Hace unos días aparecía en la página web de la Revista Consumer un reportaje sobre los neumáticos de segunda mano. En él se decía, textualmente, que «comprar ruedas seminuevas es una de las mejores opciones de ahorro sin renunciar a la seguridad y comodidad», y se facilitaban algunas direcciones de internet donde se pueden conseguir cubiertas de ocasión a precios ajustados.
Corren tiempos de crisis y la necesidad de recortar gastos llama a la puerta de forma insistente. Eso es lógico y, hasta cierto punto, educativo. Catarsis, le llaman. Sin embargo, una cosa es recortar gastos superfluos y otra jugársela con la parte más sensible del vehículo, nuestro único punto de contacto con el suelo: los neumáticos. Algún lector perspicaz aventurará que es lógico que nosotros critiquemos la compra de neumáticos de segunda mano. A fin de cuentas, fabricamos neumáticos. Sin embargo, existen criterios objetivos que desaconsejan firmemente la adquisición de gomas que otros conductores ya han desechado.
Porque eso es lo primero que debemos tener claro: si nos venden unas cubiertas de segunda mano, es porque a otra persona ya no le interesan. Habrá que ver por qué motivos ese conductor se quita de encima unos neumáticos y nos los ofrece a nosotros. Quitando la razón estrella para el cambio de gomas, que es el desgaste que hace que el dibujo tenga menos de 1,6mm de profundidad y deje de ser legal para la circulación, los principales motivos que existen para el reemplazo de neumáticos son:
- Desgastes anormales, daños no reparables, problemas de comportamiento que se manifiestan por vibraciones, tiro lateral, ruido excesivo…
- Daños estructurales no visibles a simple vista, que se pueden evidenciar en la utilización y causan la fatiga del neumático, con el consiguiente riesgo de reventón.
- Envejecimiento de las gomas, ya que los neumáticos envejecen durante el almacenamiento y a lo largo de su vida útil, en función de las condiciones ambientales a que se hayan visto sometidos.
Desengañémonos. Uno no cambia los neumáticos de su coche por gusto. Cuando lo hace, es por una razón. Y normalmente esa razón está orientada hacia la búsqueda de la seguridad. ¿Por qué tenemos que asumir nosotros la pérdida de seguridad que otro conductor no ha querido para él?
¿Estamos exagerando? Ni un pelo. El neumático es el punto donde gravita el peso del automóvil. Sin una adherencia adecuada a las características del vehículo y la vía podemos perder el control fácilmente, y en esas condiciones ni el ABS, ni el BAS, ni el ESP ni ninguna de las mágicas siglas que tengamos alojadas bajo el capó nos van a poder ayudar demasiado. La DGT simplemente da como criterios de uso de los neumáticos los siguientes:
- Que el neumático cumpla con las características y dimensiones recomendadas por el fabricante del vehículo.
- Que la profundidad del dibujo sea como mínimo de 1,6mm.
- Que la superficie no deje a la vista ampollas, deformaciones, grietas o cables sueltos.
- Que el neumático aguante la presión de aire recomendada para el vehículo, que no sufra pérdidas o drásticas variaciones de presión en función de las condiciones atmosféricas a las que se vea sometida la vía por la que se circula.
Claro, que estos puntos son unos mínimos exigibles. Sólo faltaría que a un Smart le calzáramos las ruedas de un tráiler o que nos metiéramos en la carretera con un enjambre de hierros saliendo por los flancos de la rueda. Sin embargo, por encima de los mínimos que exige la Ley está el sentido común que nos aconseja optar por la seguridad que sólo pueden dar unas cubiertas en buen estado. Por poner un ejemplo, es habitual que con el tiempo los neumáticos sufran desperfectos internos que no se detectan a simple vista, y eso no lo recogen las directrices de la DGT.
Hace unos meses, Javier Costas nos explicaba en Motorpasión el funcionamiento de los estrictos tests de homologación TÜV que se aplican a los neumáticos. La pregunta es sencilla de formular y fácil de responder: ¿Unos neumáticos de segunda mano pasarían los controles de este organismo de certificación de calidad? Entonces, ¿qué sentido tiene utilizarlos?
Pero, ¿salen a cuenta los neumáticos de segunda mano? Veamos algunos datos:
- Un neumático nuevo tiene como media 8mm de profundidad de dibujo.
- Hay 1,6mm que por Ley no se pueden utilizar.
- Cuando un neumático muestra 4mm de dibujo, no está al 50% de desgaste, sino al 70%, precisamente porque hay 1,6mm que no se pueden utilizar, lo que deja esos 4mm aparentes en 2,4mm de dibujo útiles para rodar.
Dicho de otra forma, para que un neumático en estas circunstancias tuviera un costo kilométrico equivalente al de un neumático nuevo, su precio debería ser como mucho un 30% de lo que cuesta una cubierta nueva. Solamente el cálculo del costo kilométrico (incluso el ahorro de carburante que puedan proporcionar, como en el caso de los neumáticos Michelin Energy Saver) permite evaluar si un neumático es económico o no.
Es cuestión de informarse y preocuparse un poco por esa parte esencial en la seguridad del vehículo, que a la vez es nuestra seguridad. No existe un modelo de neumático genérico. En el mercado hay una oferta más que suficiente de productos muy variados y ajustados a toda clase de necesidades y bolsillos. Vale la pena acudir a un especialista del neumático para que nos aconseje con un poco de seriedad qué cubiertas nos saldrán más a cuenta después de que le comentemos qué uso le damos al coche y cuánto nos podemos permitir pagar. Siempre será mejor eso que confiar la seguridad de nuestro vehículo a una simple compra por catálogo de unas gomas que no sabemos ni de dónde han salido ni quién las ha calzado previamente ni qué ha hecho con ellas antes de quitarlas de su coche.
Vía | Revista Consumer
Foto | Motorpasión
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