¡Mira qué apartadero tan útil!

Jaume

22 de marzo de 2011

Eso es lo que debieron pensar los dos conductores que hace unos días decidieron depositar sus vehículos en una especie de apartadero que hay en una concurrida travesía. La verdad es que está bastante bien situada, dejas el coche allí un momentito y puedes tienes a cuatro pasos varios restaurantes y comercios variados.
El problema es que a continuación vino un tercer conductor, éste con el permiso de conducir tipo D, que también tenía intención de usar el apartadero en cuestión. La diferencia es que este tercer conductor con el permiso tipo D, al contrario que los otros dos, sí tenía derecho a usar el apartadero, ya que no es otra cosa que una parada de autobús.
La verdad es que no se puede decir que esté poco claro que ese apartadero esté pensado para que el transporte colectivo. Hay unos cuantos indicios: gente esperando al lado de un poste, franjas amarillas en zig-zag, y unas letras blancas enormes con la inscripción BUS. Vamos, no hay que ser Sherlock Holmes.

No obstante, al parecer debe ser más difícil de identificar de lo que yo pensaba, porque es la verdad es que no es difícil ver multitud de vehículos particulares haciendo uso de ese apartadero tan útil.
Volviendo a lo que ocurrió aquél día, como iba diciendo llegó el autobús. Como es habitual, tenía intención de meterse en el famoso apartadero, de forma que los pasajeros pueden apearse tranquilamente, accediendo directamente a la acera sin riesgo de atropello.
Y todo esto, sin molestar al resto del tráfico. En efecto, un apartadero muy útil. Sobre todo si se usa para lo que está pensado.
Autobús
Pero aquella vez no pudo ser, el autobús no cabía. Dos coches se adueñaron de ese rinconcito y pusieron la señal de ocupado, no molestar. No sé muy bien qué directrices tendrán los autobuseros en este tipo de casos, pero yo sólo veo tres opciones:

  • Pasar de largo (lo que no creo fuera del agrado de los pasajeros).
  • Detenerse en medio de la carretera (con el peligro que ello entraña).
  • Aparcar igualmente (sin duda, esto elevaría el coste de mantenimiento de las flotas urbanas, pero sin duda los dos usurpadores se merecían que un mastodonte pasara por encima de sus vehículos).

En este caso, por desgracia para el espectáculo, la opción elegida no fue la tercera, sino la segunda. El autobús se detuvo en el carril derecho, un poco antes de los dos intrusos. Obviamente, no se podía parar a la altura de los coches, de hacerlo así los pasajeros habrían tenido que pasar por encima de los vehículos aparcados, y tampoco es plan de dejar pisadas en el el capó.
La contrapartida de este método es que, al quedar más retrasado, el autobús obstruía el paso de peatones que yo quería cruzar, lo cual me importunó ligeramente. Obviamente, no era culpa del autobusero, sino de los energúmenos allí aparcados.
Claro está, lo grave del asunto no fue importunar a un simple peatón, por muy importante que yo quiera creerme. Lo peor es que el autobús quedó invadiendo uno de los dos carriles.
De hecho, el conductor que postcedía (¿cuál es el antónimo de preceder?) debió verse sorprendido por la situación, ya que frenó de forma relativamente brusca y se quedó a poca distancia. Al quedarse tan cerquita, se quedó sin margen de maniobra para cambiar de carril y rebasar al autobús detenido.
Está claro que hubo riesgo de alcance. De hecho, incluso riesgo de múltiples alcances. De haber sucedido, está claro que sería culpa de quien no guardó la distancia de seguridad. Pero tampoco podemos decir que los caraduras aparcados fueran inocentes.
Pero lo entiendo… cuesta mucho resistirse a las mieles de un apartadero tan y tan útil, ¿verdad?
Foto | Tnarik, daniel.s