El otro día giraba yo muy tranquilamente hacia una calle que me llevara hasta un parking donde esconder el coche y de repente me encuentro con un todoterreno avanzando retrocediendo hacia mí a una velocidad de susto. Tras buscar desesperadamente el claxon de mi vehículo (¿por qué en cada coche ponen el pito en un sitio diferente?) le metí una pitada digna de derbi futbolero. El conductor frenó en seco, giró en redondo y se subió totalmente a la acera para acabar saliendo por la calle que yo había dejado atrás.
Zona de paso habitual de críos y más en estas fechas, con las vacaciones y todas esas cosas. Como para que hubiera pasado algún chavalín por allí en aquel momento…
El caso es que continué mi marcha por aquella calle, convencido de que debía existir una razón que justificara tal comportamiento. No tardé en dar con ella.
Los barrenderos de la zona habían cortado la calle para darle un baldeo y así devolver al asfalto algo de dignidad, que las lluvias de los últimos días sólo habían dejado tierra a su paso. Los operarios habían colocado una valla al inicio de la zona afectada. Sin embargo, era posible girar hacia la derecha antes de la valla, volver a girar más adelante hacia la derecha y así, por el teorema de Barrio Sésamo, se completaba el trapecio rectángulo que llevaba hasta la calle que abordó de cualquier manera el conductor del todoterreno.
Claro que, a golpe de Google Maps, eso suponía recorrer la friolera de 200 metros…
Dice el Reglamento General de la Circulación que «se prohíbe circular hacia atrás, salvo en los casos en que no sea posible marchar hacia adelante ni cambiar de dirección o sentido de marcha, y en las maniobras complementarias de otra que la exija, y siempre con el recorrido mínimo indispensable para efectuarla». Sin embargo, hay una tendencia generalizada a emplear la marcha atrás venga o no a cuento, como si se tratara del comando deshacer de una aplicación ofimática cualquiera. «Ay, me he pasado la calle por la que iba a girar. Espera, que voy hacia atrás». Pues no. En el coche no existe la combinación Ctrl+Z. No es posible darle a deshacer y cagada olvidada.
De esa idea al uso de la marcha atrás como parte de la movilidad habitual del coche hay un suspiro. ¿Que no puedo seguir hacia adelante? Pues tiro para atrás. Y como hacia adelante voy a toda hostia ágil, pues hacia atrás hago lo mismo. Total, ¿qué más da?
La marcha hacia atrás se emplea sólo cuando no es posible hacer otra cosa, y su uso debe realizarse con la mayor de las precauciones. Cuando vamos hacia atrás, nuestro campo de visión queda reducido a la mínima expresión, así que no es lógico ni aceptable ir marcha atrás a toda castaña. Sobre eso también hay algo escrito en la Ley: «La maniobra de marcha hacia atrás deberá efectuarse lentamente, después de haberlo advertido con las señales preceptivas y de haberse cerciorado, incluso apeándose o siguiendo las indicaciones de otra persona, si fuera necesario, de que, por las circunstancias de visibilidad, espacio y tiempo necesarios para efectuarla, no va a constituir peligro para los demás usuarios de la vía».
Total, que si se puede girar hacia un lado o hacer un cambio de sentido, esas son las opciones legales. Y las más seguras, también. Nada, que si alguien ve al conductor del todoterreno que me pegó el susto del otro día que se lo cuente, por favor.
Foto | Flickr (Robert Couse-Baker, D’aquella manera, sergis blog), Google Maps
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