de los neumáticos, que son uno de los puntales de la seguridad del vehículo. La medida preventiva para estos casos es obvia, casi tanto como que a la hora de elegir vehículo nuestro presupuesto debe contar con un margen suficiente como para garantizar nuestra seguridad durante toda la vida útil del vehículo. Y, desde luego, cuando están para cambiar, están para cambiar. No hay falta de presupuesto que justifique jugarse de esta manera la vida propia y la de los demás.
Foto | Carlos García Alcañiz