Seis mantenimientos indispensables para la seguridad de una bicicleta

Jaime Ramos

16 de febrero de 2021

¿Qué mantenimientos posee una bicicleta? ¿Saber cada cuántos kilómetros se ha de sustituir una cadena? ¿O cuándo está desgastada una cubierta? Puede que parezcan cuestiones no tan relevantes, pero lo cierto es que existen una serie de pautas mecánicas que pueden marcar la diferencia para la seguridad ciclista.

¿Esperarías a que dejen de funcionar los frenos del coche para revisarlos? ¿Es tan necesario medir el nivel de aceite? ¿Da lo mismo que la motorización de un coche chirríe? Estos interrogantes retóricos que rozan lo absurdo, no lo son tanto si los aplicamos a la mecánica, por lo general más sufrida, da las bicicletas.

¿Cuidamos lo suficiente de nuestras bicicletas?

cuidar bicicleta

La bicicleta se ha convertido en un medio de transporte cada vez más demandado. Así lo asevera el último Barómetro de la Bicicleta de España, con una elevada estimación que baraja que unos 20 millones de españoles la utilizan a menudo.

Además, la crisis sanitaria con el Covid-19 parece que ha acelerado la tendencia. Así lo apuntaban el año pasado desde el sector, con un aumento claro de la demanda tanto de bicicletas y sus componentes, como de los servicios que ofrecen los talleres especializados.

La nueva fiebre por el ciclismo invita a que recordemos algunos criterios imprescindibles para una práctica con las máximas garantías de seguridad. Como ocurre con el resto de vehículos, las bicicletas no están exentas de mantenimiento. Si bien son mucho más sencillos que los de un turismo o una motocicleta, no se deberían descuidar, por muy ligeros que parezcan.

Cuidar tu bicicleta es cuidar tu salud. Para medir la importancia de este mensaje, conviene considerar que en una bicicleta muchos de sus elementos suponen, en mayor o menor medida, sistemas de seguridad activa y pasiva; al mismo tiempo, los ciclistas son uno de los colectivos más expuestos a la física del tránsito.

¿A cuáles de esos elementos hemos de prestar una merecida atención? ¿Qué mantenimientos requieren? Vamos a tratar de resumir de forma certera unos puntos básicos.

Mantenimientos básicos en una bicicleta

Limpieza bicicleta

Como ocurre con todas las mecánicas, cuidar su salud implicar alargar su vida útil y mantener sus garantías de seguridad. En el caso de las bicicletas, existe la ventaja de que muchos de los mantenimientos preventivos están en manos del ciclista.

1) Limpieza y engrase

No existe una intervalo de tiempo universal para saber cuándo debemos limpiar la bici. Depende del tipo de ciclismo (MTB, urbano, etc.) o de las condiciones climatológicas y de la vía. Lo que sí se puede prevenir es el deterioro de sus componentes teniendo en cuenta dos de sus principales enemigos jurados: la suciedad y la humedad.

De ahí que convenga mantener secos y limpios todas la uniones y piezas mecánicas que integran una bicicleta: la transmisión en su conjunto, suspensión, dirección, frenos, los bujes de las ruedas o la inserción de la tija del sillín.

Para la limpieza, no conviene emocionarse con el agua. Hay que evitar que esta penetre en el interior de los engranajes, por lo que nunca hay que sumergir una bicicleta o rociarle gran cantidad de agua a una presión elevada.

Mención especial merece el mantenimiento de la transmisión, que constituye quizá el elemento más sensible y complejo. Resulta recomendable limpiar cambios, cadena, platos y piñones de forma frecuente. Para ello, existe una serie de productos específicos y de fácil acceso. Una vez limpia, lo adecuado es engrasarla, para lo que también existe una gran gama de sustancias.

2) Cadena, platos y piñones

engrase bicicleta

Hablando de la limpieza de estos, resulta que estos elementos tienen fecha de caducidad y que varía en función de sus cuidados. Así, un cambio de cadena a tiempo contribuye a mantener la salud de los dientes de las coronas de la bicicleta y evita una sustitución prematura.

¿Cuándo cambiar la cadena? Depende de su estiramiento. Se aconseja no superar los 1.500 kilómetros con una misma cadena. Claro que, como decimos, esto va en función del uso. Este tipo de manteniendo podemos realizarlo en una taller o, con algo más de conocimientos y tiempo, por nosotros mismos. El cambio a tiempo de cadena evita el desgaste del resto de la transmisión.

¿Qué tiene que ver esto con la seguridad? Pues, aunque no lo parezca, mucho. Una transmisión desgastada propiciará saltos de cadena, lo que puede poner en peligro la estabilidad del ciclista. Pensemos, por ejemplo, en un salto de cadena al mismo tiempo que estamos pedaleando de pie sobre los pedales.

3) Dichosas holguras

Las holguras otorgan una de las sensaciones más odiadas por cualquier ciclista habitual. El eje pedalier, los bujes de las ruedas, la suspensión o la dirección pueden, más tarde o más temprano, ser atacados por este fenómeno.

No conviene dejarlo pasar, pues de persistir una holgura irá a más y puede terminar por dañar la pieza en cuestión. Así pues, es comentario obligado una vez que la bicicleta visite el taller. Allí nos podrán aconsejar sobre si podemos reajustar la pieza por nosotros mismos (esta maniobra puede ser más o menos delicada si, por ejemplo, hay materiales fabricados en carbono de por medio). Lo que sí podremos hacer es repasar de forma periódica tornillos y cierres, para detectar que no estén flojos o abiertos.

4) La salud de los frenos

frenos de bicicleta

Uno de los mantenimientos preventivos más aconsejables es el de los frenos. No conviene esperar a que zapatas o pastillas se desgaten al 100% para realizar el cambio de las mismas. Algo similar ocurre con la tensión de los cables que las regulan o, en su caso, la salud del sistema hidráulico.

Estos últimos, cables con sus respectivas fundas, son responsables silenciosos de no pocos quebraderos de cabeza. Y es que, en muchas ocasiones, al detectar fallos en la transmisión o en los frenos, tratamos de reajustar el cambio o el puente de freno, cuando puede que el problema esté en el cableado. Se deben, por tanto, sustituir pasado un tiempo relativo y, sobre todo, al apreciar un desgaste visible.

Si hablábamos de la suciedad y humedad como enemigos de la mecánica ciclista, en el caso de los frenos se ha de añadir también los lubricantes y grasas. Por eso, cuando engrasamos la transmisión se ha de evitar que estas sustancias contacten con los componentes del freno.

5) Cubiertas: pegados al firme

Más que esencial resulta que prestemos atención a la presión y el estado de las gomas. Para saber la medida de inflado, la propia cubierta llevará impreso o dibujado el intervalo al que debemos mantenerla.

El mantenimiento de su salud coincide en muchos aspectos con el del resto de vehículos, en términos de adherencia y desgaste. Lo notaremos si se ha borrado el dibujo, muestran grietas o los tacos se encuentran erosionados.

El cambio de cubierta es una operación sencilla que podemos afrontar nosotros mismos, si queremos prescindir de acudir al taller. Igualmente, en la seguridad y el desgaste influirá que elijamos de forma correcta la cubierta en función del tipo de bicicleta y uso que le damos.

Antes de abandonar las ruedas, no está de más, vigilar la salud de los bujes y si se encuentran descentradas. Son factores fáciles de medir en el taller.

6) El casco también se mantiene

¿Es equiparable el mantenimiento que podemos ofrecerle a un casco en comparación con el de una bicicleta? Teniendo en cuenta lo esencial que resulta para la seguridad ciclista, sí.

Para empezar, los cascos tienen una vida útil limitada a varios años (según el modelo). Esto es así porque los materiales con los que se fabrican terminar por degenerarse y perder sus propiedades. Así, es recomendable alejarlo de fuentes de calor o frío intenso (como abandonarlo al sol) o de golpes innecesarios. Son factores que a largo plazo pueden acelerar el desgaste del material.

Del mismo modo, resulta vital no usar un casco que tenga abolladuras o grietas visibles. Guardarlo en un lugar seco, alejado de temperaturas extremas y cuidar de su limpieza ayudará a mantener sus garantías de protección y no tener que comprar uno antes de tiempo.

Estos mantenimientos son unos mínimos litúrgicos si hacemos un uso frecuente de la bicicleta. En función del tipo de bicicleta, habrá cuidados añadidos que queramos aplicar (como el de la suspensión en una MTB). Lo positivo de la bicicleta, en contraste con otros vehículos, es que suele ser sencillo localizar de forma visible (o sentir a través del pedaleo) dónde se encuentra el problema.

En cualquier caso, resulta saludable acudir al taller de forma periódica para un chequeo rutinario, incluso si no detectamos nada raro en el funcionamiento. Y es que, como hemos podido comprobar, las bicicletas también poseen mantenimientos preventivos.

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