Los coches están cada día más cargados de tecnología, y cada vez disponemos de mejores sistemas de entretenimiento e información, por ejemplo GPS más precisos; sistemas como el Android Auto, que integran el smartphone en el sistema multimedia del coche; los sistemas de llamada de emergencia como, por ejemplo, el eCall, que salvarán miles de vidas al año.
Hoy tenemos además otra realidad, como son los coches conectados a las redes de datos o que se comunican entre sí por medio de WiFi. Gracias a estos coches es posible construir lo que se ha dado en llamar smart cities, porque esos mismos coches podrían comunicarse con la infraestructura de las ciudades y «tomar» ciertas decisiones. Otras utilidades serían menos exóticas y podrían referirse simplemente a mejorar las comunicaciones en el coche. Lo que sí es cierto es que los coches actuales que pueden conectarse a una red de datos son, al menos potencialmente, «hackeables».
¿Qué significa esto de ‘hackear’, y por qué iba a ser peligroso?
Antes de nada, que no cunda el pánico. No hay que alarmarse y hemos de preguntarnos por qué alguien querría interceptar los mandos de nuestro coche o enviarnos malware, o cualquier otra maldad posible. El hecho de que un dispositivo tenga software conectado a la red de datos lo hace vulnerable a un potencial ataque de personas malintencionadas, pero eso también puede pasarnos con nuestro ordenador en casa, o con el smartphone si lo conectamos a redes WiFi públicas y gratis.
Es inútil plantearse que los coches conectados sean inseguros, que la conectividad solo nos traerá problemas, y que los coches de los años 70 eran mejores porque tenían menos «cosas». La realidad es que el peligro está más en las personas que quieren entrar en el sistema de un coche, que en el hecho de incorporar estas tecnologías. Cierto es que hay que mejorar en seguridad para estos dispositivos, pero también es cierto que la única diferencia entre esos coches conectados, y el nuestro (el «sencillo»), es que en uno se puede entrar a través de las redes de datos, y en el otro hay que entrar a través de un conector.
Aquí os dejo un vídeo en el que dos hackers muestran cómo con un software de su cosecha son capaces de entrar en los sistemas de un Jeep Cherokee de 2014 y hacer toda clase de perrerías. Gracias a estas investigaciones y desarrollos es posible pensar en parches de seguridad y en mejoras frente a potenciales ataques que, hoy, pertenecen al terreno de la ciencia ficción… o casi.
Vía | Motorpasión